¡Que se vayan todos!

La línea divisoria ya está trazada, es una marca de desprecio moral. Por un lado, un régimen podrido y desvencijado, por el otro, los trabajadores, un pueblo entero. Un pueblo que debe hoy prepararse para asumir las riendas del país. Pues la crisis del régimen admite una sola solución: ¡Que se vayan! ¡Que se vayan todos!
La Estrella de la Segunda Independencia Nº53

Y así vie­nen, así se dejan caer sobre noso­tros; las inmen­sas rique­zas de nues­tro sue­lo son dispu­tadas a peda­zos por las casas extran­je­ras y ellos vien­do la indo­len­cia y la imbe­ci­li­dad tro­glo­di­ta de los pobla­do­res del país, se sien­ten amos y les tra­tan como a laca­yos, cuan­do no como a bes­tias. Ellos fijan los pre­cios de nues­tros pro­duc­tos, ellos fijan los pre­cios de nues­tra mate­ria pri­ma al salir del país y lue­go nos fijan otra vez los pre­cios de esa mis­ma mate­ria pri­ma al vol­ver al país ela­bo­ra­da. Y como si esto fue­ra poco, ellos fijan el valor coti­diano de nues­tra moneda. […]

¡Qué des­pre­cio deben sen­tir los seño­res del cobre por sus abogados!

¡Qué asco debe sen­tir en el fon­do de su alma en el amo de nues­tras fuer­zas eléc­tri­cas por los patrió­ti­cos tin­te­ri­llos que defien­den sus intere­ses en des­me­dro de los intere­ses del país!

Y no es cul­pa del extran­je­ro que vie­ne a nego­cios en nues­tra tie­rra. Se com­pra lo que se ven­de; en un país en don­de se ven­de con­cien­cias, se com­pra con­cien­cias. La ver­güen­za es para el país. El opro­bio es para el ven­di­do, no para el comprador. […]

Un Congreso que era la feria sin pudi­cia de la imbe­ci­li­dad. Un Congreso para hacer onces bue­nas y dis­cur­sos malos. […]

Y no con­ten­tos con tener la mano en el bol­si­llo de la Nación, no han fal­ta­do gober­nan­tes que emplea­ran a cos­ti­llas del Fisco a más de algu­na de sus con­quis­tas amo­ro­sas, pagan­do con dine­ros del país sus ratos de pla­cer. ¿Y éstos son los que se atre­ven hablar de patrio­tis­mo? Roban, corrom­pen las admi­nis­tra­cio­nes y, como si esto fue­ra poco, con­vier­ten al Estado en un cabrón de casa pública.”

Estas líneas del “Balance Patriótico” de Vicente Huidobro refle­jan la indig­na­ción fren­te a un régi­men polí­ti­co cuya decre­pi­tud es sólo supe­ra­da por su inca­pa­ci­dad para ser­vir a los intere­ses del país. Pero el poe­ta escri­bió su acu­sa­ción no hoy, sino en 1925.

la corrupción del capital

Tal como hace 90 años, los recien­tes escán­da­los no mues­tran nada nue­vo. La tra­ma del gru­po Penta para defrau­dar al fis­co, y de paso, finan­ciar a la UDI; de Soquimich, para esta­fas bur­sá­ti­les a gran esca­la, robar­le al fis­co, y, de paso, pagar­le sus “ser­vi­cios” a polí­ti­cos de la Concertación y la Derecha, a jue­ces y fun­cio­na­rios; del gru­po Luksic, para cul­ti­var sus víncu­los con el actual gobierno y, de paso, ayu­dar a los nego­cios espe­cu­la­ti­vos de la fami­lia pre­si­den­cial; todo esto, no nue­vo. No son “irre­gu­la­ri­da­des”. Es, al con­tra­rio, una regu­la­ri­dad del Estado chileno.

