Cuba y Chile
El 26 de Julio de 1953, un grupo de jóvenes encabezados por el abogado Fidel Castro Ruz y otros líderes, como Abel Santamaría, llevan a cabo un intento de derrocar la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba. Conciben un audaz plan que consiste en copar los cuarteles ‘Céspedes’ y ‘Moncada’, en el este de la isla, como señal para una insurrección general. El ataque fracasa, pero inicia el camino hacia la revolución que colocaría a Cuba en un lugar de prestigio y respeto en el concierto mundial.
una tarea americana
Para los chilenos, sin embargo, Cuba ha existido desde mucho antes. En 1865, Benjamín Vicuña Mackenna, quien opera como “agente confidencial” del gobierno chileno en Estados Unidos, se destaca como organizador de los independentistas cubanos en el exilio. Comprende la importancia de la lucha del pueblo cubano por su emancipación de España y, en particular, de la consigna de la liberación de los esclavos, como una tarea americana. Funda en Nueva York el periódico, ‘La Voz de América’, que difunde el pensamiento libertario y circula clandestinamente entre los patriotas en Cuba y Puerto Rico. Traza planes para formar un ejército expedicionario que apoye una insurrección en Cuba y busca apoyo para ese propósito ante los gobiernos de Chile, Perú y Venezuela; bastan, escribió, “dos mil soldados. Sólo se necesitaría que estos fuesen escogidos y con jefes que jamás retrocediesen.”
la estrella común
El 10 de octubre de 1868, Manuel de Céspedes da inicio a la guerra de independencia de Cuba. Un grupo de patriotas se alza en la Demajagua contra el colonialismo español. En reconocimiento a la solidaridad chilena con la gesta emancipadora, levantan como estandarte de lucha una bandera chilena, cuyos colores han sido invertidos. Esa bandera, conocida hoy como “La Demajuaga”, se alza hoy junto al actual pabellón en la Asamblea Nacional cubana.
Gabriela Mistral describió así el nexo profundo que entraña ese simbolismo histórico:
“Me gusta nuestra común estrella de cinco puntos. A pesar de su gran pureza, es pura ardentía, una brasa blanca que cae a la vista y se corre ardiendo hacia el pecho. Me gusta la estrella de los quíntuples como la mano, y que es una mano abierta, tal vez la de Dios, que todo lo da y no se cierra nunca.”
solidaridad y revolución
Con el triunfo de la revolución, en 1959, la justeza de su lucha era evidente a los ojos de los pueblos del mundo, y del chileno. En 1960, la Central Única de Trabajadores, liderada entonces por Clotario Blest, llama a una huelga general en contra del gobierno de Jorge Alessandri. El influjo de la lucha del pueblo cubano es evidente en el discurso pronunciado por el líder popular el 3 de noviembre de ese año:
“El heroico pueblo de Cuba ha sido capaz de enfrentar al imperialismo norteamericano… Nosotros los chilenos debe responder a este llamado y ser capaces de tener nuestra Sierra Maestra. Debemos desde este instante luchar con nuestras armas, con nuestros puños, con nuestro esfuerzo y valentía. Cuando el pueblo se lanza a la calle nadie lo detiene. Estamos convencidos que todos los trabajadores de Chile, todos unidos en un Paro Nacional, seremos capaces derrotar a este Gobierno. El pueblo vencerá a cualquier fuerza bruta que se oponga a su justicia y a su verdad.”
Poco tiempo después, ante la intentona yanqui de invadir la isla que finalmente fue derrotada en Playa Girón, miles de mineros chilenos se ofrecieron a ir a combatir en defensa de Cuba, en aún otra demostración del sentimiento de hermandad entre los pueblos.
advertencias
En 1971, Fidel Castro visita Chile con el fin de solidarizar con el gobierno de Salvador Allende y con el pueblo chileno, estando cerca de un mes en el país. En ese momento, Fidel expone el problema del distanciamiento del pueblo con el gobierno de Allende, que se traducía en negociaciones con la burguesía y una creciente desconfianza popular. En un discurso pronunciado en el Estadio Nacional de Santiago, formula una advertencia premonitoria:
“Hay una cuestión: ¿Quién aprenderá más y más pronto? ¿Quién tomará más conciencia y más pronto? ¿Los explotadores o los explotados? ¿Quiénes aprenderán más rápidamente en este proceso? ¿El pueblo o los enemigos del pueblo? (EXCLAMACIONES DE: “¡El pueblo!”) […]
Permítanme entonces discrepar en este caso no del Presidente sino de la masa […].”
“En estos instantes, desde nuestro punto de vista, de observadores de este proceso, vemos que el fascismo trata de avanzar y ganar terreno en las capas medias y tomar la calle. Algo más: trata de desmoralizar a los revolucionarios. En algunos lugares nosotros hemos visto a los revolucionarios algo así como golpeados; en algunos lugares los hemos visto incluso desalentados.”
Y, a continuación, trazó un contraste con la lucha en Cuba:
“nuestra Revolución […] sigue una línea, sigue un principio, sigue un camino. Se ha caracterizado por su confianza en el pueblo, por su confianza en las masas, por su confianza en las ideas, por la seguridad en la victoria. Se ha caracterizado por su firmeza y por su intransigencia. ¡Amplitud y suma por un lado, intransigencia con los principios por otro lado!”
la solidaridad se vuelve comercio
Durante la dictadura militar, el pueblo cubano recibió y brindó ayuda a quienes se contraponían interna y externamente a ese régimen. La tierra de Céspedes y Martí, retribuyó con generosidad a la tierra de O’Higgins y Carrera la solidaridad permanente.
Con el inicio del período de los gobiernos de la Concertación, se restablecen las relaciones diplomáticas con Cuba. Se trata de relaciones signadas por la conveniencia. Aprovechan el llamado ‘período especial’, de extrema vulnerabilidad de Cuba tras la caída de la Unión Soviética, para ejercer presiones políticas; por ejemplo, para terminar con los restos de los movimientos armados que actuaron en contra de la dictadura de Pinochet. La diplomacia chilena, más interesada en las relaciones y los tratados comerciales con los que invaden naciones extranjeras y asesinan niños, con los que explotan a los trabajadores y roban a sus pueblos, correspondió mal a la solidaridad. En diversos foros internacionales apoyó los proyectos de resolución dirigidos en contra del Estado cubano. En varias oportunidades, rechazó con desdén los ofrecimientos de ayuda humanitaria realizadas por Cuba. Es una solidaridad a la medida del capitalismo, que se vende y se compra, que se expresa en cómo ganar una ventaja, en la desconfianza en los demás.
Para nosotros, la solidaridad es el fundamento de las relaciones entre los hombres y mujeres de nuestra patria, una fuerza que se transmite a todos los habitantes de nuestro gran pueblo, América. No seremos indiferentes nunca al sufrimiento, a la explotación, al dolor, a la injusticia. La solidaridad ‑como una mano abierta “que todo lo da y no se cierra nunca”- que mostró el pueblo chileno con el cubano hace más de un siglo, sigue presente. Se materializará cuando sea necesario.