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La experiencia necesaria

El levan­ta­mien­to popu­lar del 18 de octu­bre de 2019 ya es par­te de la his­to­ria. Muchos creen que sig­ni­fi­ca que que­dó atrás. Que pue­de ser

A paso de gigantes

No hay tiem­po que per­der para levan­tar las orga­ni­za­cio­nes de lucha de los tra­ba­ja­do­res, pobla­do­res, los estu­dian­tes secun­da­rios, de las muje­res, en todos los luga­res, en todo el país.

Sus méto­dos de tra­ba­jo han de ser inde­fec­ti­ble­men­te la movi­li­za­ción, la orga­ni­za­ción, la inde­pen­den­cia de cla­se y la com­ple­ta y cla­ra opo­si­ción a los par­ti­dos del régi­men, inclu­yen­do al gobierno actual.

La clase trabajadora asume la conducción

En el Primero de Mayo, las muje­res y hom­bres que con­for­man la aplas­tan­te mayo­ría del país, la cla­se tra­ba­ja­do­ra, pasan revis­ta a sus fuer­zas, a sus orga­ni­za­cio­nes, a su

El pueblo toma fuerza

Las elec­cio­nes pró­xi­mas repre­sen­tan el regre­so a la vie­ja tram­pa del “mal menor”. Pero se tra­ta ‑a pesar del supues­to enfren­ta­mien­to entre “fas­cis­mo” y “pro­gre­sis­mo”- de un epi­so­dio fugaz en las luchas del pue­blo. Los tra­ba­ja­do­res hoy tie­nen la ini­cia­ti­va y tie­nen que pre­pa­rar­se para luchas decisivas. 

Hombres y mujeres de Chile: ¡a la revolución!

El miér­co­les 15 de octu­bre fue un día de pri­ma­ve­ra, una jor­na­da labo­ral más para millo­nes de tra­ba­ja­do­res. Pero muchos no podían dejar de advertir

Vamos por todo el poder

Este Primero de Mayo se cele­bra bajo las más insó­li­tas de las cir­cuns­tan­cias: una cri­sis glo­bal que, en Chile, se defi­ne por la con­tra­po­si­ción del poder de los tra­ba­ja­do­res y el ase­dia­do poder del capi­tal. Necesitamos con­quis­tar el poder, todo el poder, para enfren­tar las con­se­cuen­cias de la cri­sis y cons­truir nues­tro futuro.

150 años: la Comuna de París

Hace 150 años se esta­ble­ció por pri­me­ra vez en la his­to­ria moder­na un gobierno de los tra­ba­ja­do­res. Este hecho se cono­ce como la Comuna de París. Duró ape­nas dos meses, antes de ser aplas­ta­da a san­gre y fue­go. Una vez sepul­ta­dos los muer­tos, des­te­rra­dos los sobre­vi­vien­tes y humi­lla­dos sus hijos, todo vol­vió a su cau­ce. Y, sin embar­go, los pro­ble­mas que enfren­tó la Comuna no son aje­nos a los que vivi­mos hoy: un régi­men polí­ti­co repu­dia­do, un capi­ta­lis­mo inca­paz de ofre­cer una pers­pec­ti­va para el futu­ro, una cri­sis gene­ra­li­za­da, y una cla­se tra­ba­ja­do­ra que es pri­va­da de su ver­da­de­ro lugar en la sociedad.

El miedo al pueblo

El ase­si­na­to de un joven en el Panguipulli estre­me­ció a todo el país. Tras la eje­cu­ción los cara­bi­ne­ros esca­pa­ron como delin­cuen­tes. No es la for­ma en que actúa quien dice sólo defen­der­se. Es la for­ma en que actúan los ase­si­nos que tie­nen temor. Es el mie­do al pue­blo. Demuestra la prin­ci­pal con­se­cuen­cia del levan­ta­mien­to popu­lar ini­cia­do el 18 de octu­bre: el sur­gi­mien­to de un autén­ti­co poder el pueblo.

La vacuna: mentiras y verdades

El ver­da­de­ro dile­ma está plan­tea­do des­de la expan­sión del virus: ¿debe pri­mar la vida o las ganan­cias del capi­tal? La solu­ción al pro­ble­ma no se encon­tra­rá en una vacu­na. La solu­ción está en quién tie­ne el poder. Quién deci­de, y en fun­ción de qué intere­ses y obje­ti­vos. Esta pes­te moder­na, si algo bueno ha teni­do, es que ha nos ha acer­ca­do en toda su pro­fun­di­dad a esta interrogante.