En Chile, el domi­nio de la cla­se bur­gue­sa está asen­ta­do sobre la depen­den­cia al exte­rior y al some­ti­mien­to de capi­ta­les forá­neos. Es inevi­ta­ble, por ende, que los suce­si­vos regí­me­nes polí­ti­cos se hayan com­pues­to por hom­bres com­pra­dos por “casas extran­je­ras”. Y si eso ocu­rre en la cúpu­la polí­ti­ca, es sólo natu­ral que la corrup­ción se haya exten­di­do a todo el apa­ra­to esta­tal. Pero la amplia­ción del Estado en el siglo XX, la incor­po­ra­ción de las lla­ma­das cla­ses medias y de sus par­ti­dos, con­vier­te a la corrup­ción en un pro­ce­so más com­ple­jo, con vida pro­pia. Los oli­gar­cas –anti­guos y actuales- sim­ple­men­te tra­du­cen sus nego­cios en deci­sio­nes de gobierno. Los polí­ti­cos y fun­cio­na­rios peque­ño­bur­gue­ses, adi­cio­nal­men­te, crean una infi­ni­ta mara­ña de intere­ses y rela­cio­nes… para robar también.

No me den nada, pón­ga­me don­de ‘hai­ga’” es la con­sig­na céle­bre de la corrup­ción de los gobier­nos radi­ca­les, con­ti­nua­da con Ibáñez, que había pro­me­ti­do “pasar la esco­ba”, y con Alessandri, que cam­bió la Papelera por La Moneda y cuya supues­ta sobrie­dad sólo era la expre­sión de su fal­ta de luces. La Democracia Cristiana ele­vó el sis­te­ma a nue­vas cum­bres, con los famo­sos des­fal­cos cam­bia­rios, sus lici­ta­cio­nes con nom­bre y ape­lli­do, y como dis­tri­bui­do­ra de los fon­dos negros de la CIA para com­prar par­la­men­ta­rios y finan­ciar conspiraciones.

La dic­ta­du­ra reem­pla­zó esas for­mas tra­di­cio­na­les de la corrup­ción con el asal­to a mano arma­da, con el saqueo de las rique­zas nacio­na­les, empre­sas del Estado, minis­te­rios, hos­pi­ta­les, escue­las, muni­ci­pa­li­da­des…, no que­dó pie­dra sobre pie­dra. Hoy, algu­nos sabios lla­man a este ejer­ci­cio, que se com­pa­ra a las incur­sio­nes de los hunos, “moder­ni­za­ción capitalista”.

el robo legitimado

No es casua­li­dad esta “fal­si­fi­ca­ción ideo­ló­gi­ca”, como se dice hoy. El régi­men actual tie­ne, jus­ta­men­te, como pro­pó­si­to lega­li­zar y dar una legi­ti­ma­ción “demo­crá­ti­ca” al latro­ci­nio de la dic­ta­du­ra. Es su con­ti­nua­ción con otros medios y sobre una base dis­tin­ta: la subor­di­na­ción a un blo­que bur­gués homo­gé­neo, coman­da­do por el capi­tal trans­na­cio­nal y los gran­des gru­pos eco­nó­mi­cos inter­nos, y diri­gi­do polí­ti­ca­men­te por una gran coa­li­ción impe­ne­tra­ble, Alianza y Concertación, y sus saté­li­tes y aspi­ran­tes de todos los colo­res; es la “cla­se polí­ti­ca”. Pero el tér­mino no es exac­to. No es una cla­se, ni es polí­ti­ca. La pro­gre­si­va degra­da­ción del régi­men ha con­ver­ti­do a ese minúscu­lo gru­po que pue­bla el gobierno, las ofi­ci­nas públi­cas, las muni­ci­pa­li­da­des y los direc­to­rios de las empre­sas en una aso­cia­ción simi­lar a los car­te­les mafio­sos. No es ideo­lo­gía, son los víncu­los fami­lia­res o la volun­tad de par­ti­ci­par del robo gene­ra­li­za­do lo que los man­tie­ne unidos.

