Goldman Sachs

La crisis del capital

El carácter de la crisis no es coyuntural, es histórico. Afecta del mismo modo a la economía, como a la política y a las sociedades en su conjunto. La crisis marca, define, clarifica, deja en evidencia, una crisis del capitalismo. El aspecto económico coyuntural de la situación no reviste de ningún misterio: al costo de infinidades de existencias, del sudor y de las vidas de millones, el capital reanudará su carrera por la ganancia, como la ha hecho desde que se impuso como el modo de producción dominante en el mundo en el siglo xix. Nuevamente, ¿esta crisis del capitalismo es económica, o financiera? No. Lo que importa hoy es una realineación a gran escala de las fuerzas mundiales. De lo que se trata hoy es defender al sistema en su conjunto. El capitalismo no se derrumba solo, impulsado por sus propias tendencias destructivas. Éstas crean las condiciones para ser derribado por la posibilidad objetiva de la revolución.
La Estrella de la Segunda Independencia Nº12

La nueva época histórica y las tareas de los trabajadores (I)

Ha pasa­do poco más de medio año del fabu­lo­so derrum­be de las bol­sas, de la con­ver­sión de valio­sos títu­los en sim­ple papel y del reco­no­ci­mien­to de una pro­fun­da rece­sión. Los ante­ce­den­tes obje­ti­vos mues­tran la con­jun­ción de un extra­or­di­na­rio debi­li­ta­mien­to de las prin­ci­pa­les eco­no­mías capi­ta­lis­tas. Estas caí­das se han pro­du­ci­do con regu­la­ri­dad en el pasa­do. La actual cri­sis, no obs­tan­te, es más amplia en su alcan­ce, más pro­fun­da en sus efec­tos y más varia­da en sus sig­ni­fi­ca­dos. Los eco­no­mis­tas bus­can expli­ca­cio­nes para el espe­cial impac­to de la rece­sión mun­dial. Comparan la actual situa­ción, aun­que sea como un espec­tro a espan­tar, con la Gran Depresión, que duró entre 1929 – 1939.

gran depresión

El para­le­lo es intere­san­te, pero por moti­vos dis­tin­tos a los ima­gi­na­dos por sus auto­res. Tal como en el derrum­be de las bol­sas de 1929, la cri­sis eco­nó­mi­ca fue pre­ce­di­da del esta­lli­do de una bur­bu­ja finan­cie­ra cau­sa­da, para más coin­ci­den­cia, por el cons­tan­te aumen­to espe­cu­la­ti­vo de los pre­cios inmo­bi­lia­rios. También enton­ces, el fin del auge lle­vó a un des­qui­cia­mien­to del sis­te­ma finan­cie­ro, con la quie­bra de corre­do­ras y ban­cos, y un cie­rre tem­po­ral del cré­di­to pri­va­do. Pero los estu­dio­sos actua­les no con­si­de­ran otros fac­to­res. Los diez años de la Gran Depresión mar­ca­ron el ascen­so de fas­cis­mo en Europa y la pre­pa­ra­ción de la gue­rra impe­ria­lis­ta. Produjeron una hon­da trans­for­ma­ción del apa­ra­to de Estado bur­gués en prác­ti­ca­men­te todos los paí­ses del mun­do. Destruyó defi­ni­ti­va­men­te impe­rios supe­ra­dos por la his­to­ria, como el bri­tá­ni­co o el fran­cés. Sobre la san­gre de los cam­pos de bata­lla, se eri­gió, al fin, “la recu­pe­ra­ción” capi­ta­lis­ta, el ini­cio del últi­mo gran ciclo de expan­sión capitalista.

Obraríamos como aque­llos con­fu­sos eco­no­mis­tas si cre­yé­ra­mos que la cri­sis actual es mera­men­te eco­nó­mi­ca. El aspec­to eco­nó­mi­co coyun­tu­ral de la situa­ción no revis­te de nin­gún mis­te­rio: al cos­to de infi­ni­da­des de exis­ten­cias, del sudor y de las vidas de millo­nes, el capi­tal reanu­da­rá su carre­ra por la ganan­cia, como la ha hecho des­de que se impu­so como el modo de pro­duc­ción domi­nan­te en el mun­do en el siglo xix.

crisis histórica

El carác­ter de la cri­sis no es coyun­tu­ral; es his­tó­ri­co. Afecta del mis­mo modo a la eco­no­mía, como a la polí­ti­ca y a las socie­da­des en su con­jun­to. La cri­sis mar­ca, defi­ne, cla­ri­fi­ca, deja en evi­den­cia, una cri­sis del capitalismo.

