Trabajadores pasan a la ofensiva
Ha transcurrido poco más de un año desde la huelga de los forestales de la zona de Arauco y del asesinato de Rodrigo Cisternas. Un trabajador, un padre de familia, dio su vida en luchando por un futuro mejor para sus hijos. Sus asesinos, sin embargo, no son los que esa noche lluviosa lo acribillaron. Su verdadero asesino se llama Anacleto Angelini, dueño de Forestal Arauco. Murió tres meses después, en su cama y celebrado como “gran chileno”. Había mandado, a la usanza de la ‘Cosa Nostra’, a otros a ahogar en sangre la amenaza en contra de sus intereses. En esta tragedia quedó demostrado hasta dónde están dispuestas a llegar las clases antagónicas. Unos a matar, si es preciso, y otros a ofrendar su vida por una causa justa.
ellos o nosotros
Es así como está planteado el problema. Ellos o nosotros. Ellos no descansan en aumentar la explotación. Se conciertan con los políticos para asegurar sus superganancias, imponen un régimen de temor para impedir la formación de sindicatos. Niegan las más mínimas garantías laborales. Bajan los sueldos por distintas vías: la inflación; por la subcontratación; manteniendo un desempleo “natural”; con la “incorporación de la mujer al mundo laboral”, pero con salarios más bajos. Cuando estiman que una legislación los toca “con el pétalo de una rosa”, acuden a sus jueces, que, prestos, fallan a su favor. Usan al aparato del Estado para reprimir las luchas de los trabajadores, transformando a la policía en guardias privados de los patrones.
una nueva etapa de luchas
Nosotros, los trabajadores, en cambio, hemos tomado el camino de la organización, la lucha y la unidad. Progresivamente, crecen las luchas en contra del capital.
En el plano de la organización sindical, se conforman nuevas organizaciones, incluso inter-empresas y que reúnen a trabajadores de distintos rubros.
Según datos de la Dirección del Trabajo, en los años 2006 – 2007 se constituyeron 2.491 sindicatos base. En el año 2007 se llevaron a cabo 2.556 negociaciones colectivas con la participación de 232.667 trabajadores, superando en un 18% las negociaciones del año 2006. En 2007 hubo 148 huelgas que involucraron a 17.583 trabajadores.
Más negociaciones colectivas se resuelven a favor de los trabajadores. Muchas veces, con nuevos métodos: la huelga y las acciones de movilización son decididas en asambleas. Se crean vínculos de solidaridad de otros sindicatos y la población. Las luchas son lideradas por dirigentes nuevos, de actitud ofensiva. Cuando no se gana mucho, ya no es una derrota. Unidos, se peleó por algo justo y digno. La solidaridad permanece entre los compañeros de trabajo. Son pequeñas victorias, de gran relevancia para cada trabajador, para el desarrollo de la conciencia proletaria.
Más confederaciones, federaciones y multisindicales nacen para asumir un trabajo unitario. Los trabajadores subcontratados han creado sus propios sindicatos inter-empresa, capaces de agrupar a una mayor cantidad de trabajadores de distintos rubros.
convertir el potencial en fuerza
El potencial que representa esta nueva etapa de la lucha de los trabajadores actúa como amenaza para el bloque dominante. Éste ha suspendido una serie de iniciativas legales, como la de flexibilización laboral. Se centra hoy en frenar la tendencia de creciente “agitación laboral”. Invoca el fantasma de la “explosión social”. Y se ve obligado, con una frecuencia cada vez mayor, a utilizar la represión.
Pero incluso ese “último recurso” no sirve. Los trabajadores han tomado conciencia de sus problemas comunes y urgentes, y han salido ofensivamente a imponerlos, a cualquier costo. Ese es el dramático ejemplo de Rodrigo Cisternas.
Y es el fin de los conciliadores con el capital. Digan lo que digan, los “dialogantes”, los que llaman a esperar y soportar, ya fueron expulsados de la escena. Sólo se mantienen, éstos sí como fantasmas, gracias a los favores del gobierno y los empresarios.
La experiencia ganada en los últimos años y meses demuestra que el camino correcto es el de la acción directa y ofensiva de las masas, de la organización y de la unidad.
Las tareas de la clase trabajadora hoy, son claras. La sindicalización debe extenderse a pasos rápidos. Se deben formar nuevos sindicatos, unir los existentes y, sobre todo, afiliar a más y más trabajadores a las organizaciones sindicales. Se debe seguir desarrollando una conducción que cuente con nuevos líderes, cuyo único norte sean los intereses del conjunto de los trabajadores. Las decisiones deben adoptarse, ejecutarse y controlarse colectivamente, mediante asambleas. Los métodos de acción directa y ofensiva deben extenderse y difundirse. No puede haber ninguna lucha que no cuente con la solidaridad de otras organizaciones populares y de la población. La experiencia y las victorias conquistadas deben ser difundidas y conocidas en todo el país.
Las luchas actuales tienen un único norte. El potencial que demuestran estas batallas, la decisión de hombres como Rodrigo Cisternas, debe convertirse en una fuerza real, de millones y millones de hombres y mujeres, dispuestos a todo por romper con el dominio del capital y construir una nueva sociedad, dirigida por los trabajadores.