Ahí va un hombre de América

Hugo Chávez ayudó encender, en un momento de grandes retrocesos, una luz para el avance de los pueblos, la posibilidad de nuestra segunda independencia, del poder popular y del socialismo. Su partida no detendrá esta marcha que ya es irreversible y que pronto terminará con los opresores en nuestra continente.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº38

Hugo Rafael Chávez Frías 1954-2013

La muer­te de Hugo Chávez sig­ni­fi­ca la pér­di­da de una per­so­na­li­dad impor­tan­te de nues­tra América. Fue un hom­bre iden­ti­fi­ca­do con la for­ma de ser de nues­tros pue­blos, en su opti­mis­mo, en su acti­vi­dad per­ma­nen­te, en su gene­ro­si­dad y su dedicación.

hijo del caracazo

Chávez, pro­ve­nien­te de una fami­lia humil­de, asu­mió pron­to un papel del líder. Volcó sus inquie­tu­des sobre Venezuela y América, su vene­ra­ción del lega­do del Libertador Simón Bolívar, pero, sobre todo, su preo­cu­pa­ción por el pue­blo al que per­te­ne­cía, en su tra­ba­jo como militar.

Caracazo, febrero de 1989
Caracazo, febre­ro de 1989

La lec­ción del Caracazo, aquel levan­ta­mien­to heroi­co, aho­ga­do en san­gre, en 1989, en los mis­mos días en que en otras lati­tu­des caían los muros y se impo­nía el regla­men­to de la codi­cia y del impe­rio, lo lle­vó a orga­ni­zar­se para la acción. Sumó a otros com­ba­tien­tes en el ejér­ci­to y tra­zó con­tac­tos con orga­ni­za­cio­nes popu­la­res. La cons­pi­ra­ción bus­ca­ba barrer con los trai­do­res, corrup­tos y ven­de­pa­trias que man­ci­lla­ban el sue­lo vene­zo­lano; el régi­men cadu­co de los demo­cra­ta­cris­tia­nos del Copei y los social­de­mó­cra­tas de Acción Democrática que depar­tían frí­vo­los sobre el ham­bre y la mise­ria del pueblo.

El alza­mien­to mili­tar del 23 de abril de 1992 fra­ca­só. Las fuer­zas rebel­des que­da­ron ais­la­das; no ocu­rrió la insu­rrec­ción popu­lar que se había espe­ra­do. Chávez orde­nó reple­gar­se, “por ahora”.

Luego, des­de la cár­cel, ini­ció un camino de cons­truc­ción polí­ti­ca, basa­do en las ideas de ame­ri­ca­nis­tas de Bolívar y en defen­sa de los intere­ses del pue­blo y de la nación ultrajada.

Hugo Chávez tras el frustrado alzamiento militar de 1992
Hugo Chávez tras el frus­tra­do alza­mien­to mili­tar de 1992

En medio de la ban­ca­rro­ta total del régi­men polí­ti­co, Chávez es ele­gi­do pre­si­den­te de Venezuela, con un pro­gra­ma de refor­mas demo­crá­ti­cas y socia­les ele­men­ta­les. Parte de ellas se plas­ma­ron en una nue­va cons­ti­tu­ción. Pero aun esos pasos limi­ta­dos exce­dían lo que podía tole­rar el impe­ria­lis­mo y la bur­gue­sía local.

la exigencia popular

En 2002, un gol­pe digi­ta­do por el impe­ria­lis­mo y las excre­cen­cias oli­gár­qui­cas loca­les, apo­ya­do por nume­ro­sos gobier­nos “demo­crá­ti­cos”, como el de Chile, lo expul­sa del poder y lle­va a un nue­vo cau­ti­ve­rio. Sin embar­go, la lucha de un pue­blo que había comen­za­do a crear su pro­pio pro­ta­go­nis­mo, frus­tró los pla­nes de los traidores.

La exi­gen­cia inhe­ren­te a esa pode­ro­sa res­pues­ta popu­lar empu­jó a Chávez a bus­car un camino que res­pon­die­ra a la nece­si­dad de trans­for­ma­cio­nes más pro­fun­das. Se ini­ció así una com­ple­ja rela­ción entre un nue­vo régi­men que se apo­ya­ba en las masas popu­la­res, pero que no había roto con la cla­se burguesa.

Chávez se man­tu­vo den­tro de los lími­tes del nacio­na­lis­mo bur­gués; en ese sen­ti­do, no fue un revo­lu­cio­na­rio. Pero hizo mucho más que otros que se arro­gan ese títu­lo. Siguió con hon­ra­dez un sinuo­so camino de avan­ces y con­ce­sio­nes. Propendió a crear meca­nis­mos que for­ta­le­cie­ron la posi­ción rela­ti­va de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, como la reor­ga­ni­za­ción de las fuer­zas arma­das, medi­das que favo­re­cie­ron la inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca, la crea­ción de las mili­cias, las misio­nes socia­les, etc.

Respuesta popular al golpe de 1992
El pue­blo vene­zo­lano resis­tió al gol­pe de 2002 y reins­tau­ró a Chávez en el gobierno

un legado de dignidad

Los resul­ta­dos de estas deci­sio­nes están aún en dispu­ta. Lo que no se pue­de dis­cu­tir, es que Chávez fue un hom­bre que asu­mió la repre­sen­ta­ción de su pue­blo, de los habi­tan­tes de las parro­quias, de los tra­ba­ja­do­res, de los indí­ge­nas, de los jóve­nes, de las muje­res, de los niños, de los sol­da­dos, de los edu­ca­do­res y artis­tas, de los siem­pre nega­dos, de los tra­di­cio­nal­men­te sojuz­ga­dos, en el recla­mo por su dignidad.

A tra­vés de Chávez, la dig­ni­dad de aquel bra­vo pue­blo, la dig­ni­dad ame­ri­ca­na, se hizo pre­sen­te nue­va­men­te en el mun­do. Impulsó la soli­da­ri­dad en el con­ti­nen­te y con­tri­bu­yó a fre­nar los desig­nios del impe­rio en nues­tras tierras.

Por ello, se gran­jeó el odio de los pode­ro­sos, quie­nes se rego­ci­jan, como los bui­tres que son, de su des­apa­ri­ción física.

Pero se ganó el res­pe­to de millo­nes que lo reco­no­cie­ron como uno de noso­tros, como un hom­bre del pue­blo, un patriota.

Hugo Chávez ayu­dó encen­der, en un momen­to de gran­des retro­ce­sos, una luz para el avan­ce de los pue­blos, la posi­bi­li­dad de nues­tra segun­da inde­pen­den­cia, del poder popu­lar y del socialismo.

Su par­ti­da no deten­drá esta mar­cha que ya es irre­ver­si­ble y que pron­to ter­mi­na­rá con los opre­so­res en nues­tra continente.

Hay hom­bres que no mue­ren, pues los pue­blos toman su lugar y pro­si­guen el camino. Y lo lle­va­rán has­ta el final.

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