La liberación de la mujer es la revolución
¿No es sospechoso, acaso, que se postule que los problemas de la mujer ‑en la casa, en la vida familiar, en el trabajo, como ser humano al que se le niega el respeto y la dignidad, que es convertido en objeto- deban ser resueltos por leyes dictadas por la misma clase que es la causante de esos males? ¿No es increíble que exitosas “altas ejecutivas”, destacadas “presidentas femeninas”, deban servir de consuelo a los explotados y explotadas, a un pueblo privado de su soberanía, de su poder?
Este “feminismo” oficial hace el trabajo de la burguesía. Al verdadero feminismo, del cual nos declaramos orgullosos luchadores, no le bastan las cuotas. Exige todo y enfrenta todas las causas de la degradación, opresión y alienación de la mujer, las mismas que humillan, dominan e impiden la realización y la dignidad del hombre.