Lo que falta... y lo que sobra

Muchos creen que el despertar de Aysén es una expresión de los problemas específicos de la región. Que es una rebelión en contra de las carencias causadas por la geografía, y que son agravadas por la desidia del Estado. Pero es al revés. Se trata de un movimiento que demanda la satisfacción de las necesidades más acuciantes de los chilenos. Las condiciones de aislamiento, de abandono, solamente amplifican la urgencia de las reivindicaciones. Trabajo, educación, salud, vivienda, justicia, y el derecho de decidir: son exigencias comunes a todas las ciudades y pueblos de Chile. Lo que vemos no es un conflicto en una provincia ignota. Lo que vemos en Aysén es lucha de clases.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº33

La experiencia de Aysén

Chile comien­za el año con gran­des movi­li­za­cio­nes en Aysén, aca­so una de las zonas más sepa­ra­das del res­to del país, debi­do a los acci­den­tes geo­grá­fi­cos y la ausen­cia de vías de comu­ni­ca­ción efi­ca­ces. Viven allí ape­nas unas 100 mil per­so­nas que se con­cen­tran, en medio de una vas­ta exten­sión de más 100 mil kiló­me­tros cua­dra­dos, en dos ciu­da­des, Coyhaique y Puerto Aysén, y en peque­ños pobla­dos, tam­bién apar­ta­dos y de difí­cil acceso.

una apartada región

Y, sin embar­go, en estos días pare­ce que ‑por la mera vir­tud de las movi­li­za­cio­nes de su pueblo- Aysén está en el cen­tro del acon­te­cer nacio­nal. No se pue­de decir lo mis­mo de su ran­go en las prio­ri­da­des de los gober­nan­tes. Durante la dic­ta­du­ra, fue ele­va­da a esla­bón “estra­té­gi­co”. Pero los ambi­cio­sos pro­yec­tos mili­ta­res que­da­ron en poco. La idea de la con­ti­nui­dad de las cone­xio­nes via­les a lo lar­go del país fue reem­pla­za­da, des­pués, por otro tipo de intere­ses ‑qui­zás tam­bién estratégicos- que se fun­da­ban, jus­ta­men­te, en la frag­men­ta­ción del terri­to­rio nacio­nal y en una gran acu­mu­la­ción de tie­rras en manos pri­va­das. Ese pro­ce­so es favo­re­ci­do por el Estado, que tam­bién pro­mue­ve el tras­pa­so de recur­sos natu­ra­les y de dere­chos de agua a mul­ti­na­cio­na­les como Endesa, Xstrata o AES.

Manifestaciones en Aysén

Las actua­les movi­li­za­cio­nes se ini­cia­ron con las pro­tes­tas en con­tra de la Ley de Pesca que pri­vi­le­gia a las gran­des empre­sas extrac­to­ras de los recur­sos mari­nos. Rápidamente se exten­die­ron a otras orga­ni­za­cio­nes, de pobla­do­res, de tra­ba­ja­do­res, de cam­pe­si­nos, juve­ni­les, ambien­ta­les, de comer­cian­tes, que reu­nie­ron sus deman­das en un plie­go común. Mejoras labo­ra­les, en salud, trans­por­te e infra­es­truc­tu­ra, edu­ca­ción, vivien­da, en defen­sa de los recur­sos natu­ra­les: son las exi­gen­cias que ani­man al movimiento.

lucha de clases

Muchos creen que el des­per­tar de Aysén es una expre­sión de los pro­ble­mas espe­cí­fi­cos de la región. Que es una rebe­lión en con­tra de las caren­cias cau­sa­das por la geo­gra­fía, y que son agra­va­das por la desidia del Estado. Pero es al revés. Se tra­ta de un movi­mien­to que deman­da la satis­fac­ción de las nece­si­da­des más acu­cian­tes de los chi­le­nos. Las con­di­cio­nes de ais­la­mien­to, de aban­dono, sola­men­te ampli­fi­can la urgen­cia de las rei­vin­di­ca­cio­nes. Trabajo, edu­ca­ción, salud, vivien­da, jus­ti­cia, y el dere­cho de deci­dir: son exi­gen­cias comu­nes a todas las ciu­da­des y pue­blos de Chile.

Lo que vemos no es un con­flic­to en una pro­vin­cia igno­ta. Lo que vemos en Aysén es lucha de clases.

Pues, a pesar de las apa­rien­cias, no se tra­ta de un pro­ble­ma sim­ple­men­te regio­nal. La base del regio­na­lis­mo típi­co, que recla­ma exen­cio­nes y pri­vi­le­gios fun­da­dos en las par­ti­cu­la­ri­da­des y rique­zas loca­les, es débil. Aquí, el papel de los inter­me­dia­rios polí­ti­cos y socia­les, de aque­llos famo­sos nota­bles pro­vin­cia­nos opues­tos al asfi­xian­te cen­tra­lis­mo, es más redu­ci­do. Al con­tra­rio, y debi­do –precisamente- a sus con­di­cio­nes, Aysén sufre, no de un exce­so de cen­tra­lis­mo, sino de sus falencias.

Manifestaciones en Aysén

Aysén sufre, al igual que el res­to de Chile, del saqueo de sus recur­sos, de la explo­ta­ción de sus tra­ba­ja­do­res, del robo de apor­tes pre­vi­sio­na­les, de la fal­ta de la edu­ca­ción, de las alzas de pre­cios, de la caren­cia de ser­vi­cios de salud. Sufre de la inep­ti­tud e inope­ran­cia de los admi­nis­tra­do­res, de la ver­güen­za aje­na que pro­vo­can sus polí­ti­cos; sufre los efec­tos del fra­ca­so de un régimen.

La res­pues­ta es la mis­ma que hace fal­ta en todo Chile. En Aysén, el pue­blo, ante la ausen­cia y la ban­ca­rro­ta de los tra­di­cio­na­les inter­me­dia­rios polí­ti­cos ‑para cana­li­zar, tra­du­cir, ate­nuar y apla­zar sus demandas- deci­dió actuar direc­ta­men­te. Tomó sus orga­ni­za­cio­nes, por débi­les e imper­fec­tas que sean, y las levan­tó como su emble­ma de uni­dad. Expuso sus deman­das, las con­so­li­dó en una rei­vin­di­ca­ción úni­ca y deci­dió a lan­zar­se a lucha.

Pero tam­bién hay ser cla­ros. Aún fal­ta. Nuestras orga­ni­za­cio­nes socia­les deben ser fuer­tes, de todos, com­ba­ti­vas, diri­gi­das des­de las bases; con líde­res pre­pa­ra­dos, hones­tos, dedi­ca­dos por ente­ro a los intere­ses y nece­si­da­des del pue­blo. La uni­dad tie­ne que gene­ra­li­zar las deman­das del pue­blo, tra­du­cir­las en un pro­gra­ma de lucha; tie­ne que avan­zar hacia for­mas supe­rio­res, abar­car a todos los tra­ba­ja­do­res, pobla­do­res, estu­dian­tes…; debe, en suma, adqui­rir una for­ma polí­ti­ca y social defi­ni­da. La lucha nece­si­ta de una con­duc­ción para ase­gu­rar la vic­to­ria, que mues­tre el camino para cam­biar­lo todo.

Eso es lo que falta.

Porque cora­je es lo que sobra.

Portada de la Estrella de la Segunda Independencia Nº33

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