Paro nacional: debemos unirnos

La disyuntiva de hoy es si permitimos que los corruptos, los ladrones, los explotadores, profundicen y extiendan su crisis o si el pueblo de Chile emprende el cambio que verdaderamente necesita. En el actual contexto, debe hacerse valer la fuerza de los trabajadores, debe escucharse la voz de todo el pueblo, en una gran movilización, en un paro nacional que muestre una efectiva salida a la crisis.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº57

Se dice que, duran­te la revo­lu­ción fran­ce­sa, la rei­na María Antonieta pre­gun­tó: “pero ¿qué es lo que tan­to recla­ma la gen­te?” Un cor­te­sano res­pon­dió: “se que­jan de que no hay pan, su majes­tad”. “¡Bah!”, excla­mó la rei­na, “¿y por qué no comen pas­tel, enton­ces?”. Esta peque­ña his­to­ria no prue­ba que María Antonieta fue­ra una ton­to­na, como muchos creen. Muestra cómo la cla­se domi­nan­te, una vez que pier­de su capa­ci­dad de diri­gir la socie­dad, entra en una espe­cie de tran­ce en que con­fun­de sus cos­tum­bres del pasa­do, sus ape­ti­tos, su corrup­ción, con una reali­dad que sim­ple­men­te les pasa por encima.

Es una lec­ción útil. Chile vive un tiem­po de deci­sio­nes. La cla­se domi­nan­te no pue­de seguir gober­nan­do como lo ha hecho has­ta aho­ra. Su régi­men polí­ti­co yace derro­ta­do. Pero pre­ten­de que sus ester­to­res sean vis­tos como una mues­tra de vita­li­dad y fuer­za. Es nece­sa­rio ter­mi­nar con el enga­ño. Hay que aca­bar con esa ago­nía que impi­de dar solu­ción a los pro­ble­mas del país. La cla­se tra­ba­ja­do­ra, el pue­blo ente­ro, debe tomar la iniciativa.

el fracaso del gobierno

El gobierno ha fir­ma­do públi­ca­men­te su pro­pio cer­ti­fi­ca­do de defun­ción polí­ti­ca. El inten­to de fre­nar la cri­sis con un pro­gra­ma neo­rre­for­mis­ta ‑es decir, cam­bios para pro­te­ger al régi­men y no para satis­fa­cer nece­si­da­des sociales- ha ter­mi­na­do en una deba­cle. Ahora, el nue­vo pro­gra­ma es hacer… ¡nada! O aún peor, cree que pue­de, por decre­to, regre­sar en el tiem­po, a la vie­ja Concertación, la demo­cra­cia de los acuer­dos, “en la medi­da de lo posi­ble”. Pocas veces el deli­rio se apo­de­ra de mane­ra tan com­ple­ta del per­so­nal polí­ti­co de un país y éste pare­ce ser uno de esos casos.

La cau­sa del fin del neo­rre­for­mis­mo sería la situa­ción eco­nó­mi­ca. Pero eso equi­va­le a jus­ti­fi­car el fra­ca­so polí­ti­co del “pro­gra­ma” con la excu­sa de que éste ‑des­de un inicio- fue un puro frau­de. La ver­dad es que eso no es tan así. Sus prin­ci­pa­les pro­mo­to­res, como el ex minis­tro Alberto Arenas, habían seña­la­do ya ¡en 2012! que un futu­ro gobierno de la Nueva Mayoría enfren­ta­ría una baja en el cre­ci­mien­to. Indicaban, correc­ta­men­te, dos fac­to­res fun­da­men­ta­les: el fin del super­ci­clo del cobre y, aso­cia­do a ello, la con­clu­sión de gran­des pro­yec­tos de inver­sión mine­ra y ener­gé­ti­ca o, al con­tra­rio, su can­ce­la­ción, como Hidroaysén, de Endesa (que, como sabe­mos aho­ra, se ase­gu­ró a tra­vés de su enton­ces pre­si­den­te que todos esos ada­li­des de los “dere­chos socia­les” y de la “igual­dad” fue­ran ade­cua­da­men­te coimea­dos mien­tras refle­xio­na­ban sobre estos gra­ves asun­tos). Pero siga­mos. Además, se que­ja­ban enton­ces amar­ga­men­te de que la admi­nis­tra­ción Piñera gas­ta­ba y gas­ta­ba y que, por todo ello, sería nece­sa­ria una refor­ma tri­bu­ta­ria que alle­ga­ra “ingre­sos per­ma­nen­tes para gas­tos per­ma­nen­tes” –las “refor­mas estruc­tu­ra­les”- y redu­je­ra el défi­cit fiscal.

