Un mundo nuevo que nace

Hoy arden las calles en Atenas y en las principales ciudades de Grecia. Las llamas son atizadas por un pueblo que ya ha dejado de lado las antiguas promesas y los nuevos engaños. El fin de la ilusiones lleva al hombre a enfrentar su realidad. Lo lleva a reconocer que solo no puede resolver sus problemas, sino que debe hacerlo como clase, como pueblo, como humanidad. Ahora estamos en la época de la “macropolítica”. Los pueblos se enfrentan, no a sus desdichas particulares, sino a la crisis de un sistema mundial. No hay otra alternativa. No habrá líderes benévolos, ni planes fantásticos, ni grandes o pequeñas reformas que mejoren nuestra situación. Ese mundo de las ilusiones vanas agoniza. En el nuevo mundo que nace, sólo vale nuestro esfuerzo. Y una orientación clara y fundamental: el poder.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº32

2012: La necesidad del poder

Según algu­nos, en 2012 se aca­ba el mun­do. Se cita un oscu­ro calen­da­rio maya para refren­dar la tesis. Esta par­ti­cu­lar pro­fe­cía ape­nas sir­ve como tri­vial tema de con­ver­sa­ción. Lo que sí es ver­dad es que un deter­mi­na­do mun­do efec­ti­va­men­te está lle­gan­do a su fin. Para reco­no­cer­lo, no se requie­re de orácu­los o sig­nos mis­te­rio­sos. Basta la realidad.

la lucha en grecia

Hoy arden las calles en Atenas y en las prin­ci­pa­les ciu­da­des de Grecia. Las lla­mas son ati­za­das por un pue­blo que ya ha deja­do de lado las anti­guas pro­me­sas y los nue­vos enga­ños. Ya ha aban­do­na­do las ilu­sio­nes. Mientras, cer­ca­dos en el edi­fi­cio del par­la­men­to, el gobierno desig­na­do por poten­cias exter­nas, los polí­ti­cos, cum­plían con el “dik­tat” ale­mán, con las impo­si­cio­nes del capi­tal: el vil rema­te de la sobe­ra­nía, de los recur­sos nacio­na­les, y

Protestas en Grecia
Columnas de humo se ele­van sobre Atenas duran­te las pro­tes­tas popu­la­res de Febrero de 2012

el saqueo a los sala­rios de los tra­ba­ja­do­res, la abro­ga­ción de sus dere­chos y con­quis­tas y, sí, la anu­la­ción de fac­to de los demo­crá­ti­cos. Pero aque­llas famo­sas “fuer­zas vivas” de la socie­dad, que pre­ten­den jus­ti­fi­car su cri­men con la invo­ca­ción de una apo­ca­lip­sis eco­nó­mi­ca, en reali­dad fir­ma­ron su pro­pio cer­ti­fi­ca­do de defun­ción. Nada vivo pro­ven­drá ya de esa gente.

una nueva época

Hace ape­nas un año, en estas mis­mas fechas, éra­mos tes­ti­gos del levan­ta­mien­to en Túnez y par­tí­ci­pes de las movi­li­za­cio­nes popu­la­res en Magallanes. Notables en sí mis­mos, estos hechos sólo eran par­te de una ten­den­cia más amplia. En Chile, de Punta Arenas, se pasó al movi­mien­to nacio­nal por la edu­ca­ción. Y la revuel­ta en el nor­te de África se exten­dió de ciu­dad en ciu­dad, país en país. En una región que ‑se decía- esta­ba mar­ca­da por el inmo­vi­lis­mo, el embru­te­ci­mien­to sec­ta­rio, la corrup­ción y el domi­nio impe­ria­lis­ta, se impu­so en las calles un prin­ci­pio dife­ren­te: la ini­cia­ti­va de los pueblos.

el fin de las supersticiones

En pocos meses, ese prin­ci­pio modi­fi­có el esque­ma geo­po­lí­ti­co de la región. No caye­ron todos los gober­nan­tes, pero se que­bra­ron per­ma­nen­te­men­te las bases de los regí­me­nes inter­nos de esas nacio­nes. Los efec­tos no ter­mi­nan ahí. La ini­cia­ti­va popu­lar borró, de un plu­ma­zo, el sus­ten­to de la lla­ma­da “gue­rra en con­tra del terro­ris­mo” pro­mo­vi­da por Estados Unidos. Y trans­mi­tió un espí­ri­tu, un áni­mo, de El Cairo a Madrid, de Trípoli a Tel Aviv, de Saná a Nueva York.

Y más asom­bro­so aún, la ini­cia­ti­va demos­tra­da en la acción direc­ta –sim­bó­li­ca y real– de los pue­blos, afec­tó tam­bién al mun­do de la teo­ría. De gol­pe, dejó en silen­cio a los “pen­sa­do­res” de la “gue­rra de las cul­tu­ras”, a los ensal­za­do­res de la “civi­li­za­ción occi­den­tal”, ame­na­za­da por múl­ti­ples y varia­dos peligros.

