¡A sumar las demandas! ¡a unirnos! Es la hora del pueblo

Las actuales luchas han abierto un camino que ya no podrá desandarse. No es que falten quienes quieran intentar desviar, engañar y frenar. Pero la tendencia ya está marcada. En todas partes, se multiplica la unificación de las luchas que antes se libraban de manera separada, aislada y local. Es la conjunción de las demandas por la educación, por la vivienda, salud, trabajo, es el momento del reclamo de la dignidad. Es la consecuencia lógica de la experiencia que estamos realizando los chilenos. Esa potencia recién comienza a desplegarse y, no obstante, demuestra su fuerza. La única manera de construir la unidad es con trabajo. Organizando en la población, creando sindicatos, enfrentándose a los poderosos, formando la conciencia, educándonos, fortaleciéndonos. Todos los días. Sin descanso. Son miles y miles que se han echado a andar. No será posible manipular o instrumentalizar ese impulso.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº28

Pasar de la lucha por las demandas comunes a la construcción de un movimiento de unidad popular

Vivimos días de pro­tes­ta social y movi­li­za­ción. Debemos retro­ce­der más de dos déca­das para encon­trar un pre­ce­den­te simi­lar. Ocurre fren­te a nues­tros ojos, pero si aten­de­mos a las opi­nio­nes más difun­di­das, sería suma­men­te difí­cil dis­cer­nir cuá­les son los orí­ge­nes y el sig­ni­fi­ca­do de esta situa­ción. Algunos dicen todo esto es expre­sión de un “males­tar” en la socie­dad. ¿Ah, sí? ¿Y cuán­do, exac­ta­men­te, vivi­mos el “bien­es­tar”? Otros inten­tan ser más con­cre­tos y se refie­ren espe­cí­fi­ca­men­te al movi­mien­to de los estu­dian­tes secun­da­rios y uni­ver­si­ta­rios. Con aire de cono­ce­do­res hablan del “ago­ta­mien­to natu­ral” que sufre toda movi­li­za­ción de masas, de la “pro­pues­ta” del gobierno y cómo todo, al cabo de un tiem­po y Dios median­te, todo vol­ve­rá a su cau­ce normal…

No hay que con­fun­dir­se. Las actua­les luchas han abier­to un camino que ya no podrá des­an­dar­se. No es que fal­ten quie­nes quie­ran inten­tar des­viar, enga­ñar y fre­nar. Pero la ten­den­cia ya está mar­ca­da. En todas par­tes, se mul­ti­pli­ca la uni­fi­ca­ción de las luchas que antes se libra­ban de mane­ra sepa­ra­da, ais­la­da y local. Es la con­jun­ción de las deman­das por la edu­ca­ción, por la vivien­da, salud, tra­ba­jo, es el momen­to del recla­mo de la dig­ni­dad. Es la con­se­cuen­cia lógi­ca de la expe­rien­cia que esta­mos rea­li­zan­do los chi­le­nos. Esa poten­cia recién comien­za a des­ple­gar­se y, no obs­tan­te, demues­tra su fuerza.

la tendencia hacia la unidad

¿Qué hace fal­ta para con­ver­tir esta ten­den­cia en una reali­dad mate­rial? Se requie­re cimen­tar la uni­dad. Se nece­si­ta crear una gran fuer­za popu­lar. Pese a que el camino en esa direc­ción está cla­ra­men­te seña­la­do, muchos se obs­ti­nan en uti­li­zar méto­dos obso­le­tos. Creen que esa meta se pue­de lograr por secre­ta­ría, con ardien­tes lla­ma­mien­tos y dis­cur­sos. Otros esti­man que están fren­te a “una opor­tu­ni­dad que no se pue­de dejar pasar”… para refor­zar sus intere­ses par­ti­cu­la­res. Con algo de suer­te, esti­man, ‘la uni­dad’ será su fór­mu­la polí­ti­ca gana­do­ra que los impul­sa­rá a car­gos y al poder.

No lo es. La úni­ca mane­ra de cons­truir la uni­dad es con tra­ba­jo. Organizando en la pobla­ción, crean­do sin­di­ca­tos, enfren­tán­do­se a los pode­ro­sos, for­man­do la con­cien­cia, edu­cán­do­nos, for­ta­le­cién­do­nos. Todos los días. Sin des­can­so. Son miles y miles que se han echa­do a andar. No será posi­ble mani­pu­lar o ins­tru­men­ta­li­zar ese impulso.

un gran movimiento del pueblo

La uni­dad del pue­blo debe desem­bo­car en una for­ma con­cre­ta que per­mi­ta aunar todas las deman­das, todas las luchas, en una base común con autén­ti­ca pro­yec­ción nacio­nal. Porque la tarea de este movi­mien­to amplio de uni­dad popu­lar es res­ca­tar a la patria de las manos de un régi­men cadu­co y apor­tar las bases sobre las que des­can­sa­rá una nue­va sociedad.

Es decir, la ten­den­cia asu­mi­da cons­cien­te­men­te, con­ver­ti­da en pro­pó­si­to, es cons­truir un movi­mien­to de carác­ter social y polí­ti­co. No pode­mos insis­tir sim­ple­men­te de expo­ner las exi­gen­cias popu­la­res a un gobierno. Menos al actual, que ha demos­tra­do ser sor­do, cie­go…, y bas­tan­te habla­dor cuan­do se tra­ta de ven­der “cuen­tos”.

La ver­dad es que el pro­ble­ma no está en un gobierno en par­ti­cu­lar. Lo que está podri­do es el régi­men polí­ti­co ente­ro. Y en con­tra de él no sir­ven las accio­nes par­cia­les. Se le debe opo­ner la fuer­za de todo un pueblo.

