Bolivia

El pueblo lucha por construir su conducción

El 11 de septiembre pasado, una banda de sicarios y contrabandistas bajo las órdenes de las autoridades del departamento boliviano de Pando, abrió fuego en contra de una marcha de campesinos en un sector conocido como El Porvenir. Los asesinos siguieron disparando incluso a quienes se lanzaron al río Tahuamanu para escapar de la emboscada. Algunos sobrevivientes fueron apresados y llevados a Cobija, donde fueron torturados. El número exacto de muertos aún no ha sido determinado, pero oficialmente se han identificado 15 cuerpos, entre ellos el de una niña de sólo dos años. Su sacrificio es una admonición severa, para quienes pudieran olvidarlo, sobre la verdadera faz de un enemigo que no trepida en nada. Pero también es una advertencia de cuáles son los límites de quienes se presentan como amigos del pueblo.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº9

Crisis en Bolivia

El 11 de sep­tiem­bre pasa­do, una ban­da de sica­rios y con­tra­ban­dis­tas bajo las órde­nes de las auto­ri­da­des del depar­ta­men­to boli­viano de Pando, abrió fue­go en con­tra de una mar­cha de cam­pe­si­nos en un sec­tor cono­ci­do como El Porvenir. Los ase­si­nos siguie­ron dis­pa­ran­do inclu­so a quie­nes se lan­za­ron al río Tahuamanu para esca­par de la embos­ca­da. Algunos sobre­vi­vien­tes fue­ron apre­sa­dos y lle­va­dos a Cobija, don­de fue­ron tor­tu­ra­dos. El núme­ro exac­to de muer­tos aún no ha sido deter­mi­na­do, pero ofi­cial­men­te se han iden­ti­fi­ca­do 15 cuer­pos, entre ellos el de una niña de sólo dos años.

Víctimas de masacre de El Porvenir, 2009
Homenaje a los ase­si­na­dos en la masa­cre de El Porvenir, Bolivia, Septiembre de 2009

Su sacri­fi­cio es una admo­ni­ción seve­ra, para quie­nes pudie­ran olvi­dar­lo, sobre la ver­da­de­ra faz de un enemi­go que no tre­pi­da en nada. Pero tam­bién es una adver­ten­cia de cuá­les son los lími­tes de quie­nes se pre­sen­tan como ami­gos del pue­blo. Esta cons­te­la­ción le con­fie­re un carác­ter trá­gi­co a los hechos de Pando.

contradicciones

Los últi­mos suce­sos cons­ti­tu­yen una eta­pa más de una lucha ascen­den­te del pue­blo boli­viano. Ya en la déca­da de los noven­ta ini­ció un pro­ce­so de resis­ten­cia y cre­cien­te ofen­si­va en con­tra de la bur­gue­sía local y el impe­ria­lis­mo. Esta es la con­tra­dic­ción fun­da­men­tal que sub­ya­ce a la actual crisis.

El gobierno de Evo Morales y sus apa­ren­tes antí­po­das polí­ti­cas, la opo­si­ción “auto­no­mis­ta” de los depar­ta­men­tos orien­ta­les del país, no son los acto­res prin­ci­pa­les de esta ges­ta. Sin duda, Morales for­mó par­te, como diri­gen­te de los cam­pe­si­nos coca­le­ros, de ese pode­ro­so pro­ce­so de reor­ga­ni­za­ción del pue­blo boli­viano. A tra­vés de un pode­ro­so movi­mien­to de con­fluen­cia, se logró derro­car el régi­men corrup­to y saquea­dor de Gonzalo Sánchez de Losada. La elec­ción sub­si­guien­te de Evo Morales como pre­si­den­te, en 2005, sig­ni­fi­có un freno efec­ti­vo al desa­rro­llo la lucha popu­lar. Por ese moti­vo con­tó con el apo­yo de sec­to­res de la bur­gue­sía local, un res­pal­do inter­na­cio­nal (cen­tra­do, dicho al mar­gen, en Buenos Aires, Brasilia y Sao Paulo, más que en Caracas) y la anuen­cia –tem­po­ral y con­di­cio­na­da– de los actua­les gol­pis­tas cru­ce­ños. Esta situa­ción no se pro­vo­có por un desig­nio expre­so de Morales. Cualquier otro diri­gen­te social y polí­ti­co que hubie­se abra­za­do el pro­gra­ma de rea­li­zar refor­mas den­tro del sis­te­ma y que hubie­se sido capaz de aunar un apo­yo popu­lar, del cual care­cie­ron sus ante­ce­so­res ‑Banzer, Quiroga, Sánchez de Losada y Mesa- hubie­ra con­ta­do con la mis­ma ayuda.