En este con­tex­to, no pue­den ser los sim­ples vai­ve­nes coyun­tu­ra­les de la eco­no­mía los que expli­quen el sui­ci­dio polí­ti­co del neo­rre­for­mis­mo. ¿Quizás el “chan­ta­je empre­sa­rial”? Difícil. Fueron jus­ta­men­te los gran­des gru­pos eco­nó­mi­cos loca­les y los capi­ta­les extran­je­ros los que apa­dri­na­ron a la Nueva Mayoría y su pro­gra­ma. Ya vimos que el freno a las inver­sio­nes vie­ne de antes, y que obe­de­ce a fac­to­res globales.

Hay quie­nes creen que el argu­men­to eco­nó­mi­co es un mero pre­tex­to para encu­brir un “giro con­ser­va­dor”. Sí, pero se olvi­dan que fue­ron razo­nes eco­nó­mi­cas, o sea, man­te­ner las con­di­cio­nes de domi­na­ción que per­mi­ten la con­ti­nui­dad de la super­ex­plo­ta­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y el saqueo de los recur­sos natu­ra­les, que carac­te­ri­zan al capi­ta­lis­mo depen­dien­te que rige en Chile, las que moti­va­ron el apa­ren­te “giro a la izquier­da” ini­cial del neorreformismo.

No. El pro­ble­ma no es pan o pas­tel, como creía María Antonieta. La dis­yun­ti­va de hoy es si per­mi­ti­mos que los corrup­tos, los ladro­nes, los explo­ta­do­res, pro­fun­di­cen y extien­dan su cri­sis o si el pue­blo de Chile empren­de el cam­bio que ver­da­de­ra­men­te necesita.

Ha que­da­do cla­ro que la cla­se domi­nan­te es inca­paz de diri­gir orgá­ni­ca­men­te. Carece de apo­yo acti­vo en la socie­dad y no tie­ne “repre­sen­tan­tes” de sus intere­ses, sino sólo emplea­dos, suches coimea­dos, corrom­pi­dos, pros­ti­tui­dos, inep­tos e irres­pon­sa­bles. El fin del neo­rre­for­mis­mo sólo pro­fun­di­za­rá la cri­sis y agra­va­rá los pro­ble­mas del país. Esto no pue­de continuar.

las demandas populares

Es nece­sa­rio que los tra­ba­ja­do­res, que todo el pue­blo tome la ini­cia­ti­va ante la nega­ción de sus dere­chos y deman­das más urgen­tes: salud, tra­ba­jo, vivien­da, educación…

Las autén­ti­cas nece­si­da­des del país han sido igno­ra­das por refor­mas que no son refor­mas. En edu­ca­ción, se les da más dine­ro a los sos­te­ne­do­res, y a los pro­fe­so­res, nada, o menos de lo que ya tenían con el esta­tu­to docen­te. Los cam­bios al códi­go labo­ral bus­can que los empre­sa­rios, con un par de diri­gen­tes tru­chos de oca­sión, pac­ten jor­na­das labo­ra­les abu­si­vas para todos los tra­ba­ja­do­res, ¡y a eso lla­man “adap­ta­bi­li­dad”!; pre­ten­den que los tra­ba­ja­do­res, en caso de con­flic­to, sean sus pro­pios rom­pehuel­gas, ¡y lla­man a eso “for­ta­le­ci­mien­to de la orga­ni­za­ción sin­di­cal”! Los hos­pi­ta­les pro­me­ti­dos, que­dan para “más ade­lan­te”. Los jubi­la­dos y sus pen­sio­nes de ham­bre, tam­bién, mien­tras ya anun­cian que quie­ren dar­le más pla­ta de nues­tros sala­rios a las AFP. Las pobla­cio­nes, los pro­ble­mas de la delin­cuen­cia, del trans­por­te públi­co, las alzas de la luz, el agua, ni se tocan.