Y a la izquier­da, ¿qué pasó con los Toni Negri, con las Marta Harnecker, con los “neo-marxistas”? O sea ¿qué dicen aho­ra los que, en dis­tin­tas for­mas, seña­la­ban la “supera­ción” de las cla­ses, del pue­blo como fac­to­res polí­ti­cos, y que pre­di­ca­ban la “acción local”, lo “post-material”, los “pre­su­pues­tos par­ti­ci­pa­ti­vos”, la “micro­po­lí­ti­ca”? Quizás estén ade­cuan­do, adap­tan­do y remo­zan­do sus plan­tea­mien­tos. Hay una para­do­ja en todo esto. En la super­fi­cie, los “indig­na­dos” euro­peos, los “ocu­pan­tes de Wall Street”, por ejem­plo, pue­den ase­me­jar­se a las “mul­ti­tu­des” pre­go­na­das por algu­nos de aque­llos auto­res. Pero las muje­res y hom­bres reales que se mani­fies­tan, expre­san otro recla­mo, otra bús­que­da: no el retrai­mien­to de los peque­ños gru­pos, sino la masi­vi­dad de la mayo­ría; no la “diver­si­dad” com­pla­cien­te, sino la fuer­za de la unidad.

enfrentar la realidad

No será fácil para la “micro­po­lí­ti­ca”. Ahora esta­mos en la épo­ca de la “macro­po­lí­ti­ca”. Sí. La carac­te­rís­ti­ca prin­ci­pal de estos tiem­pos radi­ca en el reco­no­ci­mien­to prác­ti­co de que los pue­blos se enfren­tan, no a sus des­di­chas par­ti­cu­la­res, sino a la cri­sis de un sis­te­ma mun­dial. Esta cons­ta­ta­ción no sólo clau­su­ra los des­víos de la filo­so­fía y la teo­ría. También ter­mi­na con la qui­me­ra polí­ti­ca de las refor­mas, de los cam­bios par­cia­les, de aque­llos peque­ños par­ches, apli­ca­dos aquí y allá, que podrían per­mi­tir la sub­sis­ten­cia del capital.

El fin de la ilu­sio­nes lle­va al hom­bre a enfren­tar su reali­dad. Lo lle­va a reco­no­cer que solo no pue­de resol­ver sus pro­ble­mas, sino que debe hacer­lo como cla­se, como pue­blo, como humanidad.

las tareas del 2012

En Chile, y en el res­to del mun­do, sig­ni­fi­ca que los tra­ba­ja­do­res, los pobla­do­res, los jóve­nes, debe­mos pre­pa­rar­nos para tomar las rien­das de nues­tros asun­tos. Significa que ya no debe­mos otor­gar con­fian­za en quie­nes quie­ren eri­gir­se en repre­sen­tan­tes del pue­blo. Debemos, en cam­bio, apren­der a con­fiar en nues­tras pro­pias fuer­zas. No siem­pre será fácil. Requerirá de un tra­ba­jo monu­men­tal, de cons­truir la uni­dad de todo el pue­blo y abrir nues­tro camino. Pero no hay otra alter­na­ti­va. No habrá líde­res bené­vo­los, ni pla­nes fan­tás­ti­cos, ni gran­des o peque­ñas refor­mas que mejo­ren nues­tra situa­ción. Ese mun­do de las ilu­sio­nes vanas agoniza.

En el nue­vo mun­do que nace, sólo vale nues­tro esfuer­zo. Y una orien­ta­ción cla­ra y fun­da­men­tal: el poder.

El poder de los pobla­do­res, para que nin­gu­na deci­sión se tome sin ellos.

El poder de los tra­ba­ja­do­res, para orga­ni­zar en cada comu­na una fuer­za para defen­der sus derechos.

El poder de los jóve­nes, para crear una nue­va edu­ca­ción y un des­tino revolucionario.

Por eso, para enfren­tar la reali­dad, para pre­pa­rar­nos, para hacer­nos res­pon­sa­bles de nues­tro des­tino, para luchar, lla­ma­mos a sumar­se al Movimiento Territorial de Pobladores, al Frente Unidad y Fuerza Trabajadores, a la Juventud Revolucionaria, al Frente de Estudiantes Ernesto Guevara. Llamamos a orga­ni­zar­se para crear poder del pue­blo. Lo nece­si­ta­mos: poder para cam­biar­lo todo.

En estos asun­tos las supers­ti­cio­nes no sir­ven. Hay que ser cla­ros: hoy vemos el fin de un vie­jo orden. Hay que apu­rar su muer­te y poner manos a la obra para el alum­bra­mien­to de un mun­do nuevo.

Estrella de la Segunda Independencia Nº32

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