

El asesinato de un joven en el Panguipulli estremeció a todo el país. Tras la ejecución los carabineros escaparon como delincuentes. No es la forma en que actúa quien dice sólo defenderse. Es la forma en que actúan los asesinos que tienen temor. Es el miedo al pueblo. Demuestra la principal consecuencia del levantamiento popular iniciado el 18 de octubre: el surgimiento de un auténtico poder el pueblo.
El verdadero dilema está planteado desde la expansión del virus: ¿debe primar la vida o las ganancias del capital? La solución al problema no se encontrará en una vacuna. La solución está en quién tiene el poder. Quién decide, y en función de qué intereses y objetivos. Esta peste moderna, si algo bueno ha tenido, es que ha nos ha acercado en toda su profundidad a esta interrogante.
El régimen le teme al poder del pueblo. Por eso ofrece concesiones y promesas. Pero esta contraposición de poderes no se puede mantener en el tiempo. Con cada victoria, los trabajadores se preparan para una definición: ¡vamos por todo!
El plebiscito crea una situación nueva. El régimen esperaba consenso, pero obtuvo lucha de clases. Ahora, se enfrenta el poder legítimo del pueblo contra un orden que se aferra a la constitución pinochetista, repudiada por la lucha popular y el 80% conquistado en las urnas.