Partido de los Trabajadores

Todo el poder a los trabajadores

La res­pues­ta depen­de sólo de noso­tros. A dife­ren­cia de épo­cas pasa­das, en que nues­tros ances­tros se levan­ta­ron a ‘con­quis­tar el cie­lo por asal­to’, y se estre­lla­ron en con­tra de un enemi­go aún pode­ro­so, para vol­ver a levan­tar­se y reto­mar la lucha, hoy somos noso­tros los pode­ro­sos. Pero depen­de de nosotros.
Depende de noso­tros que asu­ma­mos nues­tra res­pon­sa­bi­li­dad his­tó­ri­ca de ter­mi­nar con este sis­te­ma que nos opri­me. Depende de noso­tros de supe­rar el mie­do de derri­bar a quie­nes tie­nen el poder. Depende de noso­tros de ini­ciar el enfren­ta­mien­to inmi­nen­te y final con­tra los opre­so­res, con­tra los que domi­nan todo. Depende de noso­tros y sólo de noso­tros, hacer la revolución.

Olla común en Hualpén

Nada frenará la revolución

La fal­ta de agua y de ali­men­tos, la preo­cu­pa­ción por la super­vi­ven­cia de la fami­lia, lle­vó a nues­tra gen­te, en esas horas de angus­tia, a recrear lo cono­ci­do. Los líde­res autén­ti­cos, hones­tos, sali­dos del pue­blo, vol­vie­ron a tomar su lugar, las pobla­cio­nes se orga­ni­za­ron, comen­zó el con­trol terri­to­rial, las ollas comu­nes, los jóve­nes se foguea­ron a la luz de las hogue­ras. Los cara­bi­ne­ros y mili­ta­res cola­bo­ra­ron, a pesar de todo, en ese empe­ño. No se con­vir­tie­ron en los fusi­la­do­res que recla­ma­ba la cla­se alta y algu­nos man­dos. Estos hom­bres no pudie­ron evi­tar sen­tir como pro­pio el dolor de los pobladores.

Declaración del Partido de los Trabajadores VIII Región

Una vez más nues­tra patria ha sido gol­pea­da por una catás­tro­fe natu­ral, no ha sido la pri­me­ra, lo sabe­mos; no será la últi­ma, lo asumimos.
De la mis­ma for­ma que en las diver­sas catás­tro­fes sufri­das ante­rior­men­te, en el terre­mo­to y pos­te­rior mare­mo­to del 27 de febre­ro del 2010 que afec­tó a una vas­ta exten­sión del terri­to­rio nacio­nal, el pue­blo ha demos­tra­do for­ta­le­za moral, soli­da­ri­dad y espí­ri­tu de tra­ba­jo, a pesar de las gra­ves y trá­gi­cas con­se­cuen­cias que pro­vo­có este fenó­meno sobre las fami­lias de las ciu­da­des y pobla­dos rura­les de varias regio­nes del país.

La Estrella de la Segunda Independencia Nº14

El partido de los trabajadores

Nosotros pro­po­ne­mos hacer una revo­lu­ción. No una en la que el pue­blo inter­ven­ga como segun­dón, sino una que lo ins­ti­tu­ya en due­ño y señor de su futu­ro. Proponemos una revo­lu­ción de los tra­ba­ja­do­res, como aque­lla pri­mi­ge­nia de 1871, la comu­na de París, don­de el pue­blo expe­ri­men­tó por pri­me­ra vez que podían bus­car y deci­dir su des­tino. Los tra­ba­ja­do­res y sus fami­lias pusie­ron a andar las rue­das de las futu­ras revo­lu­cio­nes vic­to­rio­sas. Tomaron, como reza la expre­sión crea­da enton­ces, “el cie­lo por asal­to”. Pero no pedían el cie­lo. Simplemente, que­rían vivir libres, sin explo­ta­do­res, sin explotados.
Un par­ti­do que repre­sen­te esa fuer­za, no pue­de tener otro nom­bre que Partido de los Trabajadores.