Retrocedamos una déca­da y media. ¿Alguien recuer­da cuan­do se supo que, cada mes, minis­tros, sub­se­cre­ta­rios, jefes de ser­vi­cio y altos fun­cio­na­rios de gobierno reci­bían un suel­do adi­cio­nal, en un sobre, sin pre­gun­tas, bole­ta ni reci­bo? La pla­ta la ponían los gru­pos eco­nó­mi­cos que se adju­di­ca­ban, a cam­bio, las con­ce­sio­nes de infra­es­truc­tu­ra del país, carre­te­ras, puer­tos, edi­fi­cios. Todo un gabi­ne­te, enton­ces, coimea­do del modo más bur­do y sucio, sin que nadie dije­ra nada. Todo un pre­su­pues­to fis­cal con­di­cio­na­do por la entre­ga vil de recur­sos estra­té­gi­cos. Fue el caso MOP-Gate, que ter­mi­nó con un acuer­do de impu­ni­dad, una auto­am­nis­tía dic­ta­da por la Derecha y la Concertación.

la cri­sis del régimen

Entonces, lo que se ha cono­ci­do en estos días no es nue­vo. Lo que sí es nue­vo, es el con­tex­to, las con­di­cio­nes. La actual cri­sis del régi­men polí­ti­co se expre­sa en su inca­pa­ci­dad de diri­gir la socie­dad y, sobre todo, en la pér­di­da de todo nexo sig­ni­fi­ca­ti­vo con la socie­dad. Como en un bar­co que se hun­de, los polí­ti­cos del sis­te­ma se miran con rece­lo, aca­pa­ran víve­res y ocul­tan sus dagas, mien­tras obser­van la tor­men­ta que se vie­ne. Pretenden cerrar el asun­to con más leyes, pero saben que no hay refor­ma posi­ble que pue­da regu­lar “la rela­ción entre polí­ti­ca y los nego­cios”. Es impo­si­ble; han con­ver­ti­do a la polí­ti­ca mis­ma en un nego­cio más.

cómplices útiles

Los que no lo saben o pre­ten­den no saber­lo, son los adve­ne­di­zos, los que se subie­ron al buque cuan­do éste ya hacía agua. Con el fana­tis­mo de los con­ver­sos, el PC cele­bra “la altu­ra éti­ca” del inde­cen­te hijo de la pre­si­den­ta, jus­ti­fi­ca el robo vul­gar ase­gu­ran­do que “no es ile­gal”, y denues­ta a todo quien cri­ti­que, adu­cien­do que eso… ¡“le hace el jue­go a la dere­cha”! No se pue­de razo­nar con quie­nes volun­ta­ria­men­te eli­gen arras­trar­se en el lodo. Además, no son los úni­cos. Hay más pasa­je­ros “revo­lu­cio­na­rios” y “socia­lis­tas” que espe­ran en el mue­lle para ser embar­ca­dos al “Titanic”. Pero hay que hacer una demar­ca­ción cla­ra. Hay una tra­di­ción, figu­ras his­tó­ri­cas, que no mere­cen ser mez­cla­das con tan­ta sucie­dad. Quien pre­ten­da equi­pa­rar a Allende, a Neruda, a Víctor Jara con la puja por los pues­tos de ase­so­res, por los pro­yec­tos “ase­gu­ra­dos”, una pegui­ta por allí, una sub­ven­ción por allá –¿o aca­so no es así, com­pa­ñe­ros?- con Soquimich, Luksic, y sus tes­ta­fe­rros, es quien ver­da­de­ra­men­te le hace el tra­ba­jo a la dere­cha, pues borra todo sen­ti­do a la idea de izquier­da, de socia­lis­mo, de hon­ra­dez elemental.

que se vayan todos

Pero la línea divi­so­ria ya está tra­za­da, es una mar­ca de des­pre­cio moral. Por un lado, un régi­men podri­do y des­ven­ci­ja­do, por el otro, los tra­ba­ja­do­res, un pue­blo ente­ro. Un pue­blo que debe hoy pre­pa­rar­se para asu­mir las rien­das del país. Pues la cri­sis del régi­men admi­te una sola solu­ción: ¡Que se vayan!

¡Que se vayan todos!

Baja este número de "La Estrella de la Segunda Independencia" en formato pdf. Imprime y difúndelo.