1ºde Mayo: Ahora, vamos por todo

Basta de mentiras, basta de engaños. Ahora, vamos por todo. Vamos por el poder.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº81

La cla­se tra­ba­ja­do­ra del mun­do aco­me­te esta cele­bra­ción del Primero de Mayo bajo la som­bra de tres catás­tro­fes: la catás­tro­fe de la gue­rra, la catás­tro­fe natu­ral y la catás­tro­fe de la cri­sis del capital.

Lo que se ha veni­do en lla­mar la gue­rra de Ucrania es, en reali­dad, un enfren­ta­mien­to mun­dial. Distintos blo­ques de paí­ses se ali­nean en torno a un con­flic­to que ame­na­za cons­tan­te­men­te con expan­dir­se e, inclu­so, en deve­nir en un cho­que nuclear. Los ape­ti­tos esta­dou­ni­den­ses por poder, mer­ca­dos y recur­sos no se ago­tan en las pla­ni­cies de Europa Oriental. Chocan en Asia en con­tra del desa­rro­llo de China. Pretenden con­ver­tir África y América Latina en un cam­po de una bata­lla que, por aho­ra, se libra con armas polí­ti­cas y económicas.

Nosotros cono­ce­mos la catás­tro­fe natu­ral por las con­se­cuen­cias de pan­de­mia del Covid y por los efec­tos de la cri­sis cli­má­ti­ca, que ati­za la lucha de las gran­des poten­cias por terri­to­rios y recursos.

Y la catás­tro­fe de la cri­sis del capi­tal la iden­ti­fi­ca­mos por su inca­pa­ci­dad por crear una pers­pec­ti­va de desa­rro­llo para el mun­do. En cam­bio, el domi­nio del sis­te­ma capi­ta­lis­ta está mar­ca­do hoy por tras­tor­nos eco­nó­mi­cos, polí­ti­cos y socia­les cada vez más fre­cuen­tes, cada vez más profundos.

Estas catás­tro­fes gol­pean a los tra­ba­ja­do­res de mane­ra direc­ta e indis­cri­mi­na­da. Pero tam­bién tie­nen mani­fes­ta­cio­nes pro­pias en cada país.

En Chile, la con­cien­cia sobre ellas no ha teni­do una voz social. Ninguna cla­se ha for­mu­la­do su posi­ción, su pro­gra­ma, sus pro­pues­tas de conjunto.

Al con­tra­rio, quie­nes par­lo­tean y se agi­tan son los sec­to­res más reac­cio­na­rios. Estos se encuen­tran en todo el espec­tro polí­ti­co. Desde el pino­che­tis­mo al pro­gre­sis­mo libe­ral, nave­gan sobre una ola de retar­do e imbecilidad.

Declaran al país “en excep­ción” y eri­gen a los res­pon­sa­bles direc­tos de la expan­sión de la cri­mi­na­li­dad ‑polí­ti­cos, jue­ces, fis­ca­les y policías- en nue­vos dio­ses. La delin­cuen­cia y el nar­co­trá­fi­co se han exten­di­do en la exac­ta medi­da en que la acción del Estado se ha corrom­pi­do más y más.

Sus pro­mo­to­res pre­ten­den ocul­tar su vena­li­dad con una “emer­gen­cia”, cuyos fines son más que evi­den­tes. Celebran la impu­ni­dad. Alientan un orden mili­tar. Hacen apo­lo­gía de la repre­sión. Para ellos, se tra­ta de estar pre­pa­ra­dos ante un nue­vo levan­ta­mien­to popular.

El régi­men se des­ha­ce en enga­ños y pro­me­sas vacías. Ya no tie­ne la ener­gía ni la ima­gi­na­ción para dibu­jar “gran­des refor­mas”, como hace algu­nos años. Su fra­ca­so es evidente.

Así, el régi­men bus­ca pri­va­ti­zar el litio bajo el man­to de una mayor par­ti­ci­pa­ción del Estado; impo­ner una fle­xi­bi­li­dad labo­ral en bene­fi­cio de los patro­nes enmas­ca­ra­da como una reduc­ción de la jor­na­da de tra­ba­jo; res­ca­tar a las AFP e isa­pres con recur­sos esta­ta­les y las coti­za­cio­nes de los tra­ba­ja­do­res con “refor­mas” a la salud y las pensiones.

Y como siem­pre se equivocan.

Como siem­pre, con­fun­den el silen­cio de la cla­se tra­ba­ja­do­ra por un con­sen­ti­mien­to a sus nego­cia­dos, por la acep­ta­ción resig­na­da de la indignidad.

No se dan cuen­ta de que ya nadie cree a sus enga­ños y men­ti­ras. No se per­ca­tan que nadie se suma a sus ilu­sio­nes cada vez más pedes­tres y mínimas.

Les cues­ta creer que la cons­ta­ta­ción de que este régi­men no podrá satis­fa­cer las nece­si­da­des más ele­men­ta­les de la socie­dad no sig­ni­fi­que un “esta­lli­do” inmediato.

Pero, al mis­mo tiem­po, tie­nen per­fec­ta cla­ri­dad sobre que la res­pues­ta de los tra­ba­ja­do­res se pre­pa­ra y madu­ra. Por eso tie­nen temor.

Los repre­sen­tan­tes del régi­men se entre­tie­nen en la tarea de denos­tar y borrar todo recuer­do del 18 de octu­bre de 2019. Deberían poner más esfuer­zo en aprender.

Porque el pue­blo chi­leno sí ha apren­di­do de sus expe­rien­cias. Sabe que su acción se des­car­ga­rá de un modo frío, impermea­ble a las men­ti­ras y los enga­ños, con una fuer­za supe­rior y definitiva.

Y, en silen­cio, se pre­pa­ra, se ins­tru­ye, se organiza.

Porque aho­ra vamos por todo. Vamos por el poder.

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