1° de Mayo 2015: ¡Que se vayan todos! Todo el poder a los trabajadores

Que se vayan todos, es el requisito para asegurar educación, salud y vivienda de carácter gratuito, igualitario y universal para todos los chilenos; para nacionalizar las industrias estratégicas del país, sus recursos naturales y al sector financiero; para sustituir el aparato armado del Estado por un auténtico ejército del pueblo; en suma, para que el putrefacto régimen de los corruptos de paso a un gobierno de los trabajadores, de la clase que, día a día, echa a andar a nuestro país, y que lo ponga a la vanguardia de la Segunda Independencia de nuestra América.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº55

Los tra­ba­ja­do­res enfren­ta­mos gran­des decisiones.

En pocos meses, el régi­men polí­ti­co impe­ran­te ha evi­den­cia­do su inca­pa­ci­dad para con­ti­nuar diri­gien­do el país. La com­bi­na­ción entre gran­des capi­ta­les extran­je­ros y gru­pos eco­nó­mi­cos inter­nos, par­ti­dos polí­ti­cos y el apa­ra­to del Estado, ase­me­ja hoy una for­ta­le­za sitia­da. Están solos, sin apo­yo ni legi­ti­mi­dad. Hablan de una cri­sis “ins­ti­tu­cio­nal”, “de con­fian­za”, “polí­ti­ca”. Creen que aque­lla cri­sis se debe a los casos de corrup­ción que se han deve­la­do. Se equi­vo­can. La indig­na­ción ante los ladro­nes y ven­di­dos de los chi­le­nos es inne­ga­ble, pero nadie real­men­te está sor­pren­di­do. Mientras polí­ti­cos y poten­ta­dos tiem­blan ante las pró­xi­mas bole­tas fal­sas que se cono­ce­rán, el pue­blo hace tiem­po que les nie­ga la pre­sun­ción de ino­cen­cia. Son cul­pa­bles todos: los que roban, los que se pros­ti­tu­yen y los que son cóm­pli­ces, por debi­li­dad moral o cobar­día política.

las “salidas” a la crisis

La cri­sis del régi­men polí­ti­co vie­ne de antes. Hace tiem­po, los tra­ba­ja­do­res saben que este régi­men corrup­to impi­de la satis­fac­ción de sus nece­si­da­des y deman­das más urgen­tes. Saben que este régi­men impi­de que se reco­noz­can sus dere­chos. Saben que este régi­men per­mi­te el saqueo de nues­tra patria. Y ya no dan su con­sen­ti­mien­to a quie­nes man­tie­nen ata­do al país para bene­fi­cio de unos pocos.

Esa es la cri­sis. Es par­te de una ten­den­cia mun­dial. Es par­te de la épo­ca en que vivimos.

Pero acá, los gober­nan­tes, par­la­men­ta­rios, par­ti­dos y sus man­dan­tes capi­ta­lis­tas igno­ran esas cau­sas. Según ellos, se tra­ta de un pro­ble­ma interno del régi­men que se resuel­ve con una o dos medi­das. La pre­gun­ta es… ¿cuál? ¿Es la vie­ja Concertación o la socie­dad, los pasa­je­ros que no pagan la micro? ¿Hay que cam­biar el gabi­ne­te o el Congreso Nacional ente­ro, con elec­cio­nes anti­ci­pa­das? ¿La jus­ti­cia debe dejar de inves­ti­gar o tie­ne que seguir un poco más? ¿Hay que hacer un acuer­do de los par­ti­dos del sis­te­ma, de la UDI al PC, o es, más bien, un asun­to del gobierno?

