Los trabajadores enfrentamos grandes decisiones.
En pocos meses, el régimen político imperante ha evidenciado su incapacidad para continuar dirigiendo el país. La combinación entre grandes capitales extranjeros y grupos económicos internos, partidos políticos y el aparato del Estado, asemeja hoy una fortaleza sitiada. Están solos, sin apoyo ni legitimidad. Hablan de una crisis “institucional”, “de confianza”, “política”. Creen que aquella crisis se debe a los casos de corrupción que se han develado. Se equivocan. La indignación ante los ladrones y vendidos de los chilenos es innegable, pero nadie realmente está sorprendido. Mientras políticos y potentados tiemblan ante las próximas boletas falsas que se conocerán, el pueblo hace tiempo que les niega la presunción de inocencia. Son culpables todos: los que roban, los que se prostituyen y los que son cómplices, por debilidad moral o cobardía política.
las “salidas” a la crisis
La crisis del régimen político viene de antes. Hace tiempo, los trabajadores saben que este régimen corrupto impide la satisfacción de sus necesidades y demandas más urgentes. Saben que este régimen impide que se reconozcan sus derechos. Saben que este régimen permite el saqueo de nuestra patria. Y ya no dan su consentimiento a quienes mantienen atado al país para beneficio de unos pocos.
Esa es la crisis. Es parte de una tendencia mundial. Es parte de la época en que vivimos.
Pero acá, los gobernantes, parlamentarios, partidos y sus mandantes capitalistas ignoran esas causas. Según ellos, se trata de un problema interno del régimen que se resuelve con una o dos medidas. La pregunta es… ¿cuál? ¿Es la vieja Concertación o la sociedad, los pasajeros que no pagan la micro? ¿Hay que cambiar el gabinete o el Congreso Nacional entero, con elecciones anticipadas? ¿La justicia debe dejar de investigar o tiene que seguir un poco más? ¿Hay que hacer un acuerdo de los partidos del sistema, de la UDI al PC, o es, más bien, un asunto del gobierno?
Hay que definirse. Pero el gobierno optó por “todas las anteriores” en sus recientes anuncios, Ahora, los partidos del sistema, aparte de robar, van a ser financiados por el Estado. A las actuales leyes y elementales reglas de la decencia que hoy no se cumplen, se le agregarán nuevas normas, que tampoco se respetarán. La corrupción no se debe a un descuido del legislador; es, al contrario, el modo del funcionamiento del sistema. La novísima “salida política” actual encubre el mismo “borrón y cuenta nueva” que siguió al escándalo MOP-Gate hace una década. Entonces, se dijeron las mismas cosas. Al cabo de un tiempo, incluso siguió una “nueva constitución”; bastante parecida a la de Pinochet, pero con ¡la firma del presidente Lagos!
lucha de clases
Esto se debe a que el régimen corrupto, a estas alturas, sólo atina a buscar soluciones para sí mismo, no para la sociedad. Su política se limita a su propio círculo: un par de decenas de miles de personas (o acaso menos), entre empresarios, políticos, abogados, operadores, asesores y burócratas, incluyendo a los ingenuos y aspirantes que les hacen barra desde afuera.
Y a esto se debe que los cambios prometidos por el gobierno en las elecciones pasadas sean hoy irrelevantes. No hay reformas sociales, sino neorreformismo: medidas destinadas a proteger al régimen político de las demandas de la población, para aislarlo de la lucha de clases. Así, hemos tenido una reforma educacional para los grandes sostenedores privados, una reforma tributaria para los ricos y una reforma laboral para los empresarios. Es decir, una ilusión de reforma con beneficios reales para los mismos de siempre.
debemos prepararnos
Los trabajadores enfrentamos grandes decisiones.
Es hora de dejar las ilusiones. Algunos hablan de Asamblea Constituyente, otros se ofrecen como refuerzo al régimen desde la izquierda extraparlamentaria. No se puede operar con entelequias y oportunismo. Es hora de pasar al terreno de la realidad, la lucha de clases. Este régimen caduco ya no puede subsistir. Para impedir que siga hundiendo a Chile, hay que terminar con él. Es necesario que se vayan todos. Sin eso, las demandas populares, de educación, salud, vivienda, trabajo, no podrán cumplirse. Mientras continúe este régimen, los corruptos seguirán haciendo de las suyas y burlándose de nosotros.
que se vayan todos
Que se vayan todos, es el requisito para asegurar educación, salud y vivienda de carácter gratuito, igualitario y universal para todos los chilenos; para nacionalizar las industrias estratégicas del país, sus recursos naturales y al sector financiero; para sustituir el aparato armado del Estado por un auténtico ejército del pueblo; en suma, para que el putrefacto régimen de los corruptos de paso a un gobierno de los trabajadores, de la clase que, día a día, echa a andar a nuestro país, y que lo ponga a la vanguardia de la Segunda Independencia de nuestra América.
Que se vayan todos, es el llamado que espanta a los criminales e indignos, a los traidores y vendepatrias. Y es la voz de atención para los trabajadores de Chile, la convocatoria a prepararse para levantar a la patria de la inacción, del retraso y la vergüenza en que ha sido sumida.