¿Quién lleva la batuta?

Más negociaciones colectivas se resuelven a favor de los trabajadores. Muchas veces, con nuevos métodos: la huelga y las acciones de movilización son decididas en asambleas. Se crean vínculos de solidaridad de otros sindicatos y la población. Las luchas son lideradas por dirigentes nuevos, de actitud ofensiva. Cuando no se gana mucho, ya no es una derrota. Unidos, se peleó por algo justo y digno. La solidaridad permanece entre los compañeros de trabajo. Son pequeñas victorias, de gran relevancia para cada trabajador, para el desarrollo de la conciencia proletaria.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº3

Trabajadores pasan a la ofensiva

Ha trans­cu­rri­do poco más de un año des­de la huel­ga de los fores­ta­les de la zona de Arauco y del ase­si­na­to de Rodrigo Cisternas. Un tra­ba­ja­dor, un padre de fami­lia, dio su vida en luchan­do por un futu­ro mejor para sus hijos. Sus ase­si­nos, sin embar­go, no son los que esa noche llu­vio­sa lo acri­bi­lla­ron. Su ver­da­de­ro ase­sino se lla­ma Anacleto Angelini, due­ño de Forestal Arauco. Murió tres meses des­pués, en su cama y cele­bra­do como “gran chi­leno”. Había man­da­do, a la usan­za de la ‘Cosa Nostra’, a otros a aho­gar en san­gre la ame­na­za en con­tra de sus intere­ses. En esta tra­ge­dia que­dó demos­tra­do has­ta dón­de están dis­pues­tas a lle­gar las cla­ses anta­gó­ni­cas. Unos a matar, si es pre­ci­so, y otros a ofren­dar su vida por una cau­sa justa.

ellos o nosotros

Es así como está plan­tea­do el pro­ble­ma. Ellos o noso­tros. Ellos no des­can­san en aumen­tar la explo­ta­ción. Se con­cier­tan con los polí­ti­cos para ase­gu­rar sus super­ga­nan­cias, impo­nen un régi­men de temor para impe­dir la for­ma­ción de sin­di­ca­tos. Niegan las más míni­mas garan­tías labo­ra­les. Bajan los suel­dos por dis­tin­tas vías: la infla­ción; por la sub­con­tra­ta­ción; man­te­nien­do un des­em­pleo “natu­ral”; con la “incor­po­ra­ción de la mujer al mun­do labo­ral”, pero con sala­rios más bajos. Cuando esti­man que una legis­la­ción los toca “con el péta­lo de una rosa”, acu­den a sus jue­ces, que, pres­tos, fallan a su favor. Usan al apa­ra­to del Estado para repri­mir las luchas de los tra­ba­ja­do­res, trans­for­man­do a la poli­cía en guar­dias pri­va­dos de los patrones.

una nueva etapa de luchas

Nosotros, los tra­ba­ja­do­res, en cam­bio, hemos toma­do el camino de la orga­ni­za­ción, la lucha y la uni­dad. Progresivamente, cre­cen las luchas en con­tra del capital.

En el plano de la orga­ni­za­ción sin­di­cal, se con­for­man nue­vas orga­ni­za­cio­nes, inclu­so inter-empresas y que reúnen a tra­ba­ja­do­res de dis­tin­tos rubros.

Según datos de la Dirección del Trabajo, en los años 2006 – 2007 se cons­ti­tu­ye­ron 2.491 sin­di­ca­tos base. En el año 2007 se lle­va­ron a cabo 2.556 nego­cia­cio­nes colec­ti­vas con la par­ti­ci­pa­ción de 232.667 tra­ba­ja­do­res, superan­do en un 18% las nego­cia­cio­nes del año 2006. En 2007 hubo 148 huel­gas que invo­lu­cra­ron a 17.583 trabajadores.

