Estrella de la Segunda Independencia

¡Que se vayan todos!

La línea divi­so­ria ya está tra­za­da, es una mar­ca de des­pre­cio moral. Por un lado, un régi­men podri­do y des­ven­ci­ja­do, por el otro, los tra­ba­ja­do­res, un pue­blo ente­ro. Un pue­blo que debe hoy pre­pa­rar­se para asu­mir las rien­das del país. Pues la cri­sis del régi­men admi­te una sola solu­ción: ¡Que se vayan! ¡Que se vayan todos!

¡Socialismo o muerte!

En una curio­sa coin­ci­den­cia, a la izquier­da y a la dere­cha del espec­tro polí­ti­co se ha dicho ‑pala­bras más, pala­bras menos- que el anun­cio de reanu­da­ción de las rela­cio­nes diplo­má­ti­cas con EE.UU. equi­va­le al fin de la revo­lu­ción. Pero la polí­ti­ca real es más pro­sai­ca que las gran­des pro­cla­ma­cio­nes “his­tó­ri­cas” de oca­sión. Aquí no hay “fin de la gue­rra fría”, ni recon­ver­sión, aban­dono o derrum­be de revo­lu­ción cuba­na. No esta­mos ya en esos tiem­pos. Hoy, lo que corre peli­gro de derrum­be son los regí­me­nes polí­ti­cos de la bur­gue­sía. En esta épo­ca, la ini­cia­ti­va le per­te­ne­ce a los trabajadores. 

¿Quién tiene miedo?

He ahí “el retorno del mie­do”. El mie­do no está en la pobla­ción. El mie­do está la cúpu­la del régi­men. Y no hay poli­cía, ni agen­tes encu­bier­tos, ni mon­ta­je, ni cri­mi­na­li­za­ción, no haya nada que pue­da dete­ner a un pue­blo uni­do que deci­da barrer con toda esta lacra inú­til y cadu­ca e impo­ner su pro­pio orden.

El cobre es nuestro

La nacio­na­li­za­ción de los recur­sos bási­cos, y prin­ci­pal­men­te el cobre, es la gran tarea nacio­nal de hoy. Es urgen­te e inelu­di­ble. Pero debe ser enfren­ta­da con rea­lis­mo y efi­ca­cia. Una medi­da seme­jan­te sólo pue­de ser cum­pli­da por la cla­se tra­ba­ja­do­ra, que debe gober­nar el país.

La historia invisible

El pro­ce­so de Ucrania refle­ja, en la leja­nía, las con­tra­dic­cio­nes pró­xi­mas de nues­tro tiem­po: los esfuer­zos deses­pe­ra­dos del capi­ta­lis­mo por sal­var sus regí­me­nes, las maqui­na­cio­nes del impe­ria­lis­mo, las varian­tes para fre­nar la lucha de cla­ses, lo san­gui­na­rio de los ins­tru­men­tos que emplea para ese fin; pero nos mues­tra, al fin, la ten­den­cia política-histórica que debe­mos cono­cer y domi­nar: el camino del poder popular.

Unidad: es la hora de luchar

Lo pri­me­ro es que la uni­dad no es el acuer­do entre las cúpu­las polí­ti­cas, sino la uni­dad para cam­biar­lo todo. Debe par­tir de las deman­das reales, con­cre­tas, más urgen­tes, de los tra­ba­ja­do­res, de todo el pue­blo, no de ilu­sio­nes y noví­si­mas modas ideo­ló­gi­cas. Es decir, sólo pue­de cons­truir­se en la lucha.

Frente al imperialismo: confianza en el pueblo

El impe­ria­lis­mo movi­li­za sus recur­sos con la expec­ta­ti­va de fre­nar un ascen­so de las luchas popu­la­res. No pue­de, por ejem­plo, en Venezuela, actuar a su anto­jo. Pero cal­cu­la que pue­de ais­lar a su diri­gen­cia, que pue­de escu­dar­se en las garan­tías demo­crá­ti­cas para actuar en con­tra de la mayo­ría, que pue­de ate­mo­ri­zar y limi­tar el apo­yo inter­na­cio­nal y, sobre todo, que pue­de des­mo­ra­li­zar al pue­blo, afli­gi­do por las preo­cu­pa­cio­nes coti­dia­nas, la ausen­cia de avan­ces socia­les y la inac­ción. Sin embar­go, las con­di­cio­nes son distintas.

Un fallo colonial

Nuestra posi­ción es con­tra­ria a la cesión de terri­to­rios de nin­gu­na espe­cie, bajo nin­gún títu­lo. Los cam­bios de lími­tes orques­ta­dos por impe­ria­lis­mo y las bur­gue­sías loca­les per­si­guen fines con­tra­rios a los tra­ba­ja­do­res. El ame­ri­ca­nis­mo hoy sólo se pue­de enten­der como la cau­sa de los tra­ba­ja­do­res. Es nece­sa­rio, como pri­mer paso, un gobierno de los tra­ba­ja­do­res y la nacio­na­li­za­ción de las indus­trias estra­té­gi­cas. Es nece­sa­rio con­quis­tar la sobe­ra­nía ver­da­de­ra, que enfren­te al impe­ria­lis­mo y que nace de la libe­ra­ción de los hom­bres y muje­res tra­ba­ja­do­res de car­ne y hueso.

La hora de la verdad

Tras las cele­bra­cio­nes del año nue­vo –la fies­ta, el encuen­tro de las fami­lias, los abrazos- rever­be­ran los augu­rios de una nue­va eta­pa. Así como ocurre

Reformismo o revolución

La labor de los revo­lu­cio­na­rios es sis­te­má­ti­ca y rea­lis­ta. Propone cons­truir un nue­vo orden hoy, cuan­do es nece­sa­rio, no en un futu­ro inde­fi­ni­do. Llamamos a com­ba­tir el refor­mis­mo, en todas sus varian­tes. Convocamos a abs­te­ner­se en las pró­xi­mas elec­cio­nes y a pro­fun­di­zar la lucha por las deman­das popu­la­res; por la edu­ca­ción, la salud, el tra­ba­jo, la vivien­da, por la dignidad.