Reformismo o revolución

La labor de los revolucionarios es sistemática y realista. Propone construir un nuevo orden hoy, cuando es necesario, no en un futuro indefinido. Llamamos a combatir el reformismo, en todas sus variantes. Convocamos a abstenerse en las próximas elecciones y a profundizar la lucha por las demandas populares; por la educación, la salud, el trabajo, la vivienda, por la dignidad.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº44

Educación gra­tui­ta, nacio­na­li­za­ción del cobre, regio­na­li­za­ción, asam­blea cons­ti­tu­yen­te, nue­vo códi­go labo­ral, aumen­to del sala­rio míni­mo, fin al lucro, nue­vos hos­pi­ta­les, AFP esta­tal, bono mar­zo, con­do­na­ción de las deu­das, marihua­na legal, mejo­res suel­dos, reco­no­ci­mien­to a los pue­blos ori­gi­na­rios, pane­les sola­res para todos, Estado fede­ral, Buen Vivir y ciclo­vías. La polí­ti­ca chi­le­na pare­ce haber sucum­bi­do a una ver­da­de­ra fie­bre. Los can­di­da­tos com­pi­ten ya no según sus ali­nea­cio­nes polí­ti­cas e ideo­ló­gi­cas, sino por quién ofre­ce más cam­bios al sis­te­ma. Así, Matthei dice defen­der el mode­lo de la social­de­mo­cra­cia sue­ca; Bachelet, res­pon­sa­ble polí­ti­ca de la repre­sión a los mapu­che, estu­dian­tes y tra­ba­ja­do­res, sos­tie­ne aho­ra que es injus­to haber­les apli­ca­do la ley anti­te­rro­ris­ta a los pri­me­ros; Marco Enríquez-Ominami, quien había abo­ga­do por la pri­va­ti­za­ción de Codelco, está hoy por la nacio­na­li­za­ción de todos los recur­sos natu­ra­les… Se podría con­ti­nuar, pero se tra­ta de los efec­tos del noví­si­mo refor­mis­mo criollo.

teoría... y praxis

El refor­mis­mo des­pier­ta lue­go de un plá­ci­do sue­ño de varias déca­das en que pri­mó la anu­la­ción de refor­mas apli­ca­das en épo­cas ante­rio­res. Hay dos for­mas de enten­der su sig­ni­fi­ca­do. Una, es su expre­sión ideo­ló­gi­ca, el pos­tu­la­do gene­ral de que no se debe cam­biar el actual sis­te­ma, sino mejo­rar­lo. De ese modo, argu­men­tan, se evi­ta­rían los tras­tor­nos y los cos­tos que con­lle­va toda trans­for­ma­ción fun­da­men­tal. Esta doc­tri­na tie­ne amplia acep­ta­ción: des­de el libe­ra­lis­mo has­ta nues­tro Partido Comunista local abra­zan, con diver­sos mati­ces y con­si­de­ra­cio­nes, el cri­te­rio de que las refor­mas den­tro del sis­te­ma cons­ti­tu­yen la for­ma rea­lis­ta de lograr cambios.

Ese es el plano de la teo­ría. En la pra­xis, las cosas son bas­tan­te dis­tin­tas. El refor­mis­mo apa­re­ce allí no con bue­nas razo­nes y con­se­jos pru­den­tes, sino como una fun­ción polí­ti­ca del capi­tal para sal­var el orden que lo sus­ten­ta. Aparece, como hoy, en los momen­tos de cri­sis, de agu­di­za­ción de la lucha de cla­ses, como reme­dio o solu­ción a los pro­ble­mas que pre­ten­di­da­men­te cau­san las tur­bu­len­cias socia­les. En esa fun­ción polí­ti­ca radi­can tam­bién las con­tra­dic­cio­nes del refor­mis­mo “prác­ti­co”. Al mis­mo tiem­po que bus­ca ate­nuar la lucha de cla­ses, ayu­da a hacer­la más visi­ble, a dar­le cau­ces con­cre­tos, a fijar metas y deve­lar las posi­cio­nes de todas las fuer­zas políticas.

El refor­mis­mo remen­da­do de hoy per­te­ne­ce a esa últi­ma cate­go­ría. Lejos de pro­po­ner cam­bios reales, aun den­tro del sis­te­ma, aspi­ra al míni­mo común deno­mi­na­dor que pro­te­ja al capi­tal al menor cos­to posi­ble. La pre­gun­ta es cuál es ese “míni­mo”. Todas las fuer­zas polí­ti­cas pare­cen coin­ci­dir en que se tra­ta de cam­bios en la edu­ca­ción. Impresionadas y gol­pea­das por las movi­li­za­cio­nes de 2011, apues­tan a que refor­mas apli­ca­das en ese terreno ayu­den a apla­car futu­ras movilizaciones.

lucha de clases

Pero actuar al azar no es pru­den­te. No fre­na la lucha de cla­ses, la impul­sa. Por ejem­plo, la edu­ca­ción gra­tui­ta ofre­ci­da como pren­da de cam­pa­ña por Bachelet es, en reali­dad, una pro­me­sa que debe­rá rea­li­zar el gobierno sub­si­guien­te, en 2020. Durante su pro­ba­ble man­da­to, espe­ra man­te­ner, en lo esen­cial, el esque­ma pro­pues­to por Piñera. Otro ejem­plo: ante la cri­sis del sis­te­ma de pen­sio­nes, ofre­ce una AFP esta­tal. Pero con eso, se crea­ría una enti­dad ase­gu­ra­da con una garan­tía –tácita- del fis­co, mien­tras los fon­dos del res­to de las AFP segui­rían suje­tos al peli­gro de ser borra­dos por la espe­cu­la­ción financiera.