Nosotros enten­de­mos que esas rei­vin­di­ca­cio­nes desem­bo­can en obje­ti­vos mayo­res. Los hemos seña­la­do: nacio­na­li­za­ción de los recur­sos natu­ra­les y de las indus­trias estra­té­gi­cas, para que Chile no sea más un país depen­dien­te, para que deje de explo­tar y comien­ce a pro­du­cir; edu­ca­ción y salud uni­ver­sa­les y gra­tui­tas, vivien­da dig­nas para todos, por­que debe­mos for­mar a nues­tros hijos y ayu­dar a las fami­lias y a los mayo­res; la sus­ti­tu­ción de los actua­les ins­ti­tu­tos cas­tren­ses por órga­nos de defen­sa crea­dos y diri­gi­dos por el pro­pio pue­blo, para que dejen de ser entes ais­la­dos y ame­na­zan­tes, y se con­vier­tan en una autén­ti­ca pro­tec­ción de la patria; y se debe ter­mi­nar con el actual régi­men polí­ti­co corrup­to para esta­ble­cer un gobierno de los tra­ba­ja­do­res que diri­ja al país de acuer­do a nues­tras nece­si­da­des, nues­tros intere­ses, nues­tros valo­res y nues­tra moral a obten­ción de la segun­da y defi­ni­ti­va inde­pen­den­cia de nues­tra América. Esa es nues­tra posición.

hacia el paro nacional

Hoy, es la hora de fijar nues­tras pro­pias prio­ri­da­des. La expe­rien­cia de la lucha por la edu­ca­ción, de las huel­gas en el comer­cio, en el trans­por­te, en la mine­ría, en múl­ti­ples ramas de la pro­duc­ción y los ser­vi­cios, de las luchas de los pes­ca­do­res arte­sa­na­les, del paro de los pro­fe­so­res, de las movi­li­za­cio­nes de los por­tua­rios, demues­tran que las peleas ais­la­das no son sufi­cien­tes. Pero indi­can que hay volun­tad, urgen­cia y con­cien­cia de la nece­si­dad de la unidad.

Esa uni­dad debe expre­sar­se en la acción, debe basar­se en las ver­da­de­ras deman­das popu­la­res, no en fines par­ti­cu­la­res o polí­ti­cas opor­tu­nis­tas. En el actual con­tex­to, debe hacer­se valer la fuer­za de los tra­ba­ja­do­res, debe escu­char­se la voz de todo el pue­blo, en una gran movi­li­za­ción, en un paro nacio­nal que mues­tre una efec­ti­va sali­da a la crisis.

En las actua­les con­di­cio­nes, el paro nacio­nal que movi­li­ce al con­jun­to del pue­blo en los luga­res de tra­ba­jo, en las pobla­cio­nes y cen­tros de estu­dio, cons­ti­tu­ye la herra­mien­ta lógi­ca para cons­truir una autén­ti­ca camino para cons­truir una opción para la nación. No es posi­ble crear la uni­dad con meros dis­cur­sos, con ini­cia­ti­vas de diri­gen­tes, con bue­nas inten­cio­nes o elu­cu­bra­cio­nes teó­ri­cas. Sí es posi­ble actuar en común, y ganar, levan­tan­do las reales deman­das del pue­blo, demos­tran­do la fuer­za de su uni­dad, median­te la acción con­cre­ta de la movilización.

Llamamos a todas las orga­ni­za­cio­nes socia­les y polí­ti­cas que se iden­ti­fi­can con los intere­ses de los tra­ba­ja­do­res a sumar­se al tra­ba­jo de orga­ni­zar el paro nacio­nal, a ela­bo­rar una pla­ta­for­ma direc­ta y cla­ra de las deman­das más urgen­tes. El pro­ce­so de arti­cu­la­ción pue­de y debe comen­zar ya, pue­de y debe entron­car­se a ini­cia­ti­vas que ya están en desa­rro­llo, pue­de y debe impul­sar deci­sio­nes pron­tas y uni­ta­rias. No hay tiem­po que per­der. El paro nacio­nal, la movi­li­za­ción popu­lar, son herra­mien­tas irre­sis­ti­bles. Digan lo que digan, fue­ron ellas las que echa­ron aba­jo la dic­ta­du­ra de Pinochet, y no los par­ti­dos, no los polí­ti­cos que sim­ple­men­te fue­ron los bene­fi­cia­rios ile­gí­ti­mos de la lucha y del sacri­fi­cio del pueblo.

Ante la cri­sis nacio­nal, es nece­sa­rio que use­mos todos los ins­tru­men­tos de lucha; esta vez, para vencer.

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