Más nego­cia­cio­nes colec­ti­vas se resuel­ven a favor de los tra­ba­ja­do­res. Muchas veces, con nue­vos méto­dos: la huel­ga y las accio­nes de movi­li­za­ción son deci­di­das en asam­bleas. Se crean víncu­los de soli­da­ri­dad de otros sin­di­ca­tos y la pobla­ción. Las luchas son lide­ra­das por diri­gen­tes nue­vos, de acti­tud ofen­si­va. Cuando no se gana mucho, ya no es una derro­ta. Unidos, se peleó por algo jus­to y digno. La soli­da­ri­dad per­ma­ne­ce entre los com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo. Son peque­ñas vic­to­rias, de gran rele­van­cia para cada tra­ba­ja­dor, para el desa­rro­llo de la con­cien­cia proletaria.

Más con­fe­de­ra­cio­nes, fede­ra­cio­nes y mul­ti­sin­di­ca­les nacen para asu­mir un tra­ba­jo uni­ta­rio. Los tra­ba­ja­do­res sub­con­tra­ta­dos han crea­do sus pro­pios sin­di­ca­tos inter-empresa, capa­ces de agru­par a una mayor can­ti­dad de tra­ba­ja­do­res de dis­tin­tos rubros.

convertir el potencial en fuerza

El poten­cial que repre­sen­ta esta nue­va eta­pa de la lucha de los tra­ba­ja­do­res actúa como ame­na­za para el blo­que domi­nan­te. Éste ha sus­pen­di­do una serie de ini­cia­ti­vas lega­les, como la de fle­xi­bi­li­za­ción labo­ral. Se cen­tra hoy en fre­nar la ten­den­cia de cre­cien­te “agi­ta­ción labo­ral”. Invoca el fan­tas­ma de la “explo­sión social”. Y se ve obli­ga­do, con una fre­cuen­cia cada vez mayor, a uti­li­zar la represión.

Pero inclu­so ese “últi­mo recur­so” no sir­ve. Los tra­ba­ja­do­res han toma­do con­cien­cia de sus pro­ble­mas comu­nes y urgen­tes, y han sali­do ofen­si­va­men­te a impo­ner­los, a cual­quier cos­to. Ese es el dra­má­ti­co ejem­plo de Rodrigo Cisternas.

Y es el fin de los con­ci­lia­do­res con el capi­tal. Digan lo que digan, los “dia­lo­gan­tes”, los que lla­man a espe­rar y sopor­tar, ya fue­ron expul­sa­dos de la esce­na. Sólo se man­tie­nen, éstos sí como fan­tas­mas, gra­cias a los favo­res del gobierno y los empresarios.

La expe­rien­cia gana­da en los últi­mos años y meses demues­tra que el camino correc­to es el de la acción direc­ta y ofen­si­va de las masas, de la orga­ni­za­ción y de la unidad.

Las tareas de la cla­se tra­ba­ja­do­ra hoy, son cla­ras. La sin­di­ca­li­za­ción debe exten­der­se a pasos rápi­dos. Se deben for­mar nue­vos sin­di­ca­tos, unir los exis­ten­tes y, sobre todo, afi­liar a más y más tra­ba­ja­do­res a las orga­ni­za­cio­nes sin­di­ca­les. Se debe seguir desa­rro­llan­do una con­duc­ción que cuen­te con nue­vos líde­res, cuyo úni­co nor­te sean los intere­ses del con­jun­to de los tra­ba­ja­do­res. Las deci­sio­nes deben adop­tar­se, eje­cu­tar­se y con­tro­lar­se colec­ti­va­men­te, median­te asam­bleas. Los méto­dos de acción direc­ta y ofen­si­va deben exten­der­se y difun­dir­se. No pue­de haber nin­gu­na lucha que no cuen­te con la soli­da­ri­dad de otras orga­ni­za­cio­nes popu­la­res y de la pobla­ción. La expe­rien­cia y las vic­to­rias con­quis­ta­das deben ser difun­di­das y cono­ci­das en todo el país.

Las luchas actua­les tie­nen un úni­co nor­te. El poten­cial que demues­tran estas bata­llas, la deci­sión de hom­bres como Rodrigo Cisternas, debe con­ver­tir­se en una fuer­za real, de millo­nes y millo­nes de hom­bres y muje­res, dis­pues­tos a todo por rom­per con el domi­nio del capi­tal y cons­truir una nue­va socie­dad, diri­gi­da por los trabajadores.

La Estrella de la Segunda Independencia Nº3

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