De ésta, salimos peleando

En la lucha por la vida, no se puede estar del lado de los asesinos; en la lucha por la humanidad, no se puede seguir a los buitres; en la lucha por la salud, no hay que mezclarse con la podredumbre; en la lucha por el futuro, hay que superar un pasado caduco.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº76

La cri­sis sani­ta­ria mues­tra su ver­da­de­ra mag­ni­tud. Los pacien­tes se agol­pan en los hos­pi­ta­les. No todos pue­den ser aten­di­dos. Hay quie­nes debe­rán morir; no debi­do al covid-19 que pade­cen, sino por la inca­pa­ci­dad del sis­te­ma de salud de atenderlos. 

Las men­ti­ras del gobierno que­dan al des­cu­bier­to. “Como un cas­ti­llo de nai­pes”, con­fie­sa el minis­tro de Salud, se le derrum­ba­ron sus cálcu­los; pro­yec­cio­nes epi­de­mio­ló­gi­cas que, has­ta hoy, nadie más conoce. 

La hora de la verdad

La hora de la ver­dad es cruel. Deja en evi­den­cia que la muer­te y el sufri­mien­to de muchos com­pa­trio­tas pudo haber­se evi­ta­do. Al ini­cio, el gobierno no qui­so impor­tu­nar los pocos casos con­ta­gia­dos ‑vaca­cio­nis­tas que habían vuel­to de Europa y del Sudeste asiático- con un ais­la­mien­to efec­ti­vo. En cam­bio, le impu­so a toda la pobla­ción un toque de que­da y un con­trol mili­tar que nada tenían que ver con el virus. Se negó sis­te­má­ti­ca­men­te a actuar en con­tra del avan­ce de la pes­te. Todas las medi­das, como la sus­pen­sión de cla­ses, el cie­rre de cen­tros comer­cia­les y las pri­me­ras cua­ren­te­nas comu­na­les, siem­pre fue­ron resul­ta­do de pre­sio­nes y de la improvisación. 

Los famo­sos “cálcu­los” que falla­ron – si es que real­men­te los hubo- se refie­ren a otra cosa: la espe­cu­la­ción con la famo­sa “inmu­ni­dad de reba­ño”. El razo­na­mien­to es pro­pio de un vete­ri­na­rio o de un gana­de­ro: que se con­ta­gie la mayo­ría de la pobla­ción y que mue­ran los más débi­les, los más vie­jos. Ese sería el cos­to de man­te­ner el fun­cio­na­mien­to de la eco­no­mía y de la acti­vi­dad comer­cial. Como si fue­ran ani­ma­les. Un cálcu­lo muy con­ve­nien­te para quie­nes, acos­tum­bra­dos a espe­cu­lar con dine­ro, qui­sie­ron espe­cu­lar con la salud de un pueblo. 

La peste no para 

Pero ya en enero, cuan­do el coro­na­vi­rus cau­sa­ba estra­gos en China, se sabía que ese supues­to era fal­so. Con el virus de la influen­za H1N1, por ejem­plo, efec­ti­va­men­te se gene­ró una inmu­ni­dad colec­ti­va, pero des­pués de tres o cua­tro años. Además: para los dis­tin­tos tipos de influen­za exis­ten tra­ta­mien­tos anti­vi­ra­les. Esos se pue­den admi­nis­trar, con rela­ti­va faci­li­dad, a los pacien­tes gra­ves en los hos­pi­ta­les. Incluso se pue­den usar cen­tros médi­cos de emer­gen­cia, como pudo haber sido Espacio Riesco, el cen­tro de even­tos que el gobierno arren­dó a tari­fa dia­ria de con­fe­ren­cia inter­na­cio­nal o matri­mo­nio de celebridad. 

Pero el covid-19 no tie­ne un tra­ta­mien­to. Lo úni­co que pue­den hacer los equi­pos médi­cos con los pacien­tes que se agra­van, es apli­car medi­das extre­mas, com­pli­ca­das, peli­gro­sas y cos­to­sas, con la espe­ran­za de que el sis­te­ma inmu­no­ló­gi­co final­men­te se equi­li­bre. Mientras tan­to, lle­gan más y más per­so­nas a los hos­pi­ta­les. Cada vez menos podrán ser aten­di­dos, y cada vez más, morirán.

