El pueblo responderá

El mortal ataque en contra de los trabajadores es una maniobra desesperada de un régimen en crisis. Golpea a las luchas cuando son aisladas. Hoy, a los mineros. Ayer, a los profesores en el parlamento. El pueblo responderá a este crimen. Frenará esta escalada violenta. Hay suficientes dirigentes honestos, hay suficientes obreros, pobladores, estudiantes que oponen su decoro a infamia de un régimen que quiere mantenerse vivo succionando sangre de chilenos.

El ase­si­na­to de Nelson Quichillao a manos de Carabineros demues­tra la infa­mia que rei­na en este país. La movi­li­za­ción de los tra­ba­ja­do­res sub­con­tra­ta­dos del cobre ha reci­bi­do como res­pues­ta, en diver­sos pun­tos del país, la mili­ta­ri­za­ción de rutas y loca­li­da­des, la per­se­cu­ción y la vio­len­cia. Como si fue­ran inva­so­res en un país ocu­pa­do, las fuer­zas poli­cia­les se abren paso a bala­zos y con la evi­den­te inten­ción de matar, como ha que­da­do com­pro­ba­do en El Salvador.

El ata­que no fue acci­den­tal, sino que pre­pa­ra­do. En los días pre­vios, los geren­tes de Codelco habían crea­do las con­di­cio­nes: sos­te­nían que había peli­gro de “robos”, y que se debía aumen­tar la “segu­ri­dad” de las ins­ta­la­cio­nes. La calum­nia pre­ce­de al ase­si­na­to y es la base de la jus­ti­fi­ca­ción legal que esgri­men los asesinos.

El ata­que no es una excep­ción, sino una regu­la­ri­dad his­tó­ri­ca. En 1966, duran­te el gobierno de la “Revolución en Libertad” de Eduardo Frei Montalva, el Ejército ase­si­nó a seis per­so­nas que bus­ca­ban pro­te­ger­se en el sin­di­ca­to mine­ro de El Salvador. Tal como enton­ces, el gobierno inten­tó cul­par a los tra­ba­ja­do­res des­ar­ma­dos de su pro­pia muer­te. Y tal como enton­ces, no fal­ta­ron quie­nes, en vez de defen­der a la cla­se tra­ba­ja­do­ra, pre­ten­den dar­le un uso opor­tu­nis­ta a los acon­te­ci­mien­tos. ¿Cómo es posi­ble que hoy haya voces que, sobre la san­gre de un hom­bre que luchó, pre­ten­dan aho­ra pre­sio­nar… ¡sobre el trá­mi­te legis­la­ti­vo de la “refor­ma labo­ral” del gobierno¡? ¡Qué inconciencia!

Los cul­pa­bles deben pagar lo que hicie­ron. Los cul­pa­bles son Carabineros, que actúa al modo de los para­mi­li­ta­res colom­bia­nos, fuer­za mer­ce­na­ria y pri­va­da de empre­sa­rios para rom­per huel­gas, ame­na­zar a tra­ba­ja­do­res, sem­brar el mie­do, gol­pear, y matar.

Los cul­pa­bles son los patro­nes, los empre­sa­rios, que se valen de la fuer­za del Estado para sus intere­ses pri­va­dos. Poca impor­tan­cia tie­ne que, en este caso, esos empre­sa­rios sean fun­cio­na­rios de una empre­sa esta­tal. Al con­tra­rio, es un agravante.

Culpable es el gobierno, que diri­ge a las fuer­zas repre­si­vas, las alien­ta a actuar en con­tra de pobla­do­res, estu­dian­tes, obre­ros. Cuando se enfren­ta a las con­se­cuen­cias de sus deci­sio­nes, fin­ge con­go­ja y bus­ca des­car­gar su cul­pa en el últi­mo esla­bón de la jerar­quía que él mis­mo enca­be­za. Se pro­te­ge­rá tras la jus­ti­cia mili­tar y los “pac­tos de silen­cio”, que no son otra cosa que el fun­cio­na­mien­to nor­mal de los apa­ra­tos repre­si­vos. Este gobierno es cul­pa­ble y nada nun­ca podrá borrar la san­gre de sus manos.

Contratistas-CodelcoCulpable es el orden bur­gués, un régi­men com­pues­to por polí­ti­cos corrup­tos, empre­sa­rios saquea­do­res, obis­pos hipó­cri­tas, medios de comu­ni­ca­ción men­da­ces, jue­ces vena­les y diri­gen­tes que trai­cio­nan a su cla­se. Es cul­pa­ble toda esa tren­za inde­cen­te que vive a cos­ta del tra­ba­jo de los demás.

El mor­tal ata­que en con­tra de los tra­ba­ja­do­res es una manio­bra deses­pe­ra­da de un régi­men en cri­sis. Golpea a las luchas cuan­do son ais­la­das. Hoy, a los mine­ros. Ayer, a los pro­fe­so­res en el par­la­men­to. El men­sa­je es cla­ro, cuan­do no pue­de fre­nar las movi­li­za­cio­nes median­te el enga­ño y la mani­pu­la­ción, lo hará a balazos.

El pue­blo res­pon­de­rá a este cri­men. Frenará esta esca­la­da vio­len­ta. Hay sufi­cien­tes diri­gen­tes hones­tos, hay sufi­cien­tes obre­ros, pobla­do­res, estu­dian­tes que opo­nen su deco­ro a infa­mia de un régi­men que quie­re man­te­ner­se vivo suc­cio­nan­do san­gre de chilenos.

Hay sufi­cien­te dig­ni­dad en este pue­blo para empren­der el camino de la uni­dad y las accio­nes nece­sa­rias para impo­ner­se al fre­ne­sí de un régi­men mori­bun­do. Una de esas accio­nes, que ha cobra­do fuer­za en las últi­mas sema­nas es la de gran un paro nacio­nal con el que el pue­blo gol­pee la mesa y les seña­le a los cul­pa­bles que no tole­ra­rá que sigan matando.

El pue­blo sí res­pon­de­rá; lo hará con uni­dad, dig­ni­dad y lucha.