En otras pala­bras, ¿se pue­de fre­nar el movi­mien­to por la edu­ca­ción pro­me­tien­do edu­ca­ción gra­tui­ta, pero sin dar­la en reali­dad? ¿Se pue­de impe­dir la esta­ti­za­ción de todos los fon­dos de pen­sio­nes y, a la vez, crear las con­di­cio­nes que ace­le­ran exac­ta­men­te esa medi­da, pero ya no como “refor­ma”, sino como nece­si­dad extre­ma? ¿Son rea­lis­tas esas apuestas?

El pro­ble­ma se hace más evi­den­te cuan­do las medi­das pro­pues­tas adop­tan un tin­te más “radi­cal”. Hay quien lla­ma a nacio­na­li­zar el cobre y, a la vez, quie­re cobrar­le más impues­tos a las mine­ras tras­na­cio­na­les. ¿Cómo cua­dra eso?

He ahí la con­tra­dic­ción supre­ma de este tipo de refor­mis­mo que coin­ci­de con la cri­sis del régi­men polí­ti­co; es decir, con la pro­gre­si­va anu­la­ción de la capa­ci­dad de con­duc­ción polí­ti­ca de la bur­gue­sía. No aco­me­te refor­mas reales, sino bus­ca reac­cio­nar ante estí­mu­los cuyo ver­da­de­ro sig­ni­fi­ca­do no es capaz de des­ci­frar. Como un tras­no­cha­do juga­dor, está obli­ga­do a doblar una y otra vez su apues­ta, has­ta que lle­ga el momen­to de la ban­ca­rro­ta. El refor­mis­ta, que había comen­za­do la vela­da con altas espe­ran­zas y un tra­je impe­ca­ble, mira­rá enton­ces en su derre­dor, con los ojos vidrio­sos y desesperados.

Así, la cri­sis se pro­fun­di­za­rá. Se vuel­ve gene­ral y cada vez más aje­na a la volun­tad y los meca­nis­mos de con­duc­ción de quie­nes pre­ten­den sal­var el sis­te­ma. La opción, enton­ces, será la de con­ti­nuar con el decli­ve que lle­va a extre­mar los anta­go­nis­mos en la socie­dad o impo­ner una solu­ción revo­lu­cio­na­ria a la incer­ti­dum­bre y el des­or­den crea­dos des­de arriba.

el dilema

Reformismo o revo­lu­ción. El dile­ma no expre­sa un pro­ble­ma teó­ri­co: noso­tros, los revo­lu­cio­na­rios, lucha­mos dia­ria­men­te por las deman­das popu­la­res, es decir, por medi­das que bien podrían des­cri­bir­se como “refor­mas” a este sis­te­ma. La dife­ren­cia es prác­ti­ca. No cree­mos en ilu­sio­nes, en los gol­pes de suer­te. No actua­mos cuan­do ya es dema­sia­do tar­de, y de mane­ra pre­ci­pi­ta­da. No pos­tu­la­mos la impru­den­cia de ensa­yar solu­cio­nes par­cia­les, que no ali­vian, sino agra­van los pro­ble­mas. Rechazamos la pre­ten­sión faná­ti­ca e insen­sa­ta de man­te­ner con vida a un orden que ya está muriendo.

Al con­tra­rio, la labor de los revo­lu­cio­na­rios es sis­te­má­ti­ca y rea­lis­ta. Apela a la sen­sa­tez. Rechaza el fana­tis­mo de quie­nes se afe­rran al poder o aspi­ran a obte­ner una peque­ña cuo­ta de él. Enfrenta el temor de quie­nes creen que es impo­si­ble un cam­bio. Propone cons­truir un nue­vo orden hoy, cuan­do es nece­sa­rio, no en un futu­ro inde­fi­ni­do o cuan­do un des­tino míti­co así lo disponga.

Por estas razo­nes, lla­ma­mos a com­ba­tir el refor­mis­mo, en todas sus varian­tes. Convocamos a abs­te­ner­se en las pró­xi­mas elec­cio­nes y a pro­fun­di­zar la lucha por las deman­das popu­la­res; por la edu­ca­ción, la salud, el tra­ba­jo, la vivien­da, por la dig­ni­dad. Hoy lo que impor­ta, no son los can­di­da­tos y los votos, sino la orga­ni­za­ción y la movi­li­za­ción. Lo que impor­ta es cons­truir una con­duc­ción de la cla­se trabajadora.

Hoy la tarea es pre­pa­rar la victoria.

Debemos unir­nos,

Debemos orga­ni­zar­nos,

Debemos luchar,

Debemos ven­cer.

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