El primero de nosotros
O’Higgins se destacó entre los otros líderes independentistas en Chile e incluso en América, por su determinación y por su sentido del deber. Su objetivo era la liberación americana. Nada ni nadie lo pudo desviar de su camino. No lo hizo cuando se subordinó al mando de Carrera o cuando su madre es tomada como rehén por los realistas; no lo hizo cuando reconoció la preeminencia de San Martín, como conductor del Ejército de los Andes y de las batallas decisivas de la independencia. O’Higgins se jugó al todo o nada con la conformación de la Escuadra Nacional, arma estratégica de la expedición libertadora del Perú, bastión decisivo de los colonialistas en Sudamérica. No cejó cuando resolvió renunciar y asumir el exilio frente a quienes lo acusaban de dictador. Mantuvo su línea cuando se puso a disposición de Bolívar para luchar junto él en Perú, o cuando abrazó la intención de embarcarse a México para sumarse a la campaña de liberación.