Por nuestros hijos
Pero, algo sí va a pasar este año. Y es que el pueblo de Chile se lanzará a una gran lucha. Este año, daremos inicio a nuestro futuro como pueblo.
Pero, algo sí va a pasar este año. Y es que el pueblo de Chile se lanzará a una gran lucha. Este año, daremos inicio a nuestro futuro como pueblo.
La respuesta depende sólo de nosotros. A diferencia de épocas pasadas, en que nuestros ancestros se levantaron a ‘conquistar el cielo por asalto’, y se estrellaron en contra de un enemigo aún poderoso, para volver a levantarse y retomar la lucha, hoy somos nosotros los poderosos. Pero depende de nosotros.
Depende de nosotros que asumamos nuestra responsabilidad histórica de terminar con este sistema que nos oprime. Depende de nosotros de superar el miedo de derribar a quienes tienen el poder. Depende de nosotros de iniciar el enfrentamiento inminente y final contra los opresores, contra los que dominan todo. Depende de nosotros y sólo de nosotros, hacer la revolución.
La falta de agua y de alimentos, la preocupación por la supervivencia de la familia, llevó a nuestra gente, en esas horas de angustia, a recrear lo conocido. Los líderes auténticos, honestos, salidos del pueblo, volvieron a tomar su lugar, las poblaciones se organizaron, comenzó el control territorial, las ollas comunes, los jóvenes se foguearon a la luz de las hogueras. Los carabineros y militares colaboraron, a pesar de todo, en ese empeño. No se convirtieron en los fusiladores que reclamaba la clase alta y algunos mandos. Estos hombres no pudieron evitar sentir como propio el dolor de los pobladores.
Una vez más nuestra patria ha sido golpeada por una catástrofe natural, no ha sido la primera, lo sabemos; no será la última, lo asumimos.
De la misma forma que en las diversas catástrofes sufridas anteriormente, en el terremoto y posterior maremoto del 27 de febrero del 2010 que afectó a una vasta extensión del territorio nacional, el pueblo ha demostrado fortaleza moral, solidaridad y espíritu de trabajo, a pesar de las graves y trágicas consecuencias que provocó este fenómeno sobre las familias de las ciudades y poblados rurales de varias regiones del país.
Nosotros proponemos hacer una revolución. No una en la que el pueblo intervenga como segundón, sino una que lo instituya en dueño y señor de su futuro. Proponemos una revolución de los trabajadores, como aquella primigenia de 1871, la comuna de París, donde el pueblo experimentó por primera vez que podían buscar y decidir su destino. Los trabajadores y sus familias pusieron a andar las ruedas de las futuras revoluciones victoriosas. Tomaron, como reza la expresión creada entonces, “el cielo por asalto”. Pero no pedían el cielo. Simplemente, querían vivir libres, sin explotadores, sin explotados.
Un partido que represente esa fuerza, no puede tener otro nombre que Partido de los Trabajadores.