Por esa razón, la úni­ca solu­ción que ha ser­vi­do es supri­mir los con­ta­gios. Así lo han hecho en China, en Corea, en Vietnam, en Australia…, en muchos paí­ses, en reali­dad. Las nacio­nes que no supie­ron o no pudie­ron supri­mir la expan­sión del virus, han debi­do recu­rrir a medi­das de emer­gen­cia, como las cua­ren­te­nas gene­ra­les. Chile está en la cate­go­ría de paí­ses cuyos gobier­nos ni supie­ron, ni pudie­ron, ni qui­sie­ron supri­mir la dise­mi­na­ción de la enfer­me­dad. Piñera se une a la com­pa­ñía de Bolsonaro y Trump, como uno de los gober­nan­tes que más hizo para dañar a la pobla­ción de su país fren­te a la peste. 

Ya es muy tar­de para rec­ti­fi­car. Nuestro pue­blo debe­rá sopor­tar la pes­te en las peo­res con­di­cio­nes ima­gi­na­bles. No habrá ali­vio cuan­do el virus comien­ce a retro­ce­der. Deberemos seguir enfren­tán­do­nos al caos eco­nó­mi­co y social crea­do por este sis­te­ma. Esa es la ver­dad. Debemos reconocerla. 

“Acuerdo”

El gobierno lla­ma a los par­ti­dos del régi­men a “acuer­dos nacio­na­les”. En lo inme­dia­to, quie­ren sellar un pac­to para endeu­dar al Estado y usar men­gua­dos sus fon­dos de reser­va en el exte­rior. El obje­ti­vo de fon­do es evi­tar la quie­bra de los gran­des gru­pos eco­nó­mi­cos. Éstos, antes de la cri­sis, habían con­traí­do la mayor par­te de la deu­da exter­na del país. Los ven­ci­mien­tos de esa deu­da de las gran­des empre­sas en 2020 son tan gran­des, que Chile está entre los paí­ses más pre­sio­na­dos del mun­do, según los orga­nis­mos internacionales. 

El “acuer­do nacio­nal” es el res­ca­te de los gran­des due­ños del país. Es un ajus­te fis­cal esti­lo FMI. Y es un car­pe­ta­zo polí­ti­co al ante­rior “acuer­do nacio­nal”, el del ple­bis­ci­to y la cons­ti­tu­yen­te. Es un segu­ro de impu­ni­dad para los res­pon­sa­bles de los crí­me­nes, por acción y omi­sión, infli­gi­dos en con­tra del pue­blo. Todo, bajo el pre­tex­to de la pandemia. 

El pueblo sabrá vencer

Pero ese es un pre­tex­to muy malo. Fracasarán y debe­rán res­pon­der por sus actos. Lo que el régi­men no ve es que la pan­de­mia ha teni­do efec­tos extra­or­di­na­rios en toda la huma­ni­dad. Ha actua­do sobre la con­cien­cia como pocos acon­te­ci­mien­tos his­tó­ri­cos. De mane­ra simul­tá­nea, uni­ver­sal e inevi­ta­ble ha igua­la­do la expe­rien­cia de miles de millo­nes de per­so­nas. Frente a la dis­rup­ción y la ame­na­za a sus con­di­cio­nes de vida más ele­men­ta­les, las per­so­nas se han vis­to obli­ga­das “con­tem­plar esas mis­mas con­di­cio­nes fría­men­te”. Han debi­do dejar de lado el envol­to­rio mís­ti­co con el que el sis­te­ma capi­ta­lis­ta envuel­ve la realidad. 

Dicho de otra mane­ra: en la lucha por la vida, no se pue­de estar del lado de los ase­si­nos; en la lucha por la huma­ni­dad, no se pue­de seguir a los bui­tres; en la lucha por la salud, no hay que mez­clar­se con la podre­dum­bre; en la lucha por el futu­ro, hay que supe­rar un pasa­do cadu­co. La emer­gen­cia lo ha deja­do muy claro.

El pue­blo sabrá ven­cer esta pes­te. Lo hará con dig­ni­dad. Lo hará peleando. 

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