Una sola lucha

Es un asunto de clase. Los hijos de los trabajadores lo saben, por cómo son observados con recelo y miedo cuando actúan en conjunto. Saben que son ellos mismos, con su acción, con su esfuerzo, los que deben desencadenar los cambios. Es el surgimiento de una juventud que resulta impredecible, al romper con los mecanismos de encuadramiento del sistema; uno de los ellos, la rutina escolar. Es el surgimiento de una juventud orientada a la acción. Es el surgimiento de una juventud que se guía por preceptos morales, al proponer un cambio pensado en las generaciones venideras, en sus hijos. Es el surgimiento de una juventud que no tiene miedo al futuro. Es el surgimiento de una juventud revolucionaria. Este, y no el resultado circunstancial de unas tratativas con el gobierno, es uno de los factores que marcarán las luchas que vienen. Los jóvenes comprenden que se trata de una sola lucha, que la educación no está confinada a escuelas y colegios, sino que abarca a toda la sociedad; ven que una nueva educación requiere, en efecto, de una nueva sociedad; entienden que se debe proyectar el movimiento por la educación en un movimiento por la unidad del pueblo, en un movimiento por cambiarlo todo; y saben que eso requerirá de trabajo, organización y unidad.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº29

El futuro del movimiento por la educación

Un momen­to deci­si­vo”. Así es des­cri­ta la coyun­tu­ra actual, a pro­pó­si­to de las movi­li­za­cio­nes de los estu­dian­tes. El gobierno no quie­re ceder a las deman­das que plan­tean los diri­gen­tes uni­ver­si­ta­rios y de otras enti­da­des, y éstos lla­man a los estu­dian­tes y a la pobla­ción en gene­ral a vol­ver a las calles, a res­ti­tuir la fuer­za que en los últi­mos meses ha que­da­do abun­dan­te­men­te demos­tra­da en gran­des mar­chas y manifestaciones.

El hecho de que se hable de este modo es indi­ca­ti­vo del for­ta­le­ci­mien­to de las luchas popu­la­res y del pro­gre­si­vo debi­li­ta­mien­to del régi­men polí­ti­co. Sin embar­go, cuan­do se pro­po­ne la tesis de que una situa­ción deter­mi­na­da “lo deci­de todo”, que se deci­de quién pier­de y quién gana, hay que ana­li­zar las cosas con frialdad.

un asunto de clase

¿Cuál es el carác­ter real del movi­mien­to por la edu­ca­ción? Nosotros diji­mos, en sus ini­cios, que su prin­ci­pal impul­so radi­ca­ba en la enor­me masa de los estu­dian­tes secun­da­rios. Señalamos que sus deman­das tenían un carác­ter más uni­ver­sal, ade­cua­do para ampliar y empu­jar el movi­mien­to hacia ade­lan­te, a pesar de tener una orga­ni­za­ción más débil que la de las fede­ra­cio­nes uni­ver­si­ta­rias, en las que pri­ma una mayor poli­ti­za­ción y una ten­den­cia a bus­car acuer­dos nego­cia­dos con las autoridades.

Algunos podrían decir, basán­do­se en lo que dicen la pren­sa y los noti­cie­ros, que aquel pre­di­ca­men­to estu­vo equi­vo­ca­do: las rei­vin­di­ca­cio­nes de los estu­dian­tes secun­da­rios pasa­ron a un segun­do plano y ape­nas son con­si­de­ra­das; su orga­ni­za­ción no sólo es más local y frag­men­ta­da, sino que tam­bién está mar­ca­da por divi­sio­nes pro­fun­das. Eso es cier­to, pero tie­ne impor­tan­cia sólo en el con­tex­to de las nego­cia­cio­nes con el gobierno. Se debe tomar en con­si­de­ra­ción el con­jun­to. Lo que con­vir­tió el movi­mien­to por la edu­ca­ción en un movi­mien­to nacio­nal, es jus­ta­men­te la labor de índo­le local, terri­to­rial, que lle­vó a la incor­po­ra­ción de los padres, al com­pro­mi­so de los veci­nos, a la amplia­ción de las demandas.

