Ataque en contra de Gaza

Gaza, la amarga verdad

Hoy, el pueblo palestino vive el momento de mayor debilitamiento desde 1947. Divididos internamente, abandonados por los gobiernos de los países árabes, sometidos a un régimen de guerra permanente, y carentes de una perspectiva para terminar con la opresión de la que son objeto, los palestinos descubren que no han sido más que los peones en un juego de ajedrez, en que otros han usado su desgracia para su beneficio.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº11

Matanza en el Medio Oriente

Gaza está sien­do some­ti­da a una bru­tal masa­cre. Sus habi­tan­tes son ata­ca­dos por aire, mar y tie­rra. Los méto­dos de los agre­so­res repug­nan a la con­cien­cia huma­na. Su jus­ti­fi­ca­ción de la matan­za está basa­da en men­ti­ras. La reac­ción de los gobier­nos es una mez­cla ver­gon­zo­sa de impo­ten­cia, indi­fe­ren­cia y complicidad.

Pero eso no es lo más gra­ve. La matan­za de Gaza de hoy es sólo un esla­bón más de una cade­na de crí­me­nes infli­gi­dos a los más débi­les e inde­fen­sos en el cur­so de una gue­rra que ya lle­va más de 50 años. En el pasa­do, hechos simi­la­res han reme­ci­do la con­cien­cia mun­dial. Pero la máqui­na de la muer­te no se detiene.

Las per­so­nas comu­nes se pre­gun­tan ¿cómo es posi­ble seme­jan­te inhu­ma­ni­dad? ¿ Cuáles son sus cau­sas? ¿Es posi­ble detenerla?

la historia

Es nece­sa­rio cono­cer la his­to­ria. La matan­za de Gaza no comen­zó con los cohe­tes de Hamas, como sos­tie­ne el gobierno israe­lí. El ori­gen de esta gue­rra per­ma­nen­te está en el domi­nio impe­ria­lis­ta sobre esa región y, sobre esa base, en el esta­ble­ci­mien­to del Estado israe­lí, tras el fin de la II Guerra Mundial, de orien­ta­ción mili­ta­ris­ta, ultra-nacionalista, racis­ta y depen­dien­te del impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se. La ideo­lo­gía sio­nis­ta, que pro­pi­ció el tras­la­do de los judíos euro­peos hacia Medio Oriente y la crea­ción de un Estado pro­pio –“una tie­rra sin pue­blo para un pue­blo sin tie­rra”- está ideo­ló­gi­ca­men­te empa­ren­ta­da a las mis­mas nocio­nes de “supe­rio­ri­dad racial” que sir­vie­ron como pre­tex­to para el holo­caus­to de los judíos. No es casua­li­dad que la agre­sión israe­lí a Gaza se parez­ca a las tác­ti­cas de las SS y no a la de los insu­rrec­tos judíos del ghet­to de Varsovia en 1944. Al con­tra­rio, Gaza es hoy un ghet­to, y sus habi­tan­tes han sido lan­za­dos, iner­mes, a una lucha por la vida o la muerte.

El lado ára­be en esta gue­rra per­ma­nen­te ha bus­ca­do eli­mi­nar, pri­me­ro, y limi­tar, des­pués, al Estado israe­lí. Hizo tres gran­des gue­rras. Con Egipto a la cabe­za, las nacio­nes cir­cun­dan­tes, en 1948, 1967 y 1973, se lan­za­ron con­tra los sio­nis­tas. Fueron derro­ta­dos. Las víc­ti­mas de esos reve­ses mili­ta­res fue­ron los habi­tan­tes de las zonas suce­si­va­men­te ane­xa­das y ocu­pa­das por los sio­nis­tas, los pales­ti­nos, expul­sa­dos de sus tie­rras y dis­gre­ga­dos en una diás­po­ra de cam­pos de refu­gia­dos en los paí­ses veci­nos y en la ribe­ra occi­den­tal del Jordán y en la fran­ja de Gaza. Eventualmente, los con­ten­dien­tes de esas gue­rras cerra­ron un tra­to con los sio­nis­tas. Así, trai­cio­na­ron la posi­bi­li­dad real de los pales­ti­nos de retor­nar a sus tie­rras y crear una nación pro­pia. Mantienen sus pro­pios regí­me­nes agi­tan­do el espec­tro sio­nis­ta. El sis­te­ma israe­lí, por su par­te, sucum­bi­ría sin la “ame­na­za exter­na”. Una sim­bio­sis entre criminales.