Para que esa fuer­za pue­da des­ple­gar­se debe defi­nir cla­ra­men­te su inde­pen­den­cia de cla­se. Los tra­ba­ja­do­res, es decir, la inmen­sa, aplas­tan­te, mayo­ría de la nación deben impo­ner visión, sus intere­ses, y esta vez sin con­ce­sio­nes a los polí­ti­cos, sin con­ce­sio­nes a otras clases.

Debe ser amplio, no debe per­mi­tir exclu­sio­nes o sec­ta­ris­mos de nin­gu­na espe­cie… Todos los que luchan por un futu­ro mejor han de encon­trar un lugar des­de el que pue­dan apor­tar a la cau­sa común, la cau­sa de todos.

El movi­mien­to debe ser impul­sar nue­vos líde­res popu­la­res. Debe ser ori­gen y el sus­ten­to, de diri­gen­tes hones­tos, cuyo úni­co com­pro­mi­so sea con el pueblo.

Y sobre todo, el movi­mien­to del pue­blo requie­re de orga­ni­za­ción. No de cúpu­las. No de mesas de diri­gen­tes que ase­gu­ran que mane­jan “masas”. Necesitamos orga­ni­za­ción en la base. En cada pobla­ción, con la unión de los veci­nos que enfren­tan jun­tos los pro­ble­mas; En cada liceo, en cada uni­ver­si­dad. En cada lugar de tra­ba­jo, en torno a sin­di­ca­tos fuer­tes, sin mie­do, deter­mi­na­dos a luchar ¡nun­ca más solos! Que ven­cen el temor a las repre­sa­lias, a los des­pi­dos. Se nece­si­ta de orga­ni­za­cio­nes que no teman con­du­cir, que con­fían en sus pro­pias fuerzas.

la confianza en el pueblo

Lo que se nece­si­ta es con­fian­za. Confianza en el pue­blo: esa la base la con­duc­ción revo­lu­cio­na­ria. Porque un pue­blo que se ha uni­do no se deten­drá has­ta cam­biar­lo todo. El núcleo de nues­tro pro­gra­ma no es un manual pre­con­ce­bi­do, un esque­ma ideal. Es sim­ple: un nue­vo orden en que el hom­bre sea la medi­da, el cen­tro, del desa­rro­llo de la socie­dad. Esto sig­ni­fi­ca abo­lir las con­di­cio­nes que lo deni­gran, lo sojuz­gan, lo explo­tan, que limi­tan sus posi­bi­li­da­des. El ins­tru­men­to para cons­truir esa socie­dad es el poder popu­lar – tra­du­ci­do en pala­bras de Abraham Lincoln, un gobierno del pue­blo, por el pue­blo y para el pueblo- que defi­ni­rá su des­tino. El obje­ti­vo del movi­mien­to amplio de uni­dad del pue­blo, que pro­pug­na­mos, enton­ces, crea los fun­da­men­tos para esa nue­va socie­dad e iden­ti­fi­ca los obs­tácu­los a remo­ver, las tra­bas impues­tas por una minús­cu­la cla­se que se afe­rra a su poder.

Este es el com­pro­mi­so de nues­tro par­ti­do. Esta es nues­tra línea. Por esto luchamos.

Hay quie­nes obje­tan. Dicen que “un par­ti­do no pue­de hacer la uni­dad”. Nuestra orga­ni­za­ción no pos­tu­la “hacer la uni­dad”. Nuestro par­ti­do aspi­ra a con­du­cir. Es algo dis­tin­to. No lo ocul­ta­mos. Lo decla­ra­mos abier­ta­men­te. Estamos dis­pues­tos. Estamos pre­pa­ra­dos para asu­mir esa res­pon­sa­bi­li­dad. Y pre­gun­ta­mos a quie­nes impug­nan nues­tra deci­sión: y uste­des ¿no lo están? ¿Ustedes no son revo­lu­cio­na­rios? ¿No con­fían en el pue­blo? ¿Ustedes no se guían por el deber? ¿O aca­so vues­tros obje­ti­vos están con­fi­na­dos a los lími­tes acep­ta­dos por este sis­te­ma? ¿No será que no con­ci­ben otra for­ma de actuar que la impues­ta por la cla­se domi­nan­te? No ata­ca­mos, no denun­cia­mos. Preguntamos. Se deben cla­ri­fi­car las posiciones.

La nues­tra está defi­ni­da y es irre­ver­si­ble. Vamos ade­lan­te con un pue­blo que empren­de el camino.

Es la hora del pue­blo, es la hora de actuar resuel­ta­men­te. No hay que hacer caso a quie­nes obs­ta­cu­li­zan. Es más impor­tan­te reco­no­cer nues­tra pro­pia fuer­za y emplear­la para los cam­bios que la patria recla­ma. Somos el por­ve­nir y la his­to­ria. Somos la fuer­za que va a cam­biar­lo todo. Somos los que lucha­mos por un futu­ro mejor para nues­tros hijos. Somos quie­nes deja­re­mos un lega­do a la altu­ra de nues­tros ante­pa­sa­dos. Somos el pueblo.

Y vamos ade­lan­te “por­que esta gran huma­ni­dad ha dicho ‘¡Basta!’ y ha echa­do a andar. Y su mar­cha, de gigan­tes, ya no se deten­drá has­ta con­quis­tar la ver­da­de­ra independencia”.

¡Viva el pue­blo! ¡Vivan los tra­ba­ja­do­res! ¡Viva Chile!

Partido de los Trabajadores

Julio 2011

La Estrella de la Segunda Independencia Nº28

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