El futuro del movimiento por la educación
Un momento decisivo”. Así es descrita la coyuntura actual, a propósito de las movilizaciones de los estudiantes. El gobierno no quiere ceder a las demandas que plantean los dirigentes universitarios y de otras entidades, y éstos llaman a los estudiantes y a la población en general a volver a las calles, a restituir la fuerza que en los últimos meses ha quedado abundantemente demostrada en grandes marchas y manifestaciones.
El hecho de que se hable de este modo es indicativo del fortalecimiento de las luchas populares y del progresivo debilitamiento del régimen político. Sin embargo, cuando se propone la tesis de que una situación determinada “lo decide todo”, que se decide quién pierde y quién gana, hay que analizar las cosas con frialdad.
un asunto de clase
¿Cuál es el carácter real del movimiento por la educación? Nosotros dijimos, en sus inicios, que su principal impulso radicaba en la enorme masa de los estudiantes secundarios. Señalamos que sus demandas tenían un carácter más universal, adecuado para ampliar y empujar el movimiento hacia adelante, a pesar de tener una organización más débil que la de las federaciones universitarias, en las que prima una mayor politización y una tendencia a buscar acuerdos negociados con las autoridades.
Algunos podrían decir, basándose en lo que dicen la prensa y los noticieros, que aquel predicamento estuvo equivocado: las reivindicaciones de los estudiantes secundarios pasaron a un segundo plano y apenas son consideradas; su organización no sólo es más local y fragmentada, sino que también está marcada por divisiones profundas. Eso es cierto, pero tiene importancia sólo en el contexto de las negociaciones con el gobierno. Se debe tomar en consideración el conjunto. Lo que convirtió el movimiento por la educación en un movimiento nacional, es justamente la labor de índole local, territorial, que llevó a la incorporación de los padres, al compromiso de los vecinos, a la ampliación de las demandas.
Las tomas de los colegios, municipales y subvencionados, se realizan frecuentemente en contra de la resistencia encarnizada de la policía y del matonaje de sus dueños. Y pese a ello, se impusieron, una y otra vez. Se convirtieron, en muchos casos, en una experiencia de poder, de poder popular, pues afectan de manera directa el entorno; al comercio circundante, al transporte, a los padres, tíos, abuelos y amigos. Obligan a tomar posición. Forjan la conciencia, la acción conjunta. Impulsaron las jornadas de lucha del paro del 24 – 25 de Agosto. Despertaron el temor y la represión de los poderosos. Y –sí– forzaron al gobierno a buscar las negociaciones como un modo de frenar este movimiento en cuya base está este extraordinario avance.
Evidentemente, el trasfondo de esto no se debe a la edad, al ciclo educativo o a circunstancias accidentales. Es un asunto de clase. Los hijos de los trabajadores lo saben, por cómo son observados con recelo y miedo cuando actúan en conjunto. Saben que son ellos mismos, con su acción, con su esfuerzo, los que deben desencadenar los cambios.
juventud revolucionaria
Es el surgimiento de una juventud que resulta impredecible, al romper con los mecanismos de encuadramiento del sistema; uno de los ellos, la rutina escolar. Es el surgimiento de una juventud orientada a la acción. Es el surgimiento de una juventud que se guía por preceptos morales, al proponer un cambio pensado en las generaciones venideras, en sus hijos. Es el surgimiento de una juventud que no tiene miedo al futuro. Es el surgimiento de una juventud revolucionaria.
las luchas que vienen
Este, y no el resultado circunstancial de unas tratativas con el gobierno, es uno de los factores que marcarán las luchas que vienen. Los jóvenes comprenden que se trata de una sola lucha, que la educación no está confinada a escuelas y colegios, sino que abarca a toda la sociedad; ven que una nueva educación requiere, en efecto, de una nueva sociedad; entienden que se debe proyectar el movimiento por la educación en un movimiento por la unidad del pueblo, en un movimiento por cambiarlo todo; y saben que eso requerirá de trabajo, organización y unidad.
En la actual situación, hay una contradicción inevitable. Algunos sostienen que en estos días y semanas se “decide todo”. Entienden por ello el desenlace de las movilizaciones estudiantiles, cuánto se gana y cuánto se pierde. Nosotros, en cambio, no tenemos nada que perder; cada lucha es siempre un avance, siempre decisivo, para fortalecer la conciencia, la organización, la unidad. Se trata de otro tipo de cálculo, otro tipo de raciocinio. Avanzamos paso a paso, sin pausa, metódicamente, confiando en el pueblo, organizando, luchando, uniendo, porque sabemos que todas las luchas son una sola lucha, que se resuelve según el criterio de todo o nada, todos o ninguno.