La repre­sen­ta­ción polí­ti­ca pales­ti­na, crea­da a fines de los años sesen­ta, la OLP, inten­tó for­zar, polí­ti­ca­men­te y con accio­nes arma­das, nego­cia­cio­nes con Israel, para esta­ble­cer un Estado pro­pio en par­te de los terri­to­rios ocu­pa­dos por Israel. Un Estado que nece­sa­ria­men­te esta­ría subor­di­na­do a Israel. Este camino tam­bién fracasó.

Al con­tra­rio, fue un levan­ta­mien­to popu­lar, la Primera Intifada, y no las accio­nes de la OLP, el que des­en­ca­de­nó el pro­ce­so de nego­cia­cio­nes a ini­cios de los ‘90. A cam­bio de fre­nar la rebe­lión, la OLP reci­bió una espe­cie de auto­go­bierno colo­nial, la Autoridad Nacional Palestina. Pero su auto­ri­dad real es nula. Lo que los sio­nis­tas cedie­ron, lo qui­ta­ron cuan­do lo esti­ma­ron conveniente.

Dependiente de la ayu­da exter­na, con­di­cio­na­da y mez­qui­na, some­ti­dos a las ame­na­zas y los ata­ques israe­líes, la posi­bi­li­dad de una vida nacio­nal pro­pia de los pales­ti­nos ha sido con­ver­ti­da en una cari­ca­tu­ra cruel.

amarga verdad

Hoy, el pue­blo pales­tino vive el momen­to de mayor debi­li­ta­mien­to des­de 1947.

Divididos inter­na­men­te, aban­do­na­dos por los gobier­nos de los paí­ses ára­bes, some­ti­dos a un régi­men de gue­rra per­ma­nen­te, y caren­tes de una pers­pec­ti­va para ter­mi­nar con la opre­sión de la que son obje­to, los pales­ti­nos des­cu­bren que no han sido más que los peo­nes en un jue­go de aje­drez, en que otros han usa­do su des­gra­cia para su beneficio.

Es, aca­so, el momen­to de la amar­ga ver­dad. Hoy está cla­ro. La solu­ción no está en el esta­ble­ci­mien­to de un Estado tri­bu­ta­rio de Israel, en zonas frag­men­ta­das de Cisjordania y en la fran­ja de Gaza. Ello sólo pro­lon­ga­ría la situa­ción actual, aca­so inte­rrum­pi­da por un perío­do de “cal­ma”, que sería roto, sin avi­so y bru­tal­men­te, por el capri­cho beli­cis­ta de Israel.

solución revolucionaria

¿Existe, enton­ces una solu­ción? Carlos Marx, al estu­diar en 1847 “la cues­tión judía”, la posi­ción insos­te­ni­ble y apa­ren­te­men­te inso­lu­ble de los judíos en Europa, sos­tu­vo que su libe­ra­ción sólo podía lograr­se median­te la libe­ra­ción de humanidad.

Algo aná­lo­go ocu­rre con el pue­blo pales­tino hoy. Privado de terri­to­rio, de dere­chos ele­men­ta­les y de una pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca, su libe­ra­ción no pue­de que­dar res­trin­gi­da a la peque­ña por­ción de tie­rra entre el Jordán y el Mediterráneo, tan­tas veces rega­da con sangre.

Exige una solu­ción revo­lu­cio­na­ria. Exige una solu­ción que abar­que al con­jun­to de la región y a todos sus pue­blos, inclu­yen­do a los judíos de Medio Oriente.

Los regí­me­nes que domi­nan los paí­ses ára­bes y que fomen­tan la man­ten­ción del sio­nis­mo en Israel deben ser derro­ca­dos; son las ban­das corrup­tas que domi­nan Damasco, El Cairo, Amman y Tel Aviv, las que deben ser “lan­za­das al mar”. El impe­ria­lis­mo, que pro­fi­ta del sufri­mien­to y del terror, debe ser derrotado.

Depende de todos noso­tros ini­ciar esta lucha, que no es una tarea sólo de los tra­ba­ja­do­res en Gaza, Belén, Puerto Said o Haifa. Es una tarea que debe­mos comen­zar hoy, en nues­tras patrias, pues es nues­tra pro­pia lucha. Mientras mayor sea nues­tra uni­dad, más fuer­te nues­tra orga­ni­za­ción, más cla­ra nues­tra con­cien­cia, más obs­tácu­los enfren­ta­rán los opre­so­res y los ver­du­gos en cual­quier par­te del mundo.

Ese es el úni­co camino posi­ble y rea­lis­ta. Habrá quie­nes lo cali­fi­quen de utó­pi­co o impo­si­ble. Sin embar­go, los que se nie­guen asu­mir este camino debe­rán car­gar su par­te de res­pon­sa­bi­li­dad de las muer­tes, la des­truc­ción y la bar­ba­rie que sólo se deten­drán por la acción de los trabajadores.

La Estrella de la Segunda Independencia Nº11

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