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Hay que defi­nir­se. Pero el gobierno optó por “todas las ante­rio­res” en sus recien­tes anun­cios, Ahora, los par­ti­dos del sis­te­ma, apar­te de robar, van a ser finan­cia­dos por el Estado. A las actua­les leyes y ele­men­ta­les reglas de la decen­cia que hoy no se cum­plen, se le agre­ga­rán nue­vas nor­mas, que tam­po­co se res­pe­ta­rán. La corrup­ción no se debe a un des­cui­do del legis­la­dor; es, al con­tra­rio, el modo del fun­cio­na­mien­to del sis­te­ma. La noví­si­ma “sali­da polí­ti­ca” actual encu­bre el mis­mo “borrón y cuen­ta nue­va” que siguió al escán­da­lo MOP-Gate hace una déca­da. Entonces, se dije­ron las mis­mas cosas. Al cabo de un tiem­po, inclu­so siguió una “nue­va cons­ti­tu­ción”; bas­tan­te pare­ci­da a la de Pinochet, pero con ¡la fir­ma del pre­si­den­te Lagos!

lucha de clases

Esto se debe a que el régi­men corrup­to, a estas altu­ras, sólo ati­na a bus­car solu­cio­nes para sí mis­mo, no para la socie­dad. Su polí­ti­ca se limi­ta a su pro­pio círcu­lo: un par de dece­nas de miles de per­so­nas (o aca­so menos), entre empre­sa­rios, polí­ti­cos, abo­ga­dos, ope­ra­do­res, ase­so­res y buró­cra­tas, inclu­yen­do a los inge­nuos y aspi­ran­tes que les hacen barra des­de afuera.

Y a esto se debe que los cam­bios pro­me­ti­dos por el gobierno en las elec­cio­nes pasa­das sean hoy irre­le­van­tes. No hay refor­mas socia­les, sino neo­rre­for­mis­mo: medi­das des­ti­na­das a pro­te­ger al régi­men polí­ti­co de las deman­das de la pobla­ción, para ais­lar­lo de la lucha de cla­ses. Así, hemos teni­do una refor­ma edu­ca­cio­nal para los gran­des sos­te­ne­do­res pri­va­dos, una refor­ma tri­bu­ta­ria para los ricos y una refor­ma labo­ral para los empre­sa­rios. Es decir, una ilu­sión de refor­ma con bene­fi­cios reales para los mis­mos de siempre.

debemos prepararnos

Los tra­ba­ja­do­res enfren­ta­mos gran­des decisiones.

Es hora de dejar las ilu­sio­nes. Algunos hablan de Asamblea Constituyente, otros se ofre­cen como refuer­zo al régi­men des­de la izquier­da extra­par­la­men­ta­ria. No se pue­de ope­rar con ente­le­quias y opor­tu­nis­mo. Es hora de pasar al terreno de la reali­dad, la lucha de cla­ses. Este régi­men cadu­co ya no pue­de sub­sis­tir. Para impe­dir que siga hun­dien­do a Chile, hay que ter­mi­nar con él. Es nece­sa­rio que se vayan todos. Sin eso, las deman­das popu­la­res, de edu­ca­ción, salud, vivien­da, tra­ba­jo, no podrán cum­plir­se. Mientras con­ti­núe este régi­men, los corrup­tos segui­rán hacien­do de las suyas y bur­lán­do­se de nosotros.

que se vayan todos

Que se vayan todos, es el requi­si­to para ase­gu­rar edu­ca­ción, salud y vivien­da de carác­ter gra­tui­to, igua­li­ta­rio y uni­ver­sal para todos los chi­le­nos; para nacio­na­li­zar las indus­trias estra­té­gi­cas del país, sus recur­sos natu­ra­les y al sec­tor finan­cie­ro; para sus­ti­tuir el apa­ra­to arma­do del Estado por un autén­ti­co ejér­ci­to del pue­blo; en suma, para que el putre­fac­to régi­men de los corrup­tos de paso a un gobierno de los tra­ba­ja­do­res, de la cla­se que, día a día, echa a andar a nues­tro país, y que lo pon­ga a la van­guar­dia de la Segunda Independencia de nues­tra América.

Que se vayan todos, es el lla­ma­do que espan­ta a los cri­mi­na­les e indig­nos, a los trai­do­res y ven­de­pa­trias. Y es la voz de aten­ción para los tra­ba­ja­do­res de Chile, la con­vo­ca­to­ria a pre­pa­rar­se para levan­tar a la patria de la inac­ción, del retra­so y la ver­güen­za en que ha sido sumida.

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