Un año de gobierno... un año menos de capitalismo

Para quienes siempre han detentado el poder, todo sigue igual. Quien dirige el país, es uno de ellos. El recuento de este año político es, entonces, simple, si consideramos nada más que a la clase dominante. Habrá quienes quieren dar relieve a finas distinciones o quienes quieren buscar la proverbial quinta extremidad de los felinos. Pero esos observadores no deben olvidar que el balance importante es otro. Se olvidan de quien hoy está comenzando a asumir su papel de protagonista principal. En otras palabras, lo interesante de este último año, no son ellos. Somos nosotros.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº22

Un año de gobierno...

En estos días de balan­ces y recuen­tos, muchas per­so­nas se arre­pien­ten de haber vota­do por Piñera. Muchos se moles­tan con las exhi­bi­cio­nes de vul­ga­ri­dad y sober­bia, muchos recla­man sobre las pro­me­sas incum­pli­das, muchos denun­cian los enga­ños y las men­ti­ras. Pero ¿aca­so las otras opcio­nes elec­to­ra­les de hace un año eran más ade­cua­das? La ver­dad, lo sabe­mos todos, es que no eran ni mejo­res ni peo­res. Son lo mismo.

La depre­da­ción y el saqueo de nues­tros recur­sos natu­ra­les, la explo­ta­ción y la vul­ne­ra­ción de los dere­chos de los tra­ba­ja­do­res, el enri­que­ci­mien­to expo­nen­cial de los gru­pos eco­nó­mi­cos, la fal­ta de mora­li­dad de los gober­nan­tes, el des­pre­cio al pue­blo, la colu­sión con los due­ños del capi­tal extran­je­ro, no son fenó­me­nos ins­tau­ra­dos hace un año. Es el esta­do nor­mal de la cla­se domi­nan­te de nues­tro país.

El poder, que anta­ño ser­vía de obje­to exclu­si­vo de la dedi­ca­ción de los jefes polí­ti­cos, hoy se ha con­ver­ti­do con fre­cuen­cia en un esca­lón para pasar a otros nego­cios. Para algu­nos, son pues­tos en orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les; para otros, hacer de inter­me­dia­rio o “ges­tor” de empre­sas y poten­cias exter­nas; y algu­nos, bus­can aumen­tar su capi­tal y sus for­tu­nas per­so­na­les. Estos diri­gen­tes no se deben a una idea polí­ti­ca, y menos al deseo de ser­vir a la nación o de ayu­dar al pue­blo. Persiguen sim­ple­men­te su bene­fi­cio privado.

Por eso tene­mos a comu­nis­tas que son empre­sa­rios, socia­lis­tas que son capi­ta­lis­tas; a demo­cra­ta­cris­tia­nos que son dere­chis­tas, dere­chis­tas que son popu­lis­tas. Todos en el mis­mo redil y sir­vien­do al mis­mo amo. Este cam­ba­la­che se vuel­ve más entre­te­ni­do si le suma­mos a la jerar­quía cató­li­ca, a los altos man­dos de las Fuerzas Armadas y a los due­ños de Chile, los gru­pos eco­nó­mi­cos. Un gene­ral de nece­si­da­des tan deli­ca­das que su vivien­da no pue­de cos­tar menos que un millón de dóla­res; unos pre­la­dos que pro­te­gen a sacer­do­tes depra­va­dos del barrio alto; empre­sa­rios que gas­tan dine­ro a manos lle­nas, mien­tras llo­ran mise­rias fren­te a sus emplea­dos: este es el retra­to actual de la bur­gue­sía chilena.

Para quie­nes siem­pre han deten­ta­do el poder, todo sigue igual. Quien diri­ge el país, es uno de ellos. El recuen­to de este año polí­ti­co es, enton­ces, sim­ple, si con­si­de­ra­mos nada más que a la cla­se domi­nan­te. Habrá quie­nes quie­ren dar relie­ve a finas dis­tin­cio­nes o quie­nes quie­ren bus­car la pro­ver­bial quin­ta extre­mi­dad de los feli­nos. Pero esos obser­va­do­res no deben olvi­dar que el balan­ce impor­tan­te es otro. Se olvi­dan de quien hoy está comen­zan­do a asu­mir su papel de pro­ta­go­nis­ta principal.

el balance popular

En otras pala­bras, lo intere­san­te de este últi­mo año, no son ellos. Somos nosotros.

El movi­mien­to popu­lar ha dado un sal­to en cali­dad, que que­dó cla­ra­men­te refle­ja­do en la orga­ni­za­ción, uni­dad y vigi­lan­cia terri­to­rial que empleó el pue­blo en nume­ro­sas zonas que las auto­ri­da­des habían deja­do en la inde­fen­sión tras el terre­mo­to. Y, a ini­cios de este año, el Puntarenazo que, en el mar­co de una lucha limi­ta­da, dio un ejem­plo de dig­ni­dad y uni­dad, y mos­tró el poten­cial del poder popular.

