Una sola lucha
Es un asunto de clase. Los hijos de los trabajadores lo saben, por cómo son observados con recelo y miedo cuando actúan en conjunto. Saben que son ellos mismos, con su acción, con su esfuerzo, los que deben desencadenar los cambios.
Es el surgimiento de una juventud que resulta impredecible, al romper con los mecanismos de encuadramiento del sistema; uno de los ellos, la rutina escolar. Es el surgimiento de una juventud orientada a la acción. Es el surgimiento de una juventud que se guía por preceptos morales, al proponer un cambio pensado en las generaciones venideras, en sus hijos. Es el surgimiento de una juventud que no tiene miedo al futuro. Es el surgimiento de una juventud revolucionaria.
Este, y no el resultado circunstancial de unas tratativas con el gobierno, es uno de los factores que marcarán las luchas que vienen. Los jóvenes comprenden que se trata de una sola lucha, que la educación no está confinada a escuelas y colegios, sino que abarca a toda la sociedad; ven que una nueva educación requiere, en efecto, de una nueva sociedad; entienden que se debe proyectar el movimiento por la educación en un movimiento por la unidad del pueblo, en un movimiento por cambiarlo todo; y saben que eso requerirá de trabajo, organización y unidad.