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¡Que se vayan todos!

La línea divi­so­ria ya está tra­za­da, es una mar­ca de des­pre­cio moral. Por un lado, un régi­men podri­do y des­ven­ci­ja­do, por el otro, los tra­ba­ja­do­res, un pue­blo ente­ro. Un pue­blo que debe hoy pre­pa­rar­se para asu­mir las rien­das del país. Pues la cri­sis del régi­men admi­te una sola solu­ción: ¡Que se vayan! ¡Que se vayan todos!

¡Socialismo o muerte!

En una curio­sa coin­ci­den­cia, a la izquier­da y a la dere­cha del espec­tro polí­ti­co se ha dicho ‑pala­bras más, pala­bras menos- que el anun­cio de reanu­da­ción de las rela­cio­nes diplo­má­ti­cas con EE.UU. equi­va­le al fin de la revo­lu­ción. Pero la polí­ti­ca real es más pro­sai­ca que las gran­des pro­cla­ma­cio­nes “his­tó­ri­cas” de oca­sión. Aquí no hay “fin de la gue­rra fría”, ni recon­ver­sión, aban­dono o derrum­be de revo­lu­ción cuba­na. No esta­mos ya en esos tiem­pos. Hoy, lo que corre peli­gro de derrum­be son los regí­me­nes polí­ti­cos de la bur­gue­sía. En esta épo­ca, la ini­cia­ti­va le per­te­ne­ce a los trabajadores. 

10 Días que Estremecieron al Mundo

En su bre­ve­dad con­ci­sa, “10 días que estre­me­cie­ron al mun­do” sigue sien­do has­ta hoy una las obras prin­ci­pa­les para com­pren­der los acon­te­ci­mien­tos que, de hecho, sacu­die­ron al mun­do entero.
Las revo­lu­cio­nes moder­nas no renie­gan de su carác­ter his­tó­ri­co: cana­li­zan lo nue­vo, aglu­ti­nan la volun­tad de cam­biar­lo todo, ele­van a una cla­se, unen a un pue­blo, y le dan for­ma a la dig­ni­dad, que hoy, tal como en vís­pe­ras de 1917, comien­za a reu­nir sus fuerzas.

1917-2014 Revolución Siempre

Nos enca­mi­na­mos a la ciu­dad. A la sali­da de la esta­ción había dos sol­da­dos arma­dos de fusi­les con la bayo­ne­ta cala­da. Los rodea­ba un cen­te­nar de comerciantes,

¿Quién tiene miedo?

He ahí “el retorno del mie­do”. El mie­do no está en la pobla­ción. El mie­do está la cúpu­la del régi­men. Y no hay poli­cía, ni agen­tes encu­bier­tos, ni mon­ta­je, ni cri­mi­na­li­za­ción, no haya nada que pue­da dete­ner a un pue­blo uni­do que deci­da barrer con toda esta lacra inú­til y cadu­ca e impo­ner su pro­pio orden.

El cobre es nuestro

La nacio­na­li­za­ción de los recur­sos bási­cos, y prin­ci­pal­men­te el cobre, es la gran tarea nacio­nal de hoy. Es urgen­te e inelu­di­ble. Pero debe ser enfren­ta­da con rea­lis­mo y efi­ca­cia. Una medi­da seme­jan­te sólo pue­de ser cum­pli­da por la cla­se tra­ba­ja­do­ra, que debe gober­nar el país.