En gene­ral, se pue­de cons­ta­tar un alza en los con­flic­tos labo­ra­les, socia­les, polí­ti­cos, que abren el paso a orga­ni­za­cio­nes más com­ba­ti­vas, al sur­gi­mien­to de nue­vos líde­res y a un for­ta­le­ci­mien­to de la idea de la uni­dad, de la orien­ta­ción a la acción y de la bús­que­da de una opción para cam­biar este sistema.

Pero este pro­ce­so enfren­ta obs­tácu­los per­sis­ten­tes. Muchos gru­pos tar­dan en adap­tar­se a las nue­vas nece­si­da­des de la lucha. Hay quie­nes tie­nen difi­cul­ta­des en acep­tar el nue­vo pro­ta­go­nis­mo del pue­blo; pre­fie­ren man­te­ner las luchas divi­di­das y débi­les para con­ser­var un pre­do­mi­nio cir­cuns­tan­cial y peque­ño. La envi­dia, el afán de figu­ra­ción, la impro­vi­sa­ción, el cor­to­pla­cis­mo, la pre­ten­sión de diri­gir sin mere­ci­mien­tos, todas estas mani­fes­ta­cio­nes no refle­jan sim­ple­men­te ras­gos coyun­tu­ra­les o per­so­na­les. Expresan un pro­ble­ma más pro­fun­do. Son la médu­la del pro­ble­ma ideo­ló­gi­co que atra­vie­sa nues­tro pueblo.

el problema ideológico del pueblo

Los fre­nos a la orga­ni­za­ción popu­lar, a la uni­dad, a la soli­da­ri­dad, pro­vie­nen de un desa­rro­llo ideo­ló­gi­co insu­fi­cien­te. Son dema­sia­dos, aún, los que miran a la cla­se domi­nan­te pidien­do solu­cio­nes. Son dema­sia­dos, aún, los que no com­pren­den que las vici­si­tu­des de los de arri­ba deja­ron de ser el úni­co fac­tor deter­mi­nan­te en esta eta­pa de la his­to­ria de nues­tro país. Son dema­sia­dos, aún, los que no han saca­do las con­clu­sio­nes correc­tas de la emer­gen­cia mun­dial de la ini­cia­ti­va y de la lucha de los pueblos.

En efec­to, el pro­ta­go­nis­mo popu­lar que seña­la­mos no es un fenó­meno de nues­tro país. Es par­te de un pro­ce­so mun­dial que empu­ja a abrir el camino a una opción revo­lu­cio­na­ria. Se debe aban­do­nar el pro­vin­cia­nis­mo que dema­sia­das veces carac­te­ri­za el pen­sa­mien­to y la acción de muchos diri­gen­tes, de muchas orga­ni­za­cio­nes –socia­les y políticas- que afir­man estar del lado de los tra­ba­ja­do­res y del pue­blo. Se debe aban­do­nar, por ende, la pos­tu­ra defen­si­va que pri­mó en las dos déca­das pasa­das. Asumir una posi­ción de cla­se en la lucha social y polí­ti­ca sig­ni­fi­ca siem­pre una deci­sión con­cre­ta, no bas­ta con una decla­ra­ción de intenciones.

es la hora de las definiciones

Hoy, tomar posi­ción sig­ni­fi­ca con­cre­ta­men­te, demos­trar, ejer­cer con­fian­za en el pue­blo, con­fian­za en nues­tras pro­pias fuerzas.

Es la hora. Es la hora de pasar a la ofen­si­va. Debemos mul­ti­pli­car las orga­ni­za­cio­nes, levan­tar las deman­das popu­la­res más urgen­tes, bus­car la con­fluen­cia de las rei­vin­di­ca­cio­nes y de las luchas, ter­mi­nar con las diri­gen­cias inope­ran­tes y levan­tar a los nue­vos líde­res que nacen en la acción. Es la hora de pasar a la ofen­si­va, de ser par­tí­ci­pes de un movi­mien­to polí­ti­co y social que man­co­mu­ne a todas las enti­da­des de la cla­se tra­ba­ja­do­ra; que sume a estu­dian­tes, pobla­do­res y trabajadores.

Esta es la línea del Partido de los Trabajadores. A algu­nos les con­tra­ria­rá. Pero nues­tra volun­tad de con­du­cir no nace de pre­ten­sio­nes sec­ta­rias o egoís­tas, sino del hecho de que noso­tros ya hemos toma­do nues­tra opción, hemos defi­ni­do con­cre­ta­men­te de qué lado esta­mos en esta gran ges­ta social. Quienes obser­van y espe­ran, a la expec­ta­ti­va de peque­ñas ven­ta­jas que les pue­de brin­dar el régi­men y los repre­sen­tan­tes la cla­se domi­nan­te, debe­rían tam­bién defi­nir cuál es su opción, deci­dir si están del lado los tra­ba­ja­do­res o no.

Esta es la cues­tión del momento.

La Estrella de la Segunda Independencia Nº22

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