Desde ini­cios de la déca­da de los seten­ta, se ha pro­du­ci­do un dete­rio­ro pro­gre­si­vo de la tasa de ganan­cia capi­ta­lis­ta. Como es pro­pio a la fase impe­ria­lis­ta del capi­tal, sus pro­ta­go­nis­tas han inten­ta­do com­pen­sar ese sino median­te la exten­sión geo­grá­fi­ca de su sis­te­ma de explo­ta­ción y del aumen­to de la inten­si­dad de la explo­ta­ción. Así, la épo­ca de oro del capi­tal en el siglo xx sobre­vino des­pués de la Gran Depresión y del reme­dio emplea­do por el impe­ria­lis­mo para supe­rar­la… la Gran Guerra. A este “flo­re­ci­mien­to” per­te­ne­ce el sur­gi­mien­to indus­trial de Japón y Alemania y la afir­ma­ción de Estados Unidos como poten­cia domi­nan­te en el mun­do. Lleva el capi­tal, sin embar­go, ya casi tres déca­das del fin de su épo­ca de oro. Son tres déca­das de deca­den­cia, ape­nas encu­bier­tas por suce­si­vos espas­mos de expan­sión: la incor­po­ra­ción defi­ni­ti­va del blo­que sovié­ti­co al mer­ca­do capi­ta­lis­ta des­pués de su derrum­be polí­ti­co y la aper­tu­ra de China como nue­vo “orien­te sal­va­je” de la acu­mu­la­ción de rique­zas. Paralelamente, en todo el mun­do, la explo­ta­ción ha aumen­ta­do. En los paí­ses ricos, median­te la reduc­ción real de los sala­rios de los tra­ba­ja­do­res, y en los paí­ses pobres, por medio del rena­ci­mien­to de for­mas bár­ba­ras de tra­ba­jo. El ter­cer fac­tor que ha pro­lon­ga­do arti­fi­cial­men­te la vida del capi­ta­lis­mo es, nue­va­men­te en con­cor­dan­cia con su fase impe­ria­lis­ta de desa­rro­llo, la pre­emi­nen­cia del capi­tal finan­cie­ro. Lo que nos lle­va, nue­va­men­te, a la cri­sis actual.

salidas

Nuevamente, ¿esta cri­sis del capi­ta­lis­mo es eco­nó­mi­ca, o finan­cie­ra? No. Lo que impor­ta hoy es una reali­nea­ción a gran esca­la de las fuer­zas mun­dia­les. De lo que se tra­ta hoy es defen­der al sis­te­ma en su con­jun­to. El capi­ta­lis­mo no se derrum­ba solo, impul­sa­do por sus pro­pias ten­den­cias des­truc­ti­vas. Éstas crean las con­di­cio­nes para ser derri­ba­do por la posi­bi­li­dad obje­ti­va de la revolución.

La cri­sis actual mar­ca el ini­cio de una nue­va épo­ca his­tó­ri­ca. Los capi­ta­lis­tas tie­nen eso muy cla­ro. Pretenden ocul­tar este hecho car­di­nal fren­te a la socie­dad. Esperan poder movi­li­zar todos sus recur­sos y fuer­zas para sal­var­se. Sin embar­go, la mis­ma amplia­ción del mun­do que ha ope­ra­do en las déca­das pasa­das limi­ta esas posibilidades.

La res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta cho­ca con un obs­tácu­lo monu­men­tal. La pre­ten­di­da cri­sis de la eco­no­mía es hoy una cri­sis de la socie­dad, un dile­ma moral. Ha que­da­do des­cu­bier­to la ver­da­de­ra faz del sis­te­ma y la inca­pa­ci­dad de los res­pon­sa­bles de diri­gir­lo para con­tro­lar las con­se­cuen­cias de la crisis.

En cada nue­va épo­ca, se abre una reno­va­da bús­que­da de opcio­nes, de cami­nos y posi­bi­li­da­des. En estos días, los pode­ro­sos son pro­lí­fi­cos en ima­gi­nar múl­ti­ples salidas.

Los tra­ba­ja­do­res, en cam­bio, sólo tene­mos una.

La Estrella de la Segunda Independencia Nº12

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