Las tomas de los cole­gios, muni­ci­pa­les y sub­ven­cio­na­dos, se rea­li­zan fre­cuen­te­men­te en con­tra de la resis­ten­cia encar­ni­za­da de la poli­cía y del mato­na­je de sus due­ños. Y pese a ello, se impu­sie­ron, una y otra vez. Se con­vir­tie­ron, en muchos casos, en una expe­rien­cia de poder, de poder popu­lar, pues afec­tan de mane­ra direc­ta el entorno; al comer­cio cir­cun­dan­te, al trans­por­te, a los padres, tíos, abue­los y ami­gos. Obligan a tomar posi­ción. Forjan la con­cien­cia, la acción con­jun­ta. Impulsaron las jor­na­das de lucha del paro del 24 – 25 de Agosto. Despertaron el temor y la repre­sión de los pode­ro­sos. Y –sí– for­za­ron al gobierno a bus­car las nego­cia­cio­nes como un modo de fre­nar este movi­mien­to en cuya base está este extra­or­di­na­rio avance.

Evidentemente, el tras­fon­do de esto no se debe a la edad, al ciclo edu­ca­ti­vo o a cir­cuns­tan­cias acci­den­ta­les. Es un asun­to de cla­se. Los hijos de los tra­ba­ja­do­res lo saben, por cómo son obser­va­dos con rece­lo y mie­do cuan­do actúan en con­jun­to. Saben que son ellos mis­mos, con su acción, con su esfuer­zo, los que deben des­en­ca­de­nar los cambios.

juventud revolucionaria

Es el sur­gi­mien­to de una juven­tud que resul­ta impre­de­ci­ble, al rom­per con los meca­nis­mos de encua­dra­mien­to del sis­te­ma; uno de los ellos, la ruti­na esco­lar. Es el sur­gi­mien­to de una juven­tud orien­ta­da a la acción. Es el sur­gi­mien­to de una juven­tud que se guía por pre­cep­tos mora­les, al pro­po­ner un cam­bio pen­sa­do en las gene­ra­cio­nes veni­de­ras, en sus hijos. Es el sur­gi­mien­to de una juven­tud que no tie­ne mie­do al futu­ro. Es el sur­gi­mien­to de una juven­tud revolucionaria.

las luchas que vienen

Este, y no el resul­ta­do cir­cuns­tan­cial de unas tra­ta­ti­vas con el gobierno, es uno de los fac­to­res que mar­ca­rán las luchas que vie­nen. Los jóve­nes com­pren­den que se tra­ta de una sola lucha, que la edu­ca­ción no está con­fi­na­da a escue­las y cole­gios, sino que abar­ca a toda la socie­dad; ven que una nue­va edu­ca­ción requie­re, en efec­to, de una nue­va socie­dad; entien­den que se debe pro­yec­tar el movi­mien­to por la edu­ca­ción en un movi­mien­to por la uni­dad del pue­blo, en un movi­mien­to por cam­biar­lo todo; y saben que eso reque­ri­rá de tra­ba­jo, orga­ni­za­ción y unidad.

En la actual situa­ción, hay una con­tra­dic­ción inevi­ta­ble. Algunos sos­tie­nen que en estos días y sema­nas se “deci­de todo”. Entienden por ello el des­en­la­ce de las movi­li­za­cio­nes estu­dian­ti­les, cuán­to se gana y cuán­to se pier­de. Nosotros, en cam­bio, no tene­mos nada que per­der; cada lucha es siem­pre un avan­ce, siem­pre deci­si­vo, para for­ta­le­cer la con­cien­cia, la orga­ni­za­ción, la uni­dad. Se tra­ta de otro tipo de cálcu­lo, otro tipo de racio­ci­nio. Avanzamos paso a paso, sin pau­sa, metó­di­ca­men­te, con­fian­do en el pue­blo, orga­ni­zan­do, luchan­do, unien­do, por­que sabe­mos que todas las luchas son una sola lucha, que se resuel­ve según el cri­te­rio de todo o nada, todos o ninguno.

Estrella de la Segunda Independencia Nº29

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