reformismo

Hoy, el gobierno de Morales enfren­ta el dile­ma de toda fuer­za cen­tris­ta. No pue­de alie­nar­se de su prin­ci­pal base de sus­ten­ta­ción, el apo­yo popu­lar gene­ra­do a par­tir de la expec­ta­ti­va de cam­bios con­cre­tos y ape­la­cio­nes ‘revo­lu­cio­na­rias’, y no pue­de resis­tir los gol­pes de los reac­cio­na­rios y cons­pi­ra­do­res. El úni­co camino que le que­da es ofre­cer con­ce­sio­nes y nego­ciar con los gol­pis­tas. La impo­ten­cia his­tó­ri­ca de esta varian­te del refor­mis­mo en América ya que­dó demos­tra­da en la ban­ca­rro­ta del ‘indi­ge­nis­mo’, par­te fun­da­men­tal del pro­gra­ma del mas. Papel des­ta­ca­do en el blo­que polí­ti­co opo­si­tor jue­ga Savina Cuéllar, pre­fec­ta de Chuquisaca y ex-miembro del mas, quien levan­ta el mis­mo dis­cur­so indi­ge­nis­ta… pero en con­tra de Morales y jun­to a los “blan­cos” cruceños.

Las muer­tes de Pando, el des­em­bo­zo con que actúan los gol­pis­tas, son pro­duc­to del inten­to ilu­so­rio de rea­li­zar modi­fi­ca­cio­nes limi­ta­das den­tro del sis­te­ma exis­ten­te; son resul­ta­do direc­to de la inca­pa­ci­dad de pro­te­ger al pue­blo fren­te a sus enemigos.

Los pre­si­den­tes de los paí­ses sud­ame­ri­ca­nos, reu­ni­dos en Santiago de Chile, no pudie­ron resis­tir tra­zar un para­le­lo his­tó­ri­co, al ofre­cer una decla­ra­ción de apo­yo a Morales que inclu­ye, jus­ta­men­te, un lla­ma­do a dia­lo­gar con los sedi­cio­sos. En la lla­ma­da ‘Declaración de La Moneda’ com­pa­ra­ron el sep­tiem­bre boli­viano de 2008 con el chi­leno de 1973.

fuerzas en pugna

Pero los man­da­ta­rios se equi­vo­can. Aparentemente, la refe­ren­cia his­tó­ri­ca pare­ce inevi­ta­ble. Al igual que la Unidad Popular chi­le­na y Salvador Allende, el mas boli­viano y Evo Morales, pro­po­nen refor­mas eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas que moles­tan al impe­ria­lis­mo y a los bur­gue­ses, que ini­cian una cam­pa­ña de cons­pi­ra­ción, sabo­ta­je y sedi­ción con miras a derro­car al gobierno ele­gi­do por la mayo­ría. Sin embar­go, debe­mos con­si­de­rar la situa­ción con­cre­ta. La opo­si­ción polí­ti­ca del Oriente del país, prin­ci­pal­men­te en el mayor depar­ta­men­to, Santa Cruz, sólo repre­sen­ta a un sec­tor de la bur­gue­sía local, liga­do al apro­ve­cha­mien­to ilí­ci­to de las ren­tas gene­ra­das por la explo­ta­ción de hidro­car­bu­ros, del lati­fun­dio gana­de­ro y, cre­cien­te­men­te, de la soya, ade­más de los inaca­ba­bles ingre­sos pro­ve­nien­tes del nar­co­trá­fi­co. Sus obje­ti­vos se limi­tan, en lo sus­tan­cial, a no per­der esas fuen­tes de recur­sos. Sus méto­dos son la exal­ta­ción de la peque­ña bur­gue­sía con un ‘nacio­na­lis­mo’ adqui­ri­do en la mesa de sal­dos de la his­to­ria: el sepa­ra­tis­mo o auto­no­mis­mo cru­ce­ño. La úni­ca mane­ra de ali­men­tar ese espe­jis­mo ha sido el recur­so a la vio­len­cia y la bru­ta­li­dad, pro­ta­go­ni­za­da por ban­das de estu­dian­tes y nar­co­tra­fi­can­tes bajo con­sig­nas racis­tas. Se tra­ta de un fas­cis­mo ver­da­de­ra­men­te “tro­pi­cal”: has­ta los más limi­ta­dos “Führer” euro­peos com­pren­die­ron, en su momen­to, que el racis­mo debía ape­lar a la mayo­ría para ser diri­gi­do en con­tra de una mino­ría, y no al revés…

El impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se, es ver­dad, tie­ne el poder de des­en­ca­de­nar gol­pes de Estado en cual­quier lugar del mun­do. Pero lo hace basa­do en un cálcu­lo obje­ti­vo de intere­ses y de posi­bi­li­da­des estra­té­gi­cas. De lo con­tra­rio no sería impe­ria­lis­ta. Pero, en lo inme­dia­to, su plan de ‘bal­ca­ni­za­ción’ deli­nea­do por el expul­sa­do emba­ja­dor de Washington, ha fra­ca­sa­do. La reso­lu­ción diplo­má­ti­ca de la una­sur apro­ba­da en Santiago, es un reco­no­ci­mien­to indi­rec­to de las limi­ta­cio­nes de las posi­bi­li­da­des de impo­ner, en reem­pla­zo al gobierno de Morales, un régi­men esta­ble en la región.

El ejér­ci­to se man­tie­ne, aun­que actuan­do “de bra­zos caí­dos” como dije­ra Chávez, de par­te del gobierno, mien­tras no exis­ta otra alter­na­ti­va. Y, lo más impor­tan­te, los prin­ci­pa­les sec­to­res de la bur­gue­sía boli­via­na apo­yan o tole­ran a Morales. No por cari­ño o afi­ni­dad, sino por una apre­cia­ción obje­ti­va de sus intereses.

el problema del poder

La cre­cien­te fuer­za del pue­blo, des­ple­ga­da en la últi­ma déca­da y media, ha ero­sio­na­do la esta­bi­li­dad del régi­men polí­ti­co, la efi­ca­cia del Estado burgués.

En ese pro­ce­so radi­ca la con­tra­dic­ción prin­ci­pal de la cri­sis boli­via­na: nace del avan­ce de las masas popu­la­res, que han demos­tra­do su capa­ci­dad de seguir desa­rro­llán­do­se, a pesar de los empe­ños ofi­cia­lis­tas de coop­tar líde­res y organizaciones.

Toda ‘sali­da’ a la cri­sis debe hacer­se car­go del fac­tor fun­da­men­tal que ope­ra en Bolivia: un movi­mien­to del pue­blo que ha adqui­ri­do un carác­ter revo­lu­cio­na­rio en años de lucha. Lo que no se ha crea­do es una uni­dad polí­ti­ca y social inque­bran­ta­ble entre las masas. No se ha cons­trui­do aún una con­duc­ción revolucionaria.

La lucha popu­lar en Bolivia está a la van­guar­dia de América. No pue­de ser des­trui­da fácil­men­te. Pero la ausen­cia de una con­duc­ción pro­lon­ga­rá la crisis.

unidad y conducción

Milicias de la revolución boliviana de 1952
Milicias popu­la­res duran­te la revo­lu­ción boli­via­na de 1952

Al pro­nun­ciar­se sobre la situa­ción de Bolivia, los pre­si­den­tes sud­ame­ri­ca­nos recor­da­ron 1973. Nosotros seña­la­mos otro año: 1952. Año de la segun­da gran revo­lu­ción ame­ri­ca­na, des­pués de la mexi­ca­na. Año en que cam­pe­si­nos y mine­ros, tra­ba­ja­do­res todos del país más pobre de Sudamérica, gol­pea­ron el poder bur­gués. La Revolución Boliviana no pudo sos­te­ner­se. Cayó el régi­men, pero no se cons­ti­tu­yó el poder del pue­blo. La libe­ra­ción se frustró.

La nece­si­dad de una con­duc­ción revo­lu­cio­na­ria es la expe­rien­cia his­tó­ri­ca del ’52.

Hoy, el pue­blo boli­viano la ha pues­to como la orden del día.

La Estrella de la Segunda Independencia Nº9

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