Día Internacional de la Mujer Trabajadora - 100 años de lucha revolucionaria

Marchas, reunio­nes, miti­nes cele­bran este ocho de mar­zo como el Día de la Mujer en todo el mundo.

Con dema­sia­da fre­cuen­cia, se pre­sen­ta la fecha como espe­cie de cere­mo­nia de la femi­nei­dad, san­cio­na­da y ben­de­ci­da por orga­nis­mos ofi­cia­les; se pro­po­ne unir a un géne­ro, y con­tra­po­ner­lo en con­tra del otro géne­ro. No hay dis­tin­ción entre las espo­sas de los capi­ta­lis­tas y las madres que deben dejar solos a sus hijos para ali­men­tar­los; entre la ama de casa acau­da­la­da y su emplea­da doméstica.

En una entre­vis­ta al dia­rio espa­ñol “El País”, una fun­cio­na­ria inter­na­cio­nal ‑y ex pre­si­den­ta de Chile- dedi­ca­da a esos menes­te­res sin­te­ti­zó el espí­ri­tu esta par­ti­cu­lar acep­ción del 8 de mar­zo: “‘Las muje­res son ciu­da­da­nas de segun­da. Son vis­tas como gen­te que care­ce de dere­chos. Es una ver­güen­za para la huma­ni­dad que no pue­de seguir per­mi­tién­do­se’”. ¿Cómo? ¿Cómo rom­per esa iner­cia? ‘Logrando que las muje­res ten­gan un lugar en la socie­dad, para empe­zar que sean paga­das por su tra­ba­jo, si no tie­nen liber­tad eco­nó­mi­ca no ten­drán libertad’.”

Se tra­ta de resu­men muy ade­cua­do: “si no tie­nen liber­tad eco­nó­mi­ca no ten­drán liber­tad”. En efec­to, en la actual socie­dad, la liber­tad eco­nó­mi­ca con­sis­te en dos opcio­nes mutua­men­te exclu­yen­tes: explo­tar o ser explotado.

La ver­da­de­ra liber­tad de las muje­res, sin embar­go, con­sis­te en ter­mi­nar con las con­di­cio­nes que impo­nen ese dile­ma, no sólo sobre las muje­res, sino sobre todo el géne­ro humano. Y la ver­dad es que el 8 de mar­zo es, enton­ces, exac­ta­men­te lo con­tra­rio de lo que se quie­re impo­ner en los medios de comu­ni­ca­ción y des­de los pros­ce­nios pre­ten­di­da­men­te “femi­nis­tas”.

Rosa Luxemburg (1912)
Rosa Luxemburg (1912)

Se pro­po­ne hon­rar a las muje­res tra­ba­ja­do­ras y sus com­ba­tes por sus rei­vin­di­ca­cio­nes cla­sis­tas. Es tam­bién una cele­bra­ción de los hom­bres hacia sus com­pa­ñe­ras en la lucha por la eman­ci­pa­ción de los tra­ba­ja­do­res y la abo­li­ción de las clases.

Hace 100 años, Clara Zetkin, revo­lu­cio­na­ria, pro­fe­so­ra, mujer exi­mia y líder de la Liga Espartaquista, ami­ga de lucha de Rosa Luxemburgo, pro­po­ne ins­tau­rar a par­tir de 1911, el “Día de la Mujer Trabajadora”, como una jor­na­da de denun­cia, de pelea, por los dere­chos sojuzgados.

Las movi­li­za­cio­nes de miles y millo­nes de muje­res en el mun­do en este 8 de mar­zo no deben ser en vano. Debe ir en recuer­do de los sacri­fi­cios hechos por el res­pe­to, por la dig­ni­dad, por la fami­lia, por la soli­da­ri­dad y la uni­dad de la cla­se trabajadora.

El día de la mujer tra­ba­ja­do­ra debe ser­vir de recuer­do de que aún per­ma­ne­cen enca­de­na­das; no han sido libe­ra­das como se pre­ten­de, con leyes y discursos.

Clara Zetkin, en el fune­ral de Rosa Luxemburgo, ase­si­na­da por los guar­dia­nes del capi­tal, expre­só las siguien­tes pala­bras que deben repre­sen­tar a la mujer tra­ba­ja­do­ra: “En Rosa Luxemburgo la idea socia­lis­ta fue una pasión domi­nan­te y pode­ro­sa del cora­zón y del cere­bro, una pasión ver­da­de­ra­men­te crea­ti­va que ardía ince­san­te­men­te. La prin­ci­pal tarea y ambi­ción domi­nan­te de esta sor­pren­den­te mujer fue pre­pa­rar el camino para la revo­lu­ción social, des­bro­zar la sen­da de la his­to­ria para el socia­lis­mo. Su máxi­ma feli­ci­dad fue expe­ri­men­tar la Revolución, luchar en todas sus bata­llas. Consagró toda su vida y todo su ser al socia­lis­mo, con una volun­tad, deter­mi­na­ción, des­pren­di­mien­to y fer­vor que no pue­den expre­sar las pala­bras. Se entre­gó ple­na­men­te a la cau­sa, no sólo con su trá­gi­ca muer­te sino duran­te toda su vida, dia­ria­men­te y a cada minu­to, a tra­vés de las luchas de muchos años… Fue la espa­da afi­la­da, la lla­ma vivien­te de la Revolución”.