Para el pueblo colombiano que se ha levantado en la lucha por sus demandas, no ha habido cese al fuego, ni oferta de paz, ni apertura del diálogo. A diario, caen asesinados militantes sindicales, campesinos e indígenas en manos de las fuerzas de seguridad, paramilitares y escuadrones de la muerte de los empresarios y terratenientes. A diario, los trabajadores son objeto de amenazas, secuestros y torturas. A diario, sufren las consecuencias de políticas antipopulares de un gobierno repudiado y aislado que se vistió con los ropajes del reconocimiento internacional hasta que tuvo que enfrentar el momento de la dura verdad.