Carta abierta a los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, México
“¿Dónde están?” rezan los carteles levantados por padres, hermanos, abuelos. Son 43 jóvenes estudiantes, hijos de campesinos, arrancados de sus familias, de sus compañeros, apartados con alevosía de su lucha por los derechos de todos. Es el rostro de la barbarie que se yergue sobre México. Es el modo en que los poderosos buscan ahogar con la mano del verdugo los sueños y las luchas por cambiarlo todo. Es el intento de sentar un ejemplo, de terror y sangre, para que nadie más se levante y defienda sus derechos. Los crímenes que sacuden a México estremecen a la conciencia de nuestro continente y tienen una tenebrosa resonancia en Chile. Pues aquí seguimos también levantando desde hace muchos años aquellos cartelones con la persistente inscripción “Dónde Están” y el retrato mudo de hombres y mujeres de nuestra patria.
Este crimen realizado en el estado de Guerrero por los poderosos ofende a la conciencia de toda América, de toda la humanidad. Es un deber elemental levantarse en demanda de justicia. Es nuestro anhelo solidarizar con el dolor y la angustia de las familias. Y así lo hacemos los estudiantes chilenos en solidaridad con nuestros compañeros de México.
El ataque a los estudiantes normalistas mexicanos es una agresión a todos nosotros, es un crimen premeditado, dirigido en contra de la vanguardia del movimiento estudiantil americano y sus mejores tradiciones de lucha. La defensa de las escuelas normales rurales significa defender las conquistas nacidas con la Revolución Mexicana y refrendadas posteriormente bajo el gobierno del general Lázaro Cárdenas: el derecho a la educación laica y gratuita, el reparto de tierra y la nacionalización del petróleo. Y concretamente, significa defender el derecho de los hijos de los trabajadores rurales a educarse, a formarse y a recrear una cultura sintetizada, quizás, en dos frases inscritas en los muros de la Escuela Normal de Ayotzinapa: “el que ve injusticia y no la combate, la comete” y “los filósofos de hoy en día no han hecho más que interpretar el mundo de diferentes maneras, pero de lo que se trata es de transformarlo.”
En suma, levantan ustedes, compañeros, en lo más alto las banderas que flamean en todo nuestro continente, por la educación gratuita, universal, igualitaria para todos. Por una educación de la conciencia, que no sea ajena a las necesidades de nuestro pueblo, a la realidad de nuestros países, sino que nace de sus entrañas, de sus luchas y de la exigencia de una nueva sociedad, construida por los trabajadores.
El ataque perpetrado no es, como se ha querido presentar, una manifestación del caos creado por el narco y la fragmentación del Estado, sino, al contrario, una expresión patente del perfecto orden impuesto por un régimen al servicio de quienes se erigen como los dueños del país. No es un accidente en medio de tanta muerte, tantas masacres; es un golpe, insistimos, premeditado dirigido en contra de quienes no dejan de luchar, como ya lo hicieran en años pasados los normalistas Lucio Cabañas y Genaro Vásquez.
Pero quienes recurren al terror, a los asesinatos, a los secuestros, a las desapariciones, deberían saber que sus crímenes son vanos, al igual que sus manipulaciones o promesas. Hoy se ven enfrentados a la evidencia de su propio fracaso y al miedo de que, si sólo se uniera aquel pueblo que buscan dominar, su orden de saqueadores, ladrones, asesinos y explotadores, desaparecería de un plumazo.
Chile y México comparten esa condición: la necesidad de construir la unidad y fortalecer la conciencia de que hay que cambiarlo todo. Ustedes, con vuestra valentía y entereza moral, demuestran que es posible.
Compañeros, hermanos: ésta es una sola lucha. Es la lucha americana en que los estudiantes nos levantamos por una nueva educación, por una nueva sociedad, y nos reconocemos como hijos de trabajadores, como parte de un pueblo. Nada nos detendrá.
Octubre 2014
Frente de Estudiantes Ernesto Guevara
Por una nueva educación, por una nueva sociedad
¡A